(ACIPrensa/InfoCatólica) La comunidad católica venezolana sigue viviendo con alegría las celebraciones por la canonización de los primeros santos del país. En esta ocasión, la Eucaristía de acción de gracias tuvo lugar en el Santuario Niño Jesús de Isnotú, en los Andes venezolanos, lugar de nacimiento de San José Gregorio Hernández.
La misa fue presidida por Mons. Alberto Ortega, nuncio apostólico en Venezuela, y concelebrada por varios obispos. Durante la homilía, Mons. Ortega recordó que la canonización de Santa Carmen Rendiles y de San José Gregorio es «un recordatorio de que todos los fieles están llamados a la santidad».
Ausencia del cardenal Baltazar Porras
Aunque estaba prevista su presencia, el cardenal Baltazar Porras no pudo asistir a la celebración. Días antes había denunciado irregularidades cometidas por las Fuerzas Armadas venezolanas que impidieron su desplazamiento hasta Isnotú, donde tenía previsto celebrar también una misa con motivo de la canonización.
Fuentes cercanas al cardenal confirmaron a ACI Prensa que finalmente no participó en la ceremonia.
El llamado a la santidad para todos los fieles
En su reflexión, coincidiendo con la Solemnidad de Todos los Santos, que la Iglesia universal celebra el 1 de noviembre, el nuncio subrayó que «Dios nos da a los santos como amigos y modelos a seguir».
«Los santos son como nuestros hermanos mayores, que nos muestran el camino hacia la felicidad y hacia la vida verdadera. Mirar su ejemplo en esta fiesta despierta en nosotros el deseo de ser como ellos: bienaventurados, dichosos, felices por vivir cerca de Dios, en su luz, en la gran familia de los amigos de Dios», expresó Mons. Ortega.
El prelado recordó que los cristianos están llamados a orientar su vida hacia Dios, siguiendo el ejemplo de Madre Carmen y de José Gregorio Hernández, «para que Dios pueda realizar obras grandes en nosotros». También afirmó que la santidad «no es tanto fruto de nuestro esfuerzo, sino que es una gracia que Dios nos da».
La santidad, un camino compartido
Mons. Ortega insistió en que «la santidad es un camino que hay que recorrer juntos, ayudándonos unos a otros». Añadió que «la santidad no es para un grupo de privilegiados, no es un lujo, sino que es la verdad de nuestra vida: es para todos».
Durante la celebración, el nuncio invitó a los fieles a «vivir una vida de servicio» en el marco del Jubileo de la Esperanza, siendo «reflejo del amor de Dios» y comprometiéndose a «continuar la obra de Jesús en el mundo».
«Viviendo la santidad continuamos la obra de Jesús en el mundo», subrayó. Siguiendo el ejemplo de los santos, concluyó, «podemos construir una sociedad hermosa».







