(Die Tagespot/InfoCatólica) El Prefecto de la Congregación para Asuntos Religiosos contó con el consentimiento del Papa Pablo VI. Fue entonces cuando se permitió el regreso de Kentenich a Alemania.
En la carta fechada el 7 de agosto y recibida por Die Tagespot, la oficina de medios de comunicación del Movimiento de Schoenstatt se refiere a una correspondencia de los años ochenta, conocida recientemente, entre el entonces presidente de Schoenstatt, el actual cardenal chileno Francisco Javier Errazuriz, y el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger .
En carta del 15 de noviembre de 1983, el Cardenal Ratzinger respondió a la carta del chileno Errázuriz, sin entrar en detalles sobre la persona de Kentenich, y precisó las razones que llevaron al Santo Oficio en 1951 a actuar contra el fundador del Movimiento de Schoenstatt. Las mismas «sólo habían servido al objetivo de» proteger las ideas religiosas del Padre Kentenich, llevarlas al bienestar espiritual de la Iglesia y proteger la obra en su conjunto, así como a los miembros individuales de posibles peligros».
Con la declaración de no objeción (Nihil obstat) al proceso de beatificación de Kentenich en 1973, el Movimiento de Schoenstatt concluye que, según el juicio de la Congregación de la Fe, «ni una sola de las acusaciones o quejas que conoció sobre la enseñanza y las actividades del Padre Kentenich representó un obstáculo para la apertura de su proceso de beatificación»
El entonces obispo de Munster que incardinó a Kentenich, Mons. Joseph Höffner, afirmó que Kentenich podría «con el permiso de la Santa Sede dedicarse sin restricciones a la realización de la Obra de Schoenstatt que fundó». El obispo Höffner dijo que la preocupación de la Santa Sede era llevar a cabo «una normalización paso a paso, para asegurar el trabajo de Schoenstatt y evitar revuelo».
Ratzinger y Kentenich
La tesis expuesta en la carta interna del Movimiento Schoenstatt no concuerda con las recientes informaciones que apuntarían a que el cardenal Ratzinger no habría admitido que la rehabilitación de Kentenich hubiera tenido lugar.