Cambio de planes

Ushetu, Tanzania, 5 de mayo de 2016.

En el desayuno le decía al P. Víctor cuál era mi plan del día, sentarme en el escritorio de la oficina, y aprovechar a poner algunos trabajos de secretaría al día. Ya habrán escuchado la frase: “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Acto seguido, me dice Filipo que habían llamado de Seleli para pedir que vaya a ver a un enfermo. Mi primer reacción no fue de gran entusiasmo, lo digo sinceramente. Dios me conceda poder mejorar en esto y estar dispuesto desde el primer momento a cambiar mis planes cómodos. Tal vez si supieran dónde queda Seleli, me comprenderían un poco. Como una chicana para tomar tiempo y coraje pregunté si era un enfermo grave. Me dijo claramente que sí, que pedía la confesión y la unción. Deliberamos con el P. Víctor quién podría ir, pero vimos que lo mejor era que fuera yo, por la confesión y la dificultad del idioma. Así que allí mismo a reponerse. Cuando se toman las cosas por Dios, todo cambia, es decir que la visión sobrenatural nos hace capaces de afrontar todo.

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Seleli, les cuento, es una de las aldeas más lejanas hacia el sur de nuestra parroquia. Queda a 35 kilómetros, y en este tiempo de lluvias, hay un río no muy caudaloso, pero que no se puede cruzar en vehículo. Así que si se quiere ir en carro, se debe dar una vuelta de 51 kilómetros. Nada de esto me parecía conveniente. Finalmente programamos así: me llevaba en la motocicleta de la parroquia uno de los misioneros laicos, Mikaeli, hasta el río. Allí yo cruzaba en bote, y del otro lado que me esperara el catequista o algún familiar del enfermo, para llevarme en otra motocicleta hasta la casa. A veces las motocicletas las cruzan en los botes, pero si ustedes vieran lo que son los botes, comprenderán porqué dudé… además de que teníamos la experiencia del P. Johntin que una vez cruzando la motocicleta se le hundió en medio del río, y fue un problema sacarla, y luego hacerla funcionar de vuelta. Hubo que llamar a un mecánico que llegara hasta el río con sus herramientas, desarmar, armar, poner aceite nuevo… un gasto, pero sobre todo, el tiempo que todo eso llevó. Yo no quería correr el riesgo.

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Salimos cerca de las 10:30 am con Mikaeli rumbo hacia el río, pasando por la aldea de Mkwangulwa, luego nos perdimos un trecho, y debimos regresar, gracias a Dios no fue mucho. De allí atravesamos Makuba, una aldea nueva, donde no hay ninguna iglesia… la mirábamos con Mikaeli al pasar, con una ganas bárbaras de llegar misionar, plantar la semilla, comenzar con una capilla. Dios dirá cuándo lo haremos. Llegamos después a un gran campo de arroz que estaba todo inundado. Yo pensé que no pasábamos, pero Mikaeli es muy buen chofer, está acostumbrado a esto en los campos donde vive su familia… así que con mucha destreza, llevó la motocicleta en medio de esa gran laguna de unos 80 metros, con mucho barro abajo, y el agua llegando a los ejes de las ruedas. Prueba superada, llegamos al río.

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Allí llegó “el bote", si se le puede llamar así, a una especie de cáscara de nuez. Digamos mejor, es una corteza de árbol, cortada perfectamente, y donde pueden viajar varias personas, o bicicletas, etc. Los que hacen este trabajo, se ganan su dinero… en tiempo de lluvias nomás. Vimos cómo trasladaron una motocicleta desde el otro lado hasta nosotros. Luego yo me subí, al ver que en la otra orilla me esperaba el catequista Robert, de Seleli.

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Sin perder tiempo en saludos y presentaciones nos subimos a la motocicleta y salimos de viaje hacia Seleli. Les digo sinceramente que disfruté mucho el viaje, desde el principio. Esta época es muy bonita, mucho verde… y esta zona de la parroquia es particularmente hermosa porque hay mucho bosque virgen, con grandes árboles, alternando con los campos cultivados. El clima para andar en moto no podía ser mejor, ni frío ni calor.

