Cuaresma, tiempo de sanación
Una mala interpretación de la penitencia, la ve simplemente como un castigo fuerte, o peor, como un deseo extraño de sufrir. Y puesto que la penitencia es tan propia de la Cuaresma, la consecuencia es que se empieza a ver la Cuaresma como un tiempo incómodo que sencillamente no se ajusta a nuestro estilo de vida, y por consiguiente puede ser omitido.
El principal y más grave olvido en ese modo de pensar es que nuestro trabajo cuaresmal tiene un propósito medicinal. En efecto, el Miércoles de Ceniza decimos: “que la penitencia corporal, propia de este tiempo, sirva para la renovación espiritual de todos tus fieles.” El dolor, el sacrificio, el ayuno, la abstinencia, no son fines en sí mismos sinoejercicios que quieren acercarnos a un fin de renovación interior.
Con ese espíritu de curación y de renovación estamos ofreciendo breves meditaciones (180 segundos cada una) para cada día de este precioso tiempo. El nombre de esa serie de audios es: “Cuaresma de Sanación” y la encuentras haciendo clic en este enlace.
Para la muestra, la siguiente es la meditación para el Sábado después de Ceniza:
Postadata (1 de Marzo de 2020)
Como un simple ejemplo de una oración de sanación, que fue pronunciada y vivida en el VIII Congreso de la Divina Misericordia en Dallas, Texas (Febrero de 2020), comparto:

Al momento de escribir estas líneas es grande la incertidumbre con respecto a numerosos centros de manufactura, dinámicas comerciales, industria del turismo, y muchos más aspectos de la vida cotidiana de millones de personas. Lo único que parece seguro, a falta de un tratamiento probado o una vacuna eficaz, es la palabra cuarentena: separación, precaución, incluso aislamiento.
En efecto, si cualquiera de nosotros busca en imágenes de Internet los términos “pachamama,” “madre tierra,” “mother earth,” “amazonian fertility” o expresiones parecidas, lo único que sale es la alusión a este episodio de los jardines del Vaticano, o al “robo” posterior de las imágenes; o sea, todo conduce a la misma figura que hemos visto en las noticias. Aún más: si usted toma una foto de esas esculturas o representaciones y luego usa esa foto como búsqueda de imágenes en Google no obtiene una sola coincidencia. Eso sugiere algo extraño: la tal figura NO representa nada “ancestral” de la cultura de la Amazonía; no parece ser ni siquiera la obra de los indígenas amazónicos sino de algún artista (llamémosle así), indígena o no, que, apoyado por otros, ha conseguido que su talla en madera llegue hasta el centro católico más importante y visible del mundo entero. Esa persona o ese grupo de personas quieren que pensemos que ellos son representantes o voceros de los indígenas, de modo que cualquier ataque a esa imagen o a esa supuesta espiritualidad “amazónica” es un ataque a los indígenas.
En efecto, el Cristo que se nos da como alimento es el mismo que nos habla a través de su Palabra. Dice hermosamente la Carta a los Hebreos en su comienzo: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A este lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa.”





