«Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de tener cada vez más sus mismos sentimientos»

Catequesis de León XIV sobre la parábola del Buen samaritano

«Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de tener cada vez más sus mismos sentimientos»

En la audiencia general de hoy, el papa León XIV ha dado una catequesis sobre la parábola del buen samaritano, subrayando la importancia de la compasión frente a la indiferencia. El papa ha señalado que la verdadera humanidad se manifiesta cuando dejamos de lado la prisa y el egoísmo para cuidar del prójimo, imitando así el amor misericordioso de Cristo.

(InfoCatólica) El Papa ha asegurado que las parábolas del Evangelio «son una ocasión para cambiar de perspectiva y abrirnos a la esperanza. La falta de esperanza, a veces, se debe al hecho de que nos aferramos a una forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a mirarlas desde otro punto de vista».

El Pontífice ha constatado que no bastaba ser un doctor de la ley para ser salvo. 

«Hoy quisiera hablarles de una persona experta, preparada, un doctor de la Ley, que sin embargo necesita cambiar de perspectiva, porque está centrado en sí mismo y no se da cuenta de los demás. De hecho, él interroga a Jesús sobre cómo se “hereda” la vida eterna, utilizando una expresión que la entiende como un derecho indiscutible».

Y el Señor plantea la verdadera pregunta que hay que hacerse

«...Jesús cuenta una parábola que es un camino para transformar esa pregunta, para pasar del ¿quién me quiere? al ¿quién ha querido? La primera es una pregunta inmadura, la segunda es la pregunta del adulto que ha comprendido el sentido de su vida. La primera pregunta es la que pronunciamos cuando nos encerramos y esperamos; la segunda es la que nos impulsa a ponernos en camino».

Tras recordar lo que dice la parábola, el Papa asegura que el samaritano puede ser cualquiera de nosotros:

«Es la experiencia que se vive cuando las situaciones, las personas, a veces incluso aquellos en quienes hemos confiado, nos quitan todo y nos dejan en medio del camino».

Y puede ser también cualquier persona con la que nos encontremos. De cómo reaccionemos, quedará claro cómo somos

«Pero la vida está hecha de encuentros, y en esos encuentros mostramos quiénes somos. Nos encontramos frente al otro, ante su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: si hacernos cargo de él o hacer como si nada».

Servir en el Templo, ser sacerdote, no garantiza cumplir con la voluntad de Dios ante el dolor ajeno. La compasión debe ser propia de nuestra condición humana antes incluso que de nuestra religiosidad:

«Un sacerdote y un levita bajan por ese mismo camino. Son personas que prestan servicio en el Templo de Jerusalén, que habitan en el espacio sagrado. Y sin embargo, la práctica del culto no lleva automáticamente a ser compasivos. En efecto, antes que una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad. Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos».

La prisa no debe impedirnos ser misericordiosos

«... ese sacerdote y ese levita tienen prisa por volver a casa. Es precisamente la prisa, tan presente en nuestra vida, la que muchas veces nos impide sentir compasión. Quien piensa que su propio viaje debe tener prioridad, no está dispuesto a detenerse por otro».

El que no era del pueblo elegido fue quien obró con miseriordia

«Pero he aquí que llega alguien que efectivamente es capaz de detenerse: es un samaritano, uno que por tanto pertenece a un pueblo despreciado (cf. 2Re 17). En su caso, el texto no precisa la dirección, solo dice que estaba de viaje. Aquí la religiosidad no tiene nada que ver. Este samaritano se detiene simplemente porque es un hombre frente a otro hombre que necesita ayuda».

El Papa ha indicado que la compasión se muesta aplicándola

«La compasión se expresa a través de gestos concretos.... el samaritano se acerca, porque si quieres ayudar a alguien no puedes pensar en mantenerte a distancia, debes implicarte, ensuciarte, quizá contaminarte... se hace cargo de él, porque se ayuda de verdad cuando uno está dispuesto a sentir el peso del dolor del otro... el otro no es un paquete para entregar, sino alguien de quien hacerse cargo».

León XVI pregunta a los fieles:

«¿cuándo seremos también nosotros capaces de interrumpir nuestro viaje y tener compasión? Cuando hayamos entendido que ese hombre herido en el camino nos representa a cada uno de nosotros. Y entonces, el recuerdo de todas las veces que Jesús se ha detenido para cuidarnos nos hará más capaces de compasión».

Y ha exhortado a que todos pidamos la gracia de ser como Cristo misericordiosos:

«Recemos, pues, para que podamos crecer en humanidad, de modo que nuestras relaciones sean más verdaderas y más ricas en compasión. Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de tener cada vez más sus mismos sentimientos».

