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16.11.11

Darwin a juicio (5)

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el post anterior, comentando el Capítulo 3 de este libro (titulado “Mutaciones grandes y pequeñas”), presenté las principales dificultades del darwinismo ortodoxo, que se adhiere rígidamente al gradualismo de Darwin, es decir a su visión de que la evolución consiste en una enorme sucesión de micro-mutaciones. En este post presentaré brevemente las principales dificultades del darwinismo “saltacionista” (heterodoxo) de Goldschmidt, que concibe una evolución basada en macro-mutaciones.

2. Tribulaciones del darwinismo saltacionista

A mediados del siglo XX, el Profesor Richard Goldschmidt desafió a los neodarwinistas invitándolos a explicar cómo una serie de estructuras complejas, incluyendo por ejemplo el pelo de los mamíferos y la hemoglobina, pudo haberse producido por acumulación y selección de mutaciones pequeñas, cosa que él juzgó imposible. Goldschmidt concluyó que la evolución darwinista no podía dar cuenta más que de variaciones dentro de la frontera de la especie y que la evolución más allá de ese punto debe de haber ocurrido a grandes saltos, a través de macro-mutaciones. Él reconoció que las mutaciones a gran escala producirían en casi todos los casos monstruos mal adaptados, pero pensaba que en raras ocasiones un accidente afortunado podría producir un miembro de una nueva especie con capacidad de sobrevivir y propagarse. Sus adversarios llamaron a estas ideas la teoría del “monstruo esperanzado” (“hopeful monster”).

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13.11.11

Darwin a juicio (4)

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el Capítulo 3 de este libro (titulado “Mutaciones grandes y pequeñas”), Phillip Johnson presenta las principales dificultades de las dos formas principales del darwinismo actual: I) el darwinismo ortodoxo, que se adhiere rígidamente al gradualismo de Darwin, es decir a su visión de que la evolución consiste en una enorme sucesión de micromutaciones; y II) el “saltacionismo” de Goldschmidt y Gould, que concibe una evolución basada en macromutaciones.

1. Tribulaciones del darwinismo ortodoxo

El compromiso de Charles Darwin con el gradualismo era total. En sus propias palabras: “La selección natural puede actuar sólo mediante la preservación y acumulación de modificaciones heredadas infinitesimalmente pequeñas… La selección natural, si fuere un principio verdadero, desterrará la creencia en la creación continuada de nuevos seres orgánicos o en cualquier modificación grande y súbita en su estructura.” (p. 54). Él mismo escribió también lo siguiente: “Si pudiera demostrarse que existió cualquier órgano complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones numerosas, sucesivas y leves, mi teoría fracasaría absolutamente.” (p. 58).

El registro fósil constituye el mayor problema de este gradualismo, puesto que no provee evidencia de las muchísimas formas transicionales requeridas por la teoría de Darwin. Johnson pospone el análisis de este problema hasta el capítulo siguiente y se concentra aquí en otra gravísima dificultad: los cuerpos animales están repletos de órganos que requieren una intrincada combinación de partes complejas para poder cumplir sus funciones. ¿Cómo tales órganos pueden haberse formado mediante una enorme cantidad de variaciones aleatorias pequeñísimas, cada una de ellas favorable para el animal preservado? Johnson analiza, entre otros, dos ejemplos clásicos: el ojo y el ala. El célebre darwinista (heterodoxo) ateo Stephen Jay Gould se planteó a sí mismo “la excelente pregunta: ¿Para qué sirve el 5% de un ojo?” El aún más célebre darwinista (ortodoxo) ateo Richard Dawkins respondió que sirve para tener un 5% de visión. Johnson subraya que es una falacia suponer que el 5% de un ojo implica el 5% de visión normal (p. 55). Además, Dawkins reafirma la respuesta de Darwin al problema del ojo. Entre los animales vivientes hay distintos tipos de ojos, que permiten concebir una serie de diseños intermedios. Sin embargo, según el conocimiento actual, se piensa que esos distintos tipos de ojos no surgieron los unos de los otros. El eminente darwinista ortodoxo Ernst Mayr sostuvo que el ojo debe de haber evolucionado independientemente al menos 40 veces. Johnson replica preguntando por qué las formas más primitivas de ojos subsisten todavía, sin haber evolucionado hacia formas más avanzadas. En este punto yo plantearía una objeción aún más fuerte: ¿Cómo el mismo suceso de altísima improbabilidad puede haber ocurrido 40 veces en eventos independientes entre sí?

