LIV. El pecado y la pasión de Cristo
Liberación de la pena y de la culpa del pecado[1]
En el artículo tercero de la cuestión dedicada a los efectos de la pasión de Cristo, se ocupa Santo Tomás de la liberación de los hombres de la pena del pecado. Afirma que el tercer efecto de la pasión de Cristo fue que fuimos librados de la pena del pecado. Así: «se lee en el Apocalipsis que Cristo: «Nos amó y nos limpió de los pecados con su sangre» (Ap 1, 5)»[2].
Aclara seguidamente que: «De dos maneras fuimos librados por la pasión de Cristo del reato de la pena», de la obligación o débito por el pecado, aun que haya sido perdonado. «De una manera, directamente, en cuanto que la pasión de Cristo fue una satisfacción suficiente y sobreabundante por los pecados de todo el género humano. Y, una vez ofrecida la satisfacción suficiente, se quita el reato de la pena. La otra manera es indirecta, en cuanto que la pasión de Cristo es causa de la remisión del pecado, en el que se funda el reato de la pena»[3], porque con la remisión, perdón o absolución de la culpa del pecado, da lugar al castigo, pero que fue quitado.