InfoCatólica / Temas de Historia de la Iglesia / Categoría: Memoria Histórica

30.06.10

Monseñor Basulto, obispo de Jaen, un paso más cercano a los altares

LOS TEÓLOGOS DEL VATICANO APRUEBAN UNÁNIMEMENTE EL CARÁCTER MARTIRIAL DE LA MUERTE DE DON MANUEL BASULTO

El pasado martes 21 de junio, en la vaticana Congregación para las Causas de los Santos, se reunieron un grupo de 8 Consultores Teólogos presididos por el Promotor General de la Fe (el que antes se conocía popularmente por el “Abogado del diablo”) para valorar la Causa de beatificación, por vía de martirio, del que fue obispo de Jaen, Monseñor Manuel Basulto Jiménez, asesinado en el madrileño pueblo de Vallecas el 12 de agosto de 1936. Junto a él, se valoraba también el martirio de otros 5 compañeros de la misma suerte trágica: El entonces Vicario general de Jaen, dos sacerdotes, un seminarista y un laico de la Acción Católica. Por si a alguien le pudiera caber alguna duda, ya digo desde el principio que el parecer de todos los presentes fue unánime.

De modo paralelo en esa misma tarde, el grupo de Teólogos valoró otra Causa de Beatificación proveniente de Jaen, también por vía de martirio: Se trataba de la religiosa Franciscana de la Divina Pastora, Victoria Valverde, asesinada brutalmente en enero de 1937 junto a otras superioras religiosas de la localidad jienense de Martos: La de las Trinitarias y la de las Clarisas. Lo que tuvieron que pasar estas tres mujeres antes de ser asesinadas, se lo puede uno imaginar, solamente decir que uno de los milicianos que participaron al asesinato comentó: “Yo nunca creí que las monjas eran vírgenes hasta hoy”. Ni que decir tiene que también en el caso de Sor Victoria el voto de los teólogos fue unánime.

Dicha unanimidad de parecer deja las puertas abiertas al estudio de estas Causas por parte de los Obispos y Cardenales pertenecientes al dicasterio de las Causas de los Santos, cosa que ocurrirá en los próximos meses, sin duda después del verano o “post aquas”, pues ya en estas fechas, los Prelados van a “las aguas”, expresión curial para expresar que se van de vacaciones veraniegas. Después de pasar por dicho grupo, las Causas serían presentadas al Santo Padre para que, aprobándolas, les abra el camino de la Beatificación.

Estas dos Causas, como las dos que fueron estudiadas al día siguiente, 23 de junio (los Benedictinos de El Pueyo y los Oblatos de Pozuelo), forman parte de un gran grupo de Causas martiriales que se están estudiando con vista a una futura Beatificación, por supuesto, pero también para ir acortando la larga lista de mártires españoles que todavía esperan ser estudiados y valorados en Roma. Por no hablar de aquellos cuyas Causas se están instruyendo todavía en las diócesis.

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8.04.10

El Vaticano mostró desconfianza inicial ante el régimen de Franco (y II)

EL GOBIERNO DE BURGOS ENCONTRÓ FRIALDAD EN LOS AMBIENTES VATICANOS

JOSÉ FRANCISCO GUIJARRO

E1 28 de julio de 1936 el presidente de la Junta de Defensa Nacional de Burgos, el general Miguel Cabanellas, remitió a los ministros de Asuntos Exteriores de las diversas naciones un telegrama diplomático, en francés, que confirmó seguidamente mediante una carta de la misma fecha, asimismo en francés, en la que comunicaba la toma del poder en España por parte de la junta, así como la relación de los miembros que la componían. Llama la atención que el documento está extendido, como multicopia, y con la firma autógrafa del general, sobre un papel que ostenta un membrete impreso, con el escudo de la República española, con la corona mural y las columnas de Hércules a ambos lados, y las dos leyendas «Plus» y «Ultra»; y, debajo, la inscripción «Junta de Defensa Nacional», y en el renglón inferior, «Burgos», a lo que se le ha añadido a máquina «Espagne».

En un principio, la actitud oficial del Vaticano pudo calificarse de «prudente reserva», 1o cual era explicable, ya que no había medios de conocer de antemano, desde la Santa Sede, las probabilidades de éxito que pudiera obtener lo que, en caso contrario, podría quedar reducido a una bienintencionada intentona. Esta actitud, unida a la ausencia de una toma de posición pública sobre las «reprobables violencias» que tenían lugar en España contra todo lo religioso católico, produjo un notable malestar, sobre todo entre los españoles que habían podido salir de Barcelona en barcos italianos y estaban refugiados en Roma. El Vaticano daba la impresión de reaccionar de una forma tibia ante la barbarie que estaba teniendo lugar y la pobreza de explicaciones por parte del Gobierno de Madrid. De hecho, el Vaticano ya había protestado ante la embajada de España ante la Santa Sede por medio de dos notas diplomáticas, la primera de fecha 31 de julio y la segunda de 21 de agosto, que no tuvieron ningún efecto.