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En el transcurso del viaje, ya que tuve un buen tiempo, iba pensando que en el bolsillo interior de mi sotana, muy cerca de mi corazón, llevaba la Eucaristía. Jesús recorriendo mi parroquia, y disfrutando conmigo de un paseo en motocicleta en un día fantástico. No podía estar mejor. El plan de Dios, como siempre, era excelente.

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Luego del río nos dirigimos a Itumbo, de allí pasamos por Nyassa, y llegamos a Mwendakulima. Allí paramos a cargar combustible… quiero que vean la foto de la gasolinera.

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Nos dirigimos ya sin paradas a Seleli. En el camino encontramos dos camiones atascados en el barro, y mucha gente trabajando para sacarlos. Me dijo Robert que hace mucho estaban allí, desde la mañana temprano. Cuando llegamos a Seleli, yo ya pensaba, “ya está"… pero no, seguimos y seguimos por una estrecha senda, por varios minutos más. Desde el río hasta llegar a la casa demoramos unos 45 minutos.

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Allí nos esperaba la familia, que se imaginan la alegría de que venga el sacerdote hasta su casa. Como siempre, una gran hospitalidad con el viajero… saben que viene de lejos, te reciben la mochila, te acercan una silla, saludan todos. Como yo había dejado a Mikaeli al otro lado del río esperándome, no quería demorarme demasiado. Le había dicho que se llevara una Biblia y la Imitación de Cristo, para aprovechar el tiempo, pero no quería demorarme porque él no tenía nada para comer.

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Confesé a Damasi, un abuelo, que estaba muy consiente, y que me largó todas las oraciones en sukuma. Gracias a Dios entendía swahili también. Preparamos las cosas, y junto con la familia, rezamos, le administré la unción y le di la comunión. No se lo veía tan mal, pero es un abuelo, estaba débil y nadie sabe… de paso que no es tan fácil llegar, mejor si piden los sacramentos con tiempo. Se sonrió muchísimo cuando nos despedimos. Me imagino que nos veremos en el cielo. Tal vez su sonrisa sea la misma, era impresionante la alegría que mostraba.

Quise salir de inmediato, pero la hospitalidad africana no se puede rechazar ni resistir. Ya habían preparado la comida. No hay desprecio mas grande que dejar a alguien con la comida que ha preparado para recibirte y agradecerte. Nos trajeron la comida a Robert y a mí, mientras ellos se quedaron fuera de la casa. Despachamos todo en pocos minutos, y emprendimos el regreso. Al ir recorriendo los senderos me admiraba de la grandeza del amor de Cristo, que ha querido llegar hasta ésa casa, personalmente, sacramentalmente. Cristo llega a donde no llega nadie.

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Luego de los 45 minutos de viaje estábamos en el río. Allí estaba fielmente esperando Mikaeli, bajo la sombra de un árbol. Nos esperó tres horas. Toda la travesía hasta regresar a la casa nos llevó cinco horas, dos motocicletas, un bote, seis aldeas… para ir a ver un enfermo, Damasi, que quería recibir los consuelos de la religión. Pensemos que Cristo hizo mucho más que todo esto para redimirnos.

Hoy me alegré de los planes de Dios, aunque me costó un poco al principio… debo aprender a confiar más.

¡Firmes en la brecha!

P. Diego Cano, IVE.

12 comentarios

  
Rafa
El hombre propone y Dios dispone. Es cierto, al principio uno cree que va a poder llevar a cabo algo, y enseguida viene Dios a poner orden en el día para hacer su voluntad.

Una pregunta padre, ¿cómo hace después de venir de un viaje tan cansado para retomar un poco las tareas, la oración, los oficios,...? En mi caso cuando vengo muy cansado de algún trabajo, y después de haber estado durante ese día rezando durante el trabajo (comentándole al Señor esto o lo otro, o pidiendo su ayuda para aflojar tal tornillo o saber que sucede) me viene a la cabeza una gran cansancio y dificultad para orar.
Siempre me recuerdo que una buena oración es el ofrecimiento de un trabajo bien hecho, pero me quedo muchas veces con el sinsabor de ese rato de oración que no hago por cansancio.
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Estimado Rafa: Muchas gracias por su comentario, y en cuanto a lo que pregunta, realmente necesitaría darle una respuesta más larga, pero el resumen que usted hizo está muy bien... "El ofrecimiento de un trabajo bien hecho". A veces no sé si el trabajo está bien hecho, pero sí ofrecerle el cansancio mismo, que se lo siente con gran alegría. Aunque a veces el breviaro se cae de las manos a la noche cuando terminamos el día. Dios ve la ofrenda que se ha hecho, y si es con cansancio... mejor. Dios lo bendiga. Y gracias por sus oraciones.
23/05/16 1:52 PM
  
