No estoy dispuesta a vivir, lo que de vida me quede, sin aprender a caminar por lo que, sobre este mundo, el Señor deja como evidencia suya.
Desperté recordando a Fray Nelson Medina y en que, sin yo saber quién era, en uno de sus viajes a mi país, pidió a Luis Fernando Pérez mi correo ya que quería conocerme.
Tuve que ponerme a conocerlo por la red ya que, apenas había escuchado de él; al hacerlo caí en la cuenta que es un predicador muy conocido por lo que, creció mi curiosidad ya que me considero no mayor que una pequeña e ínfima persona.
El caso es que Fray se aproximó tal como Dios se aproxima, sin apenas entender de qué se trata, por qué ni para qué.
Por otro lado, Dios Todopoderoso y Bueno, también se aproxima y lo ha hecho siempre.
Conocerlo involucra interés de tu parte y mucha paciencia para, finalmente, comprender que no le interesa si eres solo una pequeña e ínfima persona sino lo que hay en tu corazón y de lo que, para tu sorpresa, parece estar enamorado.
Por eso digo que no estoy dispuesta seguir viviendo sin dedicar mi vida a descubrir por dónde y cómo se las agencia Dios para amarme y caminar por este mundo cerquita de mí.
Lo considero vital ya que, suponiendo que tambaleara los cimientos de la Iglesia, como -por ejemplo- tener un papa que no nos sirviera para confirmarnos en la fe y la moral y que, si –por un acaso- llegáramos a notar cuánta responsabilidad por nuestra salvación le habíamos entregado (sin saberlo ni debérselo, sino a Jesús), no quiero, una vez ante la presencia de Dios, llegar a darme cuenta del gran error cometido y, por esa razón, pasar en el purgatorio mayores penas de las debidas. Prefiero reconocerlos, arrepentirme y pagar aquí todos mis errores.
Mucha tontería podríamos sufrir aquí antes de irlas a sufrir al purgatorio y por eso es que, ni por un minuto seguiré sin prestar atención a la evidencia colocada en acontecimiento y personas.
Mucho encuentro singular nos sucede, como por ejemplo, hoy mismo advertí que la mayoría de mis seres queridos, tal como Joaquín Borderías, Saulo Medina y su hermano Fray Nelson, Laura Jiménez y algunos más, son de la Renovación Carismática y han venido siendo de las personas más pacientes, contentas, serviciales, entendidas y generosas que conozco; lo que no puede ser más que terreno firme por donde Dios quiere que pise.
Por otro lado, de los ciudadanos más responsables que conozco hacia la Iglesia, el Estado, sus familias y comunidad, son del Camino Neo-catecumenal. Conozco a chorros de ellos y son todas personas muy queridas de las que aprendo mucho por donde debo caminar.
Puedo decir que, por ejemplo, aquellos que conozco con formación del Opus Dei, son de las personas más sensatas, racionales, prudentes, alegres y valientes que conozco; por eso me divierto viendo los videos de San Josemaría ya que se entiende a la perfección de dónde se han nutrido. Tienen esa inteligencia del santo, su alegría, sabiduría, prudencia y sentido del humor. Es una delicia ver en ellos tantas virtudes puestas al servicio de Dios y del prójimo. Más terreno firme por el que puedo avanzar. Te das cuenta?
No digo menos de quienes he mencionado anteriormente.
Ahora bien, estarás preguntándote, de qué sirve identificar el sendero, las pistas, la evidencia que te deja Dios? De qué sirve, por ejemplo, vivir en estreches económica, quizá inmerso en una situación de enfermedad y/o de incomprensión familiar? De qué sirve sí, lo que deriva de ahí es solo sufrimiento inmerecido?
Sirve de mucho ya que, no es SOLO sufrimiento inmerecido, si no la mayor muestra del amor de Dios hacia tu persona, ¡LA MAYOR DE TODAS!.
Es cierto, humanamente hablando, no mereces sufrir; nadie lo merece. Dios lo sabe. Lo sabe tan bien que, por eso al Hijo le llamó “Predilecto” y dijo de el: “Este es mi Hijo, en quien me complazco” y, sin embargo, le permitió transitar por un sendero de dolor y sufrimiento, de pobreza e incomprensión.
Deja Jesús de ser hijo predilecto aunque en Getsemaní sudara sangre ante la gran angustia que le sobrevendría? Dejas de serlo cuando gimes y te quejas deseando no sufrir?
Te has puesto a pensar cómo ha de estar mirándote Dios Padre en ese momento?
Estaría haciéndolo con otra mirada que no fuera la que tiene para Jesús?
Debes creerlo, la que tiene para ti es la misma mirada.
Por el camino del dolor y el sufrimiento, indefectiblemente, se experimenta el amor de Dios; tan profundo y radical que quisiera uno morir para obtenerlo en su totalidad; sin embargo… vas echando cuenta de los días y de que no decrecen la angustia y dificultad, ni el dolor y sufrimiento; pero, por lo mismo, qué objeción vas a poner?
No es que querías seguir el camino trazado por Nuestro Señor al cielo? Acaso no es lo que siempre has querido y lo que has venido a decir aquí: “que no estás dispuesta a dejar pasar un minuto más sin descubrir por dónde y cómo se las agencia Dios para caminar por este mundo cerquita tuyo, sin perderte de su mano, sin abandonarte jamás”?