3.03.17

¡Estrenamos Misal!

Nuevo misal romano

Una presentación sintética puede servirnos de ayuda para captar qué es el Misal romano, qué significa una nueva edición y cuál son sus principales cambios. Conocerlo será mejor nuestra vivencia y participación en la santa Eucaristía… porque lo vamos a estrenar este I Domingo de Cuaresma y es obligatorio para todas las iglesias, parroquias, monasterios, conventos… en España.

¿Qué es el Misal?

* El Misal es el libro que contiene los textos y oraciones para celebrar la Santa Misa, el libro del altar. En sus primeras páginas ofrece toda la normativa y explicaciones de cómo se ha de celebrar paso a paso (se llama “Ordenación General del Misal Romano”).

* Aunque sea el libro del altar, no es el libro del sacerdote y para el sacerdote; porque la Eucaristía es sacramento de la Iglesia a todos nos incumbe.

* El Misal busca la participación plena, consciente, interior, fructuosa de todos: que vivamos más y mejor la Santa Misa tomando parte de ella y ofreciéndonos con Cristo al Padre.

* El Misal es de toda la Iglesia y para todos los fieles también; el mejor libro para orar. El Misal nos enseña a orar y cómo ora y celebra la Iglesia. Sirve por tanto para la oración personal y para prepararnos a la Misa.

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20.02.17

Cenizas para un Miércoles penitencial, el rito

Miércoles de ceniza

1. Su origen y su vigencia

Rito penitencial antiguo, con el cual los pecadores se agregaban al Orden de los penitentes, quedaban excluidos de la Comunión eucarística y de la posibilidad de ofrecer, con ayunos y oraciones, durante un tiempo amplio, hoy las cenizas nos indican a todos los fieles el camino penitencial (¡y bautismal!) de la santa Cuaresma.

Impresionante y conmovedor rito, que bien vivido, con la suficiente densidad espiritual, sin duda marcará el inicio de la Cuaresma señalando un “algo” distinto que comienza, un “algo” que es un tiempo de gracia, de cambio, de acercamiento a Dios, de caducidad de todo lo perecedero en lo que ponemos, tantas veces, las raíces de nuestra existencia.

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13.02.17

El Lavabo de manos en la Misa

Como a veces se presenta el Lavabo de las manos del sacerdote en la Misa como consecuencia de recibir él personalmente las ofrendas al pie del altar, veamos primero el rito de las ofrendas, la ubicación del lavabo y el modo de realizarlo hoy según el Misal romano.

La oblación de los fieles está documentada entre otros por san Cipriano, san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín, san Cesáreo de Arlés, san Gregorio Magno y el Ordo Romanus (OR) I.

Las Constituciones Apostólicas establecían la materia de las ofrendas: «No se ha de llevar cualquier cosa al altar, salvo en su época, las espigas nuevas, las uvas, también el aceite para la santa lámpara y el incienso para el momento de la divina oblación. Las demás cosas que se presenten sean destinadas a la casa, como presentes para el obispo o los presbíteros, pero no para el altar» (VIII, 47,3-4 SC 336,274-276).

Sabemos por las mismas Constituciones (VIII, 12,3) que los dones aportados por el pueblo eran llevados por los diáconos al altar. Lo mismo decía la Tradición Apostólica: offerant diaconi oblationes (c. 4). Las aportaciones de los fieles se convirtieron en Occidente en una auténtica processio oblationis. Más tarde, en Roma según atestiguan los Ordines, el traslado de los dones fue una tarea clerical sin solemnidad especial: OR I, 69ss (OR II, 91ss).

El complicado esquema de la Misa papal en el Ordo I era así:

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6.02.17

El austero rito de la paz en la Misa romana

Es característica esencial y propia del rito romano que la paz se intercambia después del Padrenuestro y -antes de la Fracción del Pan, según lo determinó en el siglo VI san Gregorio Magno.

Desde entonces hasta hoy es uno de los rasgos propios del rito romano -como lo es también, por ejemplo, arrodillarse en la consagración y que las especies se muestren para la adoración después de la consagración-.

El Sínodo sobre la Eucaristía, en el pontificado de Benedicto XVI, sugirió desplazar el rito de la paz romano para anteponerlo al Ofertorio, en vistas, sobre todo, a no perturbar el ritmo de recogimiento antes de la comunión, dados los múltiples abusos de este rito que se ha visto desbordado por efusividad y movimientos.

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30.01.17

El salmo responsorial: ¡cantemos!

La Introducción al Leccionario de la Misa destaca el valor del salmo responsorial en la Misa, su canto, su valor espiritual y catequético, así como la imposibilidad de sustituirlo por cualquier otro canto.

El salmo, en la liturgia de la Palabra, provoca la respuesta de fe y el asentimiento al diálogo de salvación que Dios realiza en la acción litúrgica. Va en relación con el contenido de la primera lectura, o con el sentido general del tiempo: salmos mesiánicos en Navidad (“Cantad al Señor un cántico nuevo…”) o salmo pascual 117 a lo largo de la cincuentena pascual (“La piedra que desecharon los arquitectos…”).

Una mala praxis ha arrinconado el canto del salmo, incluso en coros y corales en las grandes solemnidades, recitándolo simplemente con lo que se reduce a ser una lectura más con menos resonancia poética y espiritual. Es curioso que coros parroquiales o corales para grandes días canten todo (hasta lo que no hay que cantar, como el inexistente “Canto de paz”, y se olviden o ignoren siempre el salmo). Otra praxis, aún más grave, prefiere cantar cualquier otro canto con tal de cantar algo: ¿se puede sustituir acaso la Palabra de Dios inspirada por una palabra humana?

Una gran ayuda es el “Libro del salmista” que el Secretariado Nacional de Liturgia en España publicó hace años, con la musicalización de todos los salmos responsoriales y sus respuestas, y que debiera ser un referente para la liturgia eucarística dominical cuando el coro prepara o ensaya los cantos. Y, si no hubiere salmista para cantar él solo las estrofas desde el ambón, al menos que se cante la respuesta cada domingo.

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