Como vivimos el Cónclave en Tanzania

(Carta que le envié a mi Superior General, p. Carlos Walker, IVE)

Querido Padre Carlos:

Espero que se encuentre muy bien.

Si bien ya es tarde por estos lados… no quiero dejar de escribirle sobre esto, ya que el pedido que usted hizo los otros días en la circular a los miembros del IVE, me movió a contarle de cómo se viven estos momentos de la iglesia estando en la misión.

La verdad que ha sido muy edificante para mí el ejemplo de la gente. Aquí estamos en medio del campo, como usted bien sabe. No hay televisión, y casi que no se leen periódicos… sólo escuchan algo de radio. Todo eso hace que se viva muy apartado de todo. La gente es muy sencilla, agricultores, campesinos. Muchos de ellos ni siquiera hablan el swahili, sino que hablan el dialecto sukuma.

Además, los católicos no son mayoría pero eso hace que muchos de los que son católicos busquen dar testimonio, ante paganos y musulmanes. Y la gente ama su fe católica y los otros días lo pude ver. Cuando en la misa del 12 de febrero, al día siguiente del anuncio de Benedicto XVI de su renuncia, le pedí al catequista que le explicara a la gente. El P. Johntin no estaba aquí, porque había tenido que ir a unas comunidades por tres días. Yo no puedo hablar swahili así que Filipo habló a la gente que vino a misa esa mañana de día de semana. La reacción en las caras de la gente fue de gran sorpresa. Muchos conocen muy poco, capaz que ni saben dónde queda Roma o Italia pero saben que el Papa es el jefe de la Iglesia, el sucesor de Pedro, es quien nos representa a todos, y es nuestro padre, se sabe simplemente por el nombre con que se lo llama “Baba Mtakatifu” (Santo Padre) como en todos lados.

Pero ahí uno percibe que la fe es algo que supera los idiomas y las culturas. En la misa del domingo ya con la iglesia llena, el silencio que se hizo fue mas impactante. Ya desde el día siguiente, en las intenciones del rosario venía nombrado el Santo Padre, y quien será su sucesor.

Se nos ocurrió invitar a rezar por el Papa, y por la Iglesia, el día jueves 28 de febrero, a la hora que Benedicto XVI dejaba de guiar a la iglesia. Hicimos dos horas de adoración con rosarios, con cantos, y con oración en silencio. Era bastante tarde para lo que se acostumbra aquí en el campo, casi como una noche heroica, ya que esta gente trabaja desde muy temprano en el campo, con trabajos duros, bajo el sol, y sin descanso de siesta. Pero allí estaba un nutrido grupo de hombres y mujeres, algunos ancianos que arrastran los pies para caminar ayudados con bastón, y que deben venir de cierta distancia por el campo. Algunos niños y jóvenes también. Realmente conmovedor verlos rezar, desde las nueve a las once de la noche, con muy poca luz, en la iglesia en un iglesia metida en el centro de Tanzania en África latiendo con el corazón de la Iglesia.

Finalmente, le cuento que el viernes primero de mes en el Vía Crucis de la tarde había mucha gente. Y lo primero que avisó el P. Johntin era que ya no teníamos Papa, que había que rezar por Benedicto XVI, por la iglesia, por el cónclave. Y esto fue algo muy edificante también, ver el silencio con el que recibieron esta exhortación y cómo se rezó ese Vía Crucis.

Puedo decir que si bien las noticias vienen por cuentagotas estos momentos se viven con gran intensidad espiritual. Y que se experimenta en la misión lo grandioso de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Cómo los miembros de un lugar tan alejado y olvidado del mundo, pueden estar rezando y sacrificándose por el Papa y por la Iglesia. Muchos de ellos nunca han visto ni una foto del Santo Padre. Pero entienden que es el que representa a Cristo, su vicario. Nosotros, cada uno, miembros vivos de esa iglesia.Desde ya me imagino la gran alegría que manifestarán cuando se enteren de la elección del nuevo Sucesor de San Pedro hay que verlos vivir los misterios.

Como Cristo nos dijo, “te bendigo y te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes de este mundo, y se las revelaste a los pequeños”.Le mando un gran abrazo.

¡Firmes en la brecha!

Canito.

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