También el periódico oficioso vaticano L’Osservatore Romano publicó una primera reacción oficiosa explicando que la Santa Sede no había dejado de hacer llegar al Gobierno de Madrid enérgicas protestas ante los excesos cometidos. El artículo apareció en el número correspondiente al día 10-11 de agosto. La línea diplomática vaticana, en frase de monseñor Tardini, consistía en salvar lo salvable, mantenerse al margen desde el principio, esperando que las aguas volviesen a su causa. Se trataba de evitar la radicalízación de la persecución y también hacer pasar más desapercibida la presencia del encargado de negocios de la Santa Sede en Madrid.

El día 18 de agosto, entre las fechas, pues, de la primera y de la segunda de las infructuosas notas diplomáticas de la Secretaría de Estado, llegó a Roma el almirante Antonio Magaz y Pers,` marqués de Magaz, que había sido embajador ante la Santa Sede en los últimos años de la Monarquía, y que contaba, obviamente, con considerables relaciones y amistades entre los diferentes círculos romanos, tanto civiles como eclesiásticos.” Comisionado por la junta de Defensa Nacional de Burgos para servir de enlace con el Vaticano, solicitó -sin obtenerlo- el plácet de la Santa Sede para establecer relaciones oficiosas, de cara a poder establecerlas oficiales más adelante. Este primer fracaso se atribuye a que el primer fallo de Magaz y de la junta de Burgos fue presentarse en Roma acreditado ante el Papa y ante el rey de Italia, ignorando que la Santa Sede exige siempre un representante propio, para que no parezca que el Vaticano es un apéndice del estado italiano. Sólo fue recibido en Secretaría de Estado cuando el gobierno de Burgos designó embajador ante el rey de Italia a García Conde.

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24.03.10

Las primeras reacciones de Iglesia española ante el alzamiento militar de Franco (I)

EL CARDENAL GOMÁ RECIBIÓ CON ESCEPTICISMO LAS PRIMERAS NOTICIAS DE LA REVOLUCIÓN MILITAR

JOSÉ FRANCISCO GUIJARRO

Se había hecho público el día 8 de mayo de 1936 el nombramiento de un obispo auxiliar para la sede de Toledo, el aragonés Gregorio Modrego Casaus. hasta entonces canciller del arzobispado primado, oriundo de Tarazona -diócesis en la que monseñor Gomá había sido obispo, antes de ser trasladado a Toledo-; y se había fijado para su ordenación episcopal la fiesta de Santiago Apóstol, en la catedral de Tarazona, como lo refiere en su carta, fechada en el balneario de Belascoaín, en Navarra, el 13 de agosto de 1936 al Secretario de Estado, cardenal Pacelli:

“Salí de Toledo el 12 de julio, habiéndome sorprendido de improviso el levantamiento cívicomilitar en Tarazona, mi antigua Sede, adonde me había dirigido esperando la fecha de la consagración de mi Obispo Auxiliar, que debía celebrarse allí el día 25 de julio. He venido aquí para someterme a la cura de aguas de este Balneario, en la imposibilidad de ir a Cataluña como era mi propósito, para hacerlo en un balneario de aquella región.”

De este modo, en el momento del alzamiento el cardenal primado se encontraba fuera de su diócesis, donde probablemente hubiera sido asesinado, como tantos de sus sacerdotes, de haber permanecido en ella. Como, según veremos seguidamente, tras un viaje a Roma en diciembre de aquel año, fue designado representante personal y oficioso de Pío XI ante la junta de Gobierno Nacional, mantuvo durante toda la contienda su residencia en Pamplona, de donde le resultaba más ágil la comunicación con Roma y los desplazamientos a Burgos o a Salamanca, así como alguna visita esporádica a su sede, una vez que Toledo, en septiembre de 1936, había sido liberada. Y así, desde una zona que se encontró durante toda la guerra al margen del teatro de las operaciones militares y en la que no tuvo lugar ninguna represión por motivos religiosos, pudo ejercer, como primado, unas funciones de coordinación entre los demás obispos de España y mantener una eficaz comunicación con la Santa Sede.

Existía en España, desde 1923, una junta de Metropolitanos, de carácter meramente consultivo, cuya presidencia correspondió a los sucesivos arzobispos de Toledo -Reig, Segura, Gomá y, después de la guerra, Pla y Deniel-, aun cuando todavía no hubieran sido, estos dos últimos, promovidos al cardenalato. Así, si bien resulta anacrónico atribuirle al cardenal Gomá unas funciones que aún no habían quedado establecidas, no es menos cierto que, por la responsabilidad de ser el presidente de la junta de Metropolitanos, y en las circunstancias ciertamente excepcionales de estar España dividida en dos por la guerra, encontrándose muchas sedes impedidas o vacantes, y por el prestigio personal del que ya entonces gozaba el cardenal primado entre la mayoría de los obispos españoles, asumió, de hecho, unas funciones en la Iglesia española que, aunque canónicamente no le correspondieran, sin embargo no le fueron discutidas.