 


Audiencia general de León XVI

Plaza de San Pedro
Miércoles, 28 de mayo de 2025

Ciclo de Catequesis – Jubileo 2025. Jesucristo nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las parábolas. 7. El samaritano. «Pasó junto a él, lo vio y se conmovió» (Lc 10,33b)

Queridos hermanos y hermanas:

Continuamos meditando sobre algunas parábolas del Evangelio que son una ocasión para cambiar de perspectiva y abrirnos a la esperanza. La falta de esperanza, a veces, se debe al hecho de que nos aferramos a una forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a mirarlas desde otro punto de vista.

Hoy quisiera hablarles de una persona experta, preparada, un doctor de la Ley, que sin embargo necesita cambiar de perspectiva, porque está centrado en sí mismo y no se da cuenta de los demás (cf. Lc 10,25-37). De hecho, él interroga a Jesús sobre cómo se “hereda” la vida eterna, utilizando una expresión que la entiende como un derecho indiscutible. Pero detrás de esta pregunta quizá se oculta precisamente una necesidad de atención: la única palabra sobre la que pide explicaciones a Jesús es el término «prójimo», que literalmente significa el que está cerca.

Por eso Jesús cuenta una parábola que es un camino para transformar esa pregunta, para pasar del ¿quién me quiere? al ¿quién ha querido? La primera es una pregunta inmadura, la segunda es la pregunta del adulto que ha comprendido el sentido de su vida. La primera pregunta es la que pronunciamos cuando nos encerramos y esperamos; la segunda es la que nos impulsa a ponernos en camino.

La parábola que cuenta Jesús tiene, de hecho, como escenario precisamente un camino, y es un camino difícil y escarpado, como la vida. Es el camino que recorre un hombre que baja de Jerusalén, la ciudad en la montaña, a Jericó, la ciudad bajo el nivel del mar. Es una imagen que ya anticipa lo que podría suceder: ocurre en efecto que ese hombre es asaltado, golpeado, robado y dejado medio muerto. Es la experiencia que se vive cuando las situaciones, las personas, a veces incluso aquellos en quienes hemos confiado, nos quitan todo y nos dejan en medio del camino.

Pero la vida está hecha de encuentros, y en esos encuentros mostramos quiénes somos. Nos encontramos frente al otro, ante su fragilidad y su debilidad, y podemos decidir qué hacer: si hacernos cargo de él o hacer como si nada. Un sacerdote y un levita bajan por ese mismo camino. Son personas que prestan servicio en el Templo de Jerusalén, que habitan en el espacio sagrado. Y sin embargo, la práctica del culto no lleva automáticamente a ser compasivos. En efecto, antes que una cuestión religiosa, la compasión es una cuestión de humanidad. Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos.

Podemos imaginar que, después de haber estado mucho tiempo en Jerusalén, ese sacerdote y ese levita tienen prisa por volver a casa. Es precisamente la prisa, tan presente en nuestra vida, la que muchas veces nos impide sentir compasión. Quien piensa que su propio viaje debe tener prioridad, no está dispuesto a detenerse por otro.

Pero he aquí que llega alguien que efectivamente es capaz de detenerse: es un samaritano, uno que por tanto pertenece a un pueblo despreciado (cf. 2Re 17). En su caso, el texto no precisa la dirección, solo dice que estaba de viaje. Aquí la religiosidad no tiene nada que ver. Este samaritano se detiene simplemente porque es un hombre frente a otro hombre que necesita ayuda.

La compasión se expresa a través de gestos concretos. El evangelista Lucas se detiene en las acciones del samaritano, al que llamamos «bueno», pero que en el texto es simplemente una persona: el samaritano se acerca, porque si quieres ayudar a alguien no puedes pensar en mantenerte a distancia, debes implicarte, ensuciarte, quizá contaminarte; le venda las heridas después de haberlas limpiado con aceite y vino; lo monta sobre su cabalgadura, es decir, se hace cargo de él, porque se ayuda de verdad cuando uno está dispuesto a sentir el peso del dolor del otro; lo lleva a una posada donde gasta dinero, «dos denarios», más o menos dos jornadas de trabajo; y se compromete a volver y eventualmente a pagar más, porque el otro no es un paquete para entregar, sino alguien de quien hacerse cargo.

Queridos hermanos y hermanas, ¿cuándo seremos también nosotros capaces de interrumpir nuestro viaje y tener compasión? Cuando hayamos entendido que ese hombre herido en el camino nos representa a cada uno de nosotros. Y entonces, el recuerdo de todas las veces que Jesús se ha detenido para cuidarnos nos hará más capaces de compasión.

Recemos, pues, para que podamos crecer en humanidad, de modo que nuestras relaciones sean más verdaderas y más ricas en compasión. Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de tener cada vez más sus mismos sentimientos.

