¿A quién vas a llamar?

Si buscas madre adoptiva, ¿a quién te gustaría elegir? ¿A la madrastra de Blancanieves? Solo si te encantan las manzanas envenenadas y hacer llorar a los enanitos.

Si deseas cazar un correcaminos, ¿a quién acudirás para que te enseñe? Puedes acudir al Coyote… si lo que quieres es no capturar nunca al correcaminos y sufrir la explosión de innumerables artefactos marca ACME.

Si quieres que un país sea próspero y tenga una economía saneada, ¿a quién conviene poner como presidente? ¿A ZP? Bueno, quizás mejor no.

Para el puesto de director de un banco de sangre, ¿a quién nombramos? Por lo pronto, eliminamos a los candidatos que se apelliden Von Nosequé, vayan vestidos de frac y sugieran que la entrevista se realice de noche y en una cripta.

Finalmente, si quieres saber si las opiniones de un teólogo sobre un tema en concreto son ortodoxas, ¿a quién vas a llamar? Está claro, a alguien que tenga innumerables cualidades en ese ámbito, a saber:

a) que tenga una larga experiencia como cazador de ultra-ortodoxo-católico-conservadores, resumida en “veinte años sin comerme una rosca”, y cuyo grito de guerra sea “¡¡Retiradaaaaa!!”.

b) que haya dado muestras numerosas de que no sabría reconocer la ortodoxia ni aunque le mordiese la nariz

c) que dirija un medio pluri-multi-muchi-confusional, donde Babel sea considerada el colmo de la unidad, donde las herejías (tipo Masiá o Arregui) se paseen como Lutero por su casa y donde una noticia solo sea noticia si daña a la Iglesia.

Y nosotros sin enterarnos.