(NCR/InfoCatólica) En un artículo aparecido en el National Catholic Register, Francisco Rocca se sorprende porque «casi tres meses después de su elección, el Papa León XIV ha aparecido en las noticias con la menor frecuencia posible para un nuevo Papa».
Su sorpresa proviene de que el nombramiento de un norteamericano como Papa parecía presagiar una atención constante de los medios de comunicación, una auténtica «mina de oro» para los periodistas. En principio, lo lógico era que llevara de forma natural a comparaciones constantes con Donald Trump, polarizando a la opinión pública, de modo que Roma se convirtiese «en una capital mediática que rivalizaría con Washington y Nueva York».
«O eso creíamos muchos», continúa el editor para asuntos vaticanos de EWTN. Lo cierto es que casi tres meses después de la elección papal, la realidad es muy distinta. Aparte de su presencia en medios católicos, León XIV ha aparecido muy poco en la prensa mundial. En ese sentido, supone un gran contraste con el Papa Francisco, con «su gusto por las sorpresas y la ambigüedad», su «tendencia a salirse del guion» y sus declaraciones chocantes, como «¿Quién soy yo para juzgar?».
En cambio, el Papa León, según Rocca, «ha seguido cuidadosamente la tradición y el protocolo pontificios». Además, emplea un lenguaje «reflexivo y mesurado», con una actitud «modesta» y «discreta». En cierto modo, «es como si llevara cien años siendo papa», opinó un funcionario del Vaticano. De alguna forma, «en lugar de dominar el cargo, se ha sometido a él».
Aunque el P. Spadaro quiso dar a entender otra cosa recientemente, lo cierto es que León XIV solo ha concedido una entrevista de prensa desde su elección. La entrevista, realizada con la televisión italiana el mes pasado, duró menos de tres minutos y no dio lugar a ninguna noticia.
La forma de ser de León XIV recuerda poderosamente a Benedicto XVI, que siguió a un papa carismático y extrovertido, pero se esforzó en desempeñar el papado de forma discreta y sosegada. La diferencia está en que Ratzinger llevaba muchos años en el candelero como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe cuando fue elegido papa, mientras que el cardenal Prevost no era muy conocido antes de su elección.
Hasta el momento, el Papa «también ha minimizado su identidad estadounidense, que le asegura un lugar en los libros de historia». En efecto, al salir al balcón para dirigirse al mundo por primera vez, pasó del italiano al español para enviar un saludo especial a su antigua diócesis de Chiclayo, en Perú. En cambio, no habló en inglés ni mencionó su ciudad natal, Chicago. Desde entonces, «ha usado el inglés con moderación».
Asimismo, las respuestas de León XIV a acontecimientos internacionales como los conflictos de Irán y de Gaza han sido «notablemente contenidas en comparación con lo que solíamos esperar de Francisco» y, en general, prefiere hablar con prudencia de las cuestiones políticas.
En el interior de la Iglesia, si bien el pontificado anterior incrementó la polarización, «León ha señalado que la unidad de la Iglesia, un valor que mencionó media docena de veces en la homilía de su misa inaugural, será una prioridad de su pontificado». Quizá por eso, las pequeñas decisiones en que ha abandonado el enfoque empleado por el Papa Francisco, «desde usar la muceta en su primera aparición hasta ir de vacaciones a la villa papal de Castel Gandolfo, no han suscitado críticas significativas».
El artículo de Francis Rocca se titula, en inglés, «Leo XIV: The Quiet American». El título es una referencia a la famosa novela del católico Graham Greene, The Quiet American. Aunque «quiet» significa silencioso o tranquilo, la novela suele traducirse al español como El americano impasible, pero no parece que el adjetivo de impasible sea apropiado para el Papa León. Más bien podríamos decir, con un suspiro de alivio, que, hasta el momento, León XIV ha sido el Papa discreto.