12 comentarios

Manuel
Y pienso más allá, siguiendo la reflexión del papa sobre Cristo que se detiene por nosotros. No sólo para... ¡Sino que ha cambiado su rumbo hacia el desvío más sucio y oscuro por dónde no dejamos de perdernos para encontrarnos, sacarnos y cuidarnos!
28/05/25 12:21 PM
feliciano
Está bien que el Papa se implique en estas cosas tan sencillas, pero tan olvidadas en nuestro mundo de hoy.- Esperamos cosechar con León XIV, si nos abrimos a la llamada y no nos limitamos al comentario frío y sin sentido.-
28/05/25 12:42 PM
Agape
Hermosa catequesis. Hasta ahora no había entendido esta parábola en todo su significado, el buen samaritano es Cristo, nuestro Señor.
28/05/25 12:56 PM
Reggie Dunlop
Menos mal. Este Papa promete y más.

Cuanto años llevamos diciendo que el problema de la gente es el sentimentalismo, olvidando que lo que nos diferencia de los angeles y nos asemeja a Dios son nuestras emociones, pasiones y sentimientos.

De lo que se trata es de tener los sentimientos de Cristo (además de la renovación de la mente y la voluntad de Cristo).

A mal sentimentalismo hay que oponer el sentimentalismo bueno de Cristo.

Sin afectos y sentimientos no puede haber bodas con el cordero, que es lo que nos distingue de los santos ángeles.

A la mala voluntad se le combate con buena voluntad. Al mal razonamiento con el correcto. Y a los malos sentimientos con los buenos.


28/05/25 2:56 PM
Jaime
Pidamos al Corazón de Cristo la gracia de hacer su voluntad.

Con sentimientos o sin ellos.
28/05/25 3:00 PM
Pacomio
GRACIAS SEÑOR POR NUESTRO PAPA.

María AUXILIADORA, Madre del Buen Consejo ruega por El y cuídalo
28/05/25 3:42 PM
anawim
Siguiendo la catequesis del Santo Padre, pienso en Cristo que se arrodilla en la Cruz para ayudar al hombre al que han asaltado los bandidos. Cristo no sólo ayuda, sino que ayuda arrodillado en la Cruz para enseñarnos a nosotros como tenemos que ayudar a nuestro prójimo necesitado.
28/05/25 4:25 PM
WALDEMIR
Jaime:
No conjuga pedir la gracia de cumplir la voluntad de Cristo, sin pedir la gracia de sentir como Cristo. No podemos pedir la gracia de cumplir Su voluntad, sintiendo lo que nos venga en gana.
28/05/25 8:52 PM
Maria Rosa Pinto López
Qué bien explicado. El sabe de lo que habla, porque lo ha practicado. Sino que se lo pregunten a los peruanos.
Qué suerte tenemos!!

Recemos por él. No un dia o dos, siempre. Nos necesita. Seamos fieles.
28/05/25 11:35 PM
javidaba
Esta catequesis del Papa, me deja tema de reflexión para (por lo menos) todo el día de hoy.
- ¿Está queriendo decir Jesucristo que las virtudes humanas son el cimiento, la sustentación de las virtudes cristianas?.
- ¿Está enseñando Nuestro Señor que el ser humano tiene posibilidades, capacidades, (y por tanto deberes) para educarse en un ideal que lo verdaderamente humano, y sobre ello construir su "castillo interior?
- La frase de Cristo «Convertíos y creed en el Evangelio», ¿podría glosarse como "Convertíos en verdaderos seres humanos para creer en el Evangelio?...

Verdaderamente esperanzador este Santo Padre que este Tiempo Pascual nos ha sido dado.
29/05/25 10:51 AM
Angel
El samaritano es Cristo. Cristo ayuda y cuida y se implica. Cristo paga con su sangre salvarnos. El Samaritano paga con su dinero el cuidado y la atencion. Decia Margaret Thacher (o se lo oí a ella), que nadie se acordaria del samaritano si solo hubiera tenido buenas intenciones y buenas palabras, nos acordamos de el por que dedico su tiempo y por que tenia dinero y lo dedico a esa persona....Cristo paga con su tiempo, palabra y sangre.... nosotros debemos pagar con buenas palabras, tiempo y ... si, señores.... dinero
29/05/25 5:22 PM
Pedro de Torrejón
San Pablo Apóstol ,no fue uno de los doce ,pero el Señor le designó la evangelización a los gentiles . Y le concedió la Gracia de escribir muchas Cartas que han servido de guía para la Iglesia : Apóstol de los gentiles y Doctor de la Iglesia.!

Me gusta el Papa León XIV : el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad ; ésto es así ,aunque también es la fuerza activa de Dios ,que se mueve cómo quiere y donde quiere ; pero la última palabra la tiene la Persona del Espíritu Santo : el Magisterio de la Iglesia con el Santo Padre a la Cabeza.

Lo del " Anciano de de Días " , no lo he inventado yo ; ya lo profetizó el Profeta Daniel. Y han sido otras religiones las que han reconocido al Santo Padre ; cómo Santo Tomás reconoció a Jesucristo resucitado :" mi Señor y mi Dios " ....... O : " Señor mio ,y Dios mío " .....
30/05/25 8:26 AM

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