LXXXVI. La acción del Espíritu Santo

1004. –La procesión de la voluntad o del amor de Dios, del amor mutuo entre el Padre y el Hijo, origina al Espíritu Santo. ¿Esta procesión de la Tercera persona es una generación?
– La procesión de la voluntad divina no es ni puede denominarse generación, porque, aunque lo querido o amado se encuentra en la voluntad amante, no está como el objeto entendido en el entendimiento, como verbo, que está presente como una semejanza específica del objeto y que ha sido engendrado por el mismo entendimiento.
Explica Santo Tomás, al final del capítulo dedicado a la divinidad del Espíritu Santo, del cuarto libro de la Suma contra los gentiles: «Lo amado no está en el amante según la semejanza específica, como está lo entendido en el que entiende y que todo lo que procede de otro como engendrado, procede del que lo engendra según la semejanza específica, resulta que la procedencia de una cosa que ha de estar en la voluntad, como el amado en el amante, no es a modo de generación, como lo es, en cambio, la procedencia de una cosa que ha de estar en el entendimiento, como se demostró (IV, c. 11)».
La procesión de la voluntad es la de un impulso o movimiento, como el que se dice que uno es impulsado o movido por el amor a hacer algo. Lo que se ama también está en la voluntad, pero de distinta manera que lo que está en el entendimiento, porque en la voluntad del que ama está lo amado como inclinación o tendencia a lo que se quiere. «En conclusión, el Dios procedente como amor no procede como engendrado ni, por consiguiente, puede decirse hijo».

990. –Además de la procesión del Verbo, hay en Dios otra, que da origen al Espíritu Santo ¿Cómo explica el Aquinate que deba afirmarse su existencia?
973. –¿Examinada la escala de los entes según su generación, cómo hay que entender la generación divina?
958. –Según el arrianismo el Logos, o Verbo de Dios, no tenía naturaleza divina, ni era eterno. Había sido creado con una participación en la divinidad, pero superior a la de los ángeles. Se encarnó como alma de un cuerpo, para constituir a Cristo, que no es así ni verdadero Dios ni verdadero hombre. ¿Cuál es la crítica del Aquinate?
946. –¿Por qué el Aquinate, en el siguiente capítulo, continua con la reflexión sobre el Hijo de Dios?





