Hora del martirio (moral, de momento)
Yo creo que está fuera de duda que desde hace tiempo los católicos estamos viviendo un auténtico martirio moral que se viene agudizando en los últimos tiempos. Basta decir que eres católico para tener que aguantar lo indecible. Si además de católico, practicante, entonces apaga y vámonos. Católico de primera comunión y bautizo de la niña, pase. Católico de medalla de la Virgen del Carmen y escapulario de la hermandad, bueno. Pero católico de misa los domingos ya es preocupante. Como poco, fascista.
Los católicos estamos empezando a sentirnos en un nuevo apartheid según el cual no tenemos derecho a espacios públicos ni tan siquiera a que nuestras autoridades se arrimen a nosotros ni en días señalados tradicional e históricamente. Los nuevos apestados. Tenemos derecho a existir en nuestras catacumbas, en templos y sacristías, pero no nos está permitido publicitar lo nuestro, dejarnos ver. No tenemos derechos. Pero el estado que es bueno, aún nos tolera.

Lo primero aclarar que lo de “desventuras” no es más que una manera de titular, porque en la capilla de adoración perpetua todo lo que hay son “venturas” y de las grandes.
Me acaba de llamar un conocido. Vaya papeleta. El padre, anciano, completamente dependiente. La madre hospitalizada con un ictus severo. Dos hermanos. Uno viviendo fuera de Madrid, el otro trabajando horas y horas por un sueldo mínimo y mal viviendo en un piso compartido. La casa de los padres totalmente inadaptada. Imposible. La madre, ahora en un hospital de larga estancia, será dada de alta en un par de meses.
Hace apenas unos días. Como tantas veces, misa en un tanatorio madrileño. Fallece un feligrés, o un familiar de alguien de la parroquia y lo normal es que uno intente hacerse presente y ponerse a disposición de la familia. Si piden que presidas la misa de corpore insepulto en el mismo tanatorio pues hay que intentarlo.
No sé si demasiada ingenuidad o más mala uva de la necesaria, pero a mí eso de que todos amigos, todos hermanos y lo importante es llevarnos bien, siempre me ha parecido cosa que tiene más peligro que un mono con dos pistolas.