¿Qué le vas a regalar a Jesús?

Hace poco volví a escuchar aquella pregunta que me ha cautivado en cada Diciembre: ¿Y tú, qué le vas a regalar al Niño Jesús? Es una pregunta sencilla, casi infantil, pero con frecuencia las respuestas tienen inesperada profundidad.

Esa pregunta ha sido respondida en clave humorística, haciendo mofa, por ejemplo, de la vida política de nuestros países. El asunto tiene su gracia pero no es lo que más atrae nuestra atención en este momento.

Más interesante es la respuesta en clave afectiva y nostálgica, con un toque de belleza e inocencia, como cuando “El Niño del Tambor” (El Tamborilero) regaló al Niño Dios su destartalado tamborcito, después de asegurar de ese juguete que “su ronco acento es un canto de amor.”

En clave práctica y solidaria muchos reflexionan sobre el don de la vida, y lo que implica defender la vida humana, rescatando seres humanos del genocidio abortista, o de las cadenas de la pobreza o el maltrato infantil.

En clave artística y literaria, bien sabemos cómo el Niño del Portal ha sido fuente inagotable de poemas, cuentos, cuadros, esculturas, representaciones teatrales, autos sacramentales, meditaciones en prosa y verso. Muchos de los autores así inspirados han ofrecido o “regalado” sus obras a Cristo.

En clave espiritual y mística, la respuesta es obvia: lo que hay que regalar al Niño es el don de la propia vida; lo que hay que ofrecer es la propia persona, el propio ser.

En clave de evangelización sabemos que el regalo es: corazones convertidos; hombres y mujeres gozosos de celebrar el amor que ha visitado nuestra tierra con la llegada del Recién Nacido.

Otro modo de abordar la pregunta es pensando en objetos específicos, que por su significado o por la manera como nos han ayudado o impedido la recepción del Evangelio. Del mismo modo que hay personas que dejan sus muletas en aquel santuario en que han recobrado la salud, uno podría pensar en dejar a los pies del Niño Dios aquello que ha marcado alguna época de la vida con los trazos indelebles del dolor o la carencia. O también: todo aquello que se ha convertido en símbolo de la victoria del amor cristiano.

Según este criterio, los enemigos reconciliados deberían dejar un “Acta de Perdón” en el Portal de Belén.

Aquella pluma, o lápiz, o bolígrafo con que escribiste tu más hermosa Carta de Amor podría bien reposar junto a Cristo, como tributo a Aquel que nos ha amado sobre toda medida.

Las fotografías de aquel retiro o peregrinación en que te encontraste con el Hijo de Dios y Redentor de los Hombres, deberían ser tu homenaje de gratitud a Aquel que fue causa de tu regocijo.

Muchas parejas felizmente casadas saben que sólo junto a Jesús Niño hay un lugar digno para sus anillos o alianzas matrimoniales. Algo parecido dirán obispos y sacerdotes piadosos en relación con aquellos emblemas o recuerdos de su propia ordenación.

En clave personal, confieso que he llegado a mirar mi servicio en Internet, y en particular mi Casa para tu Fe Católica como el testamento que podré dejar, con humilde y tembloroso amor, a mis hermanos en la fe. Hoy le regalo mi página web a Jesús Niño, y en ella, todo el bien que el ministerio de la predicación pueda hacer para gloria suya y de su Santa Iglesia.

¿Y tú, qué le vas a regalar al Niño Jesús?

Fr. Nelson Medina, O.P.

2 comentarios

  
Eleuterio
Yo quiero regalarle al Niño Jesús mi trabajo por los demás; quiero regalarle la comprensión hacia las opiniones ajenas; quiero regalarle la entrega sin medida; quiero regalarle la lucha porque la Palabra de Dios sea difundida; quiero regalarle, en fin, siempre, el amor.
23/12/08 9:37 AM
  
Inukai
¡Bravo por su regalo, fray Nelson! Da gozo ver que las nuevas tecnologias tienen tambien su sitio junto al portal. Una pregunta: ¿no le roba el ordenador demasiado tiempo para la oracion? Es un vicio esto, es un vicio...
23/12/08 11:44 AM

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