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11.11.11

Darwin a juicio (3)

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el post anterior presenté el excelente análisis que, en la segunda parte del Capítulo 2, Phillip Johnson hace de tres de las cuatro formas diferentes en que los darwinistas consideran la selección natural: como una tautología, como un argumento deductivo y como una hipótesis científica. Corresponde ahora presentar la cuarta forma.

4. La selección natural como una necesidad filosófica (cf. pp. 48-52).

La Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos ha declarado que la característica más básica de la ciencia es la “dependencia de explicaciones naturalistas”, en oposición a “medios sobrenaturales inaccesibles al entendimiento humano”. Así se clasifica como científicamente inaceptable la idea de que Dios de algún modo dirige la evolución. Si la ciencia ha de tener alguna explicación de la complejidad biológica, debe arreglárselas con lo que queda después de haber excluido lo considerado inaceptable. La selección natural es quizás la mejor de las alternativas restantes, y probablemente la única alternativa. En esta situación algunas personas deciden que el darwinismo simplemente debe ser verdadero. Para ellos no hay necesidad de comprobar la teoría misma, porque no hay ninguna alternativa respetable.

Aunque no se llegue al extremo de aceptar al darwinismo simplemente como principio filosófico, hay una gran diferencia entre estas dos actitudes hacia la evidencia empírica: la de quien busca probar si una teoría dudosa es cierta o no, y la de quien sólo busca confirmar la única teoría que está dispuesto a aceptar. Ya hemos visto que muchos científicos distinguidos a menudo aceptaron acríticamente la cuestionable analogía entre la selección natural y la selección artificial o no detectaron las falacias de las formulaciones de la selección natural como tautología o como deducción lógica. Tales absurdos sobrevivieron y se reprodujeron por la misma razón que a veces una especie incompetente evita la extinción: no había una competencia efectiva en su nicho ecológico.

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8.11.11

Darwin a juicio (2)

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el presente post comenzaré a presentar de forma resumida el excelente análisis que, en la segunda parte del Capítulo 2, Phillip Johnson hace de las cuatro formas diferentes en que los darwinistas consideran la selección natural: como una tautología, como un argumento deductivo, como una hipótesis científica y como una necesidad filosófica.

1. La selección natural como una tautología (cf. pp. 39-43)

Muchos darwinistas prominentes han presentado la selección natural como una tautología, una forma de decir lo mismo dos veces. Johnson ilustra este punto con citas de J. B. S. Haldane, Ernst Mayr, George Gaylord Simpson y C. H. Waddington. En su formulación tautológica, la teoría darwinista predice que los organismos más aptos producirán la mayor descendencia, y define los organismos más aptos como aquellos que producen la mayor descendencia. Por lo tanto, esa teoría se reduce a la tautología de que los organismos que dejan la mayor descendencia dejan la mayor descendencia.

Johnson dice que la cita de Waddington “merece ser preservada para la posteridad”: “La principal contribución de Darwin fue, por supuesto, la sugerencia de que la evolución puede ser explicada por la selección natural de variaciones aleatorias. La selección natural, que al principio fue considerada como si fuera una hipótesis que necesitaba una confirmación experimental u observacional, en una inspección más cercana resulta ser una tautología, una afirmación de una relación inevitable pero previamente no reconocida. Afirma que los individuos más aptos en una población (definidos como aquellos que dejan una mayor descendencia) dejarán una mayor descendencia. Este hecho de ningún modo reduce la magnitud del logro de Darwin; sólo después de que fue claramente formulado, los biólogos pudieron darse cuenta del enorme poder del principio como un arma de explicación.” (pp. 41-42).

Waddington escribió esto en un artículo presentado en un gran evento de la Universidad de Chicago en 1959, celebrando el 100º aniversario de la publicación de El origen de las especies. Johnson comenta: “Aparentemente, ninguna de las distinguidas autoridades presentes dijo a Waddington que una tautología no explica nada. Cuando quiero saber cómo un pez puede convertirse en un hombre, no soy iluminado si se me dice que los organismos que dejan la mayor descendencia son los que dejan la mayor descendencia.” (p. 42).

El famoso filósofo de la ciencia Karl Popper criticó duramente la formulación tautológica de la selección natural. Desde entonces, acusando el golpe, los darwinistas intentan no enunciarla, aunque a menudo continúan empleándola en la práctica.

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29.10.11

Video promocional de "En el principio era el Logos. Apologética católica en diálogo con los no creyentes"

Agradezco profundamente a Bruno Moreno por esta iniciativa y lo felicito por su creatividad.

Ruego a los lectores habituales de este blog que tengan a bien contribuir a la difusión de este video. Desde ya muchas gracias por su atención.

Les recuerdo la dirección de la Editorial Vita Brevis, donde pueden comprar este y otros interesantes libros: http://www.vitabrevis.es