José Ángel Antonio
Felicidades, gran historia, y magnífico fotorreportaje...
23/05/16 2:11 PM
  
josep
gracias
23/05/16 7:57 PM
  
Ronin
Dios le bendiga por lo que hace, padre Diego.
23/05/16 8:11 PM
  
Arturo Barradas Vazquez
Esto es genial, como va contando uno se llena de emocion, pues me senti que hacía este recorrido esplendoroso, yo que por la misericordia de Dios siento y estoy seguro de su llamado me fascino aunque no se muestra esa gran sonrisa de paz del enfermo! Pero el al saber que sacramentalmente Cristo esta con el, le da la paz y la alegria de la esperanza de estar un dia reinando con el Amado.
23/05/16 9:51 PM
  
Maria-Ar
Gracias Padre Diego! No se imagina el aliento que me mueve su anécdota.!
Rezo por ustedes! Y ...Firmes en la brecha!!
+
24/05/16 12:23 AM
  
Silvia Inés
Gracias, P.DIego, por catequizarnos a nosotros también y recordarnos lo que vale un alma!
24/05/16 12:25 AM
  
Miriam de Argentina
"En el transcurso del viaje, ya que tuve un buen tiempo, iba pensando que en el bolsillo interior de mi sotana, muy cerca de mi corazón, llevaba la Eucaristía. Jesús recorriendo mi parroquia, y disfrutando conmigo de un paseo en motocicleta en un día fantástico. No podía estar mejor."
Cuanta dulzura y delicadeza en este pequeño trozo! Es una muestra de su fe, de su hermosa fe, de la preciosa fe que profesamos. Dios lo bendiga inmensamente por regalarnos estos relatos lleno de la ternura de Dios. Unidos en oración.
24/05/16 8:39 PM
  
Rubèn
P.Diego siempre leemos sus bellisimas crónicas, un gran estímulo para los pesares de cada día.. Le ofrezco mis oraciones y le pido las suyas para toda la familia.
26/05/16 2:21 AM
  
Maria
"Dios me conceda poder mejorar en esto y estar dispuesto desde el primer momento a cambiar mis planes cómodos. "

Todo es maravilloso, padre Diego, pero me quedo con esa frase y la llevaré siempre conmigo, recordandole siempre en la oracióm

¡GRACIAS!!!
27/05/16 3:55 PM
  
Luis I. Amorós
Ese día usted fue instrumento de Dios de un modo tan nítido como pocas veces podremos la mayoría de cristianos: llevar a Cristo sacramentado, así como la reconciliación de Dios a personas (tan hijas de Dios como nosotros) que lo necesitaban, pero vivían muy apartados de una parroquia.

En occidente nos quejamos (y no sin razón), de la secularización y todos sus males, pero tenemos una parroquia a la vuelta de la esquina. Incluso los pueblos más pequeños y alejados, tienen su cura párroco que pasa una o dos veces por semana como mínimo. Y en caso de emergencia, un vehículo te lleva en una cómoda carretera en media hora desde la parroquia más cercana. No apreciamos estas cosas. No las apreciamos.

Gracias al Espíritu Santo por echar mano de usted, reverendo. Siervo útil ha sido, y el Señor se lo tendrá en cuenta.
Todos necesitamos tanto que en el atardecer de la vida podamos presentar al examen del amor obras buenas.

Felicidades padre.

Un abrazo muy fuerte en Cristo desde España. Nuestras oraciones con los misioneros y las almas a ellos encomendadas.
30/05/16 3:49 PM
  
Ebrique R.
Como Samuel!
13/06/16 3:56 PM

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