No obstante, en un momento en que era aún poco probable -por no decir materialmente imposible- el que por el correo certificado, que expresamente menciona el cardenal Gomá, expedido desde la frontera de Canfranc, hubiera podido llegar a manos del cardenal Secretario de Estado en Roma la documentación remitida desde Belascoaín (Navarra) en esta primera intervención del cardenal primado, ya se le había anticipado el superior general de los misioneros Hijos del Corazón de María, el padre Felipe Maroto, quien el 20 de agosto, tras una visita al cardenal Pacelli, elaboró allí mismo una petición manuscrita, que fue mecanografiada seguidamente, y llevada a la audiencia de Pío XI el día 22. En la respuesta del cardenal Pacelli ya se encuentran expresiones tales como «las localidades de España en las que se ha hecho feroz la persecución religiosa» y «los que escriben con sus sufrimientos y su sangre una página gloriosa en la historia de la Iglesia».

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4.02.10

Una superviviente de la persecución religiosa en España cuenta lo que pasó

TESTIMONIO FASCINANTE DE PERSECUCIÓN, MARTIRIO Y PERDÓN

“Conocí a M. Victoria Valverde en el año 1924, fecha en la cual ingresé en el Noviciado en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde M. Victoria era la Superiora. Más tarde, siendo profesa, fui destinada a la Comunidad de Martos (Jaén) estando en este tiempo M. Victoria como Superiora de esta Comunidad. Aquí conviví con ella desde el año 1931 hasta el 12 de enero de 1937. M. Victoria era muy querida por todos los miembros de la Comunidad, alumnas y personas allegadas al Colegio, por su trato amable y delicado, virtud y capacidad, don de gentes pero sobre todo destacaba en ella profundamente la prudencia, la caridad y la humildad; afirmo que era humildísima. Se dedicaba en este tiempo a las clases de labores y bordados, con las señoritas mayores. Si bien no poseía preparación intelectual destacada, dada la ascendencia moral que tenía su persona en la Congregación, se rumoreaba entre las Religiosas que podía ser la futura Superiora General.

Hago constar, que durante los años que convivimos juntas inmediatos al desenlace de la guerra civil española, nunca le oí referencia alguna a cuestiones políticas, pues estábamos absolutamente ignorantes de ellas, ni siquiera leíamos periódicos. Era una mujer de vida sencilla, muy delicada de salud, cuya preocupación constante era servir a sus hermanas con diligencia y caridad; quería mucho a las niñas. Me consta que tampoco tenía enemigos, fácil de comprender dada su suavidad de trato, su dulzura y caridad con todos; su vida era sencilla y sin ruidos. Formábamos la Comunidad en este tiempo doce Religiosas.

En el año 1936, la situación se ponía cada día más peligrosa. Ya hacía tiempo que M. Consolación del Blanco y la que declara vestíamos de seglar, para poder dictar clases en el nivel secundario, pasando desapercibidas como religiosas. Se fue complicando cada día más la situación, se suspendieron las clases y ya se oían amenazas telefónicas y verbales. A1 ver el cariz que esto tomaba, M. Victoria, Superiora de la casa, permitió a las Religiosas, sobre todo a las más temerosas, que se fueran con sus familias, otras a las casas de las personas más adictas al Colegio. En un corto lapso de tiempo salieron todas, menos M. Victoria, M. Amparo Rodríguez y yo, que permanecimos hasta el 20 de julio de 1936; después de haber tenido varios registros y a la fuerza, ya que el Colegio estaba lleno de milicianos, nos obligaron a abandonarlo. M. Amparo Rodríguez, de avanzada edad, le hizo tal impacto el obligarla a quitarse el hábito que se trastornó, perdiendo sus facultades mentales: no había medio ni fuerza humana para sacarla de casa, ni por las amenazas de los milicianos, ni de los fusiles que la apuntaban. El vestido de seglar que se le puso lo rasgó entero, y gracias a la fuerza hercúlea que el Señor me dio en ese momento, la cogí debajo del brazo y sosteniéndome de la baranda de la escalera, la pude sacar a la calle.

En este intervalo, los milicianos estaban invadiendo la casa entera y profanando los objetos religiosos que encontraban a su paso: a mis pies arrojaron un hermoso crucifijo que hicieron pedazos en mi presencia. Ante esta profanación me estremecí de tal forma que lancé un grito: ¡Virgen Santísima!, a lo que los milicianos replicaron: “Piense usted lo que dice, que le puede costar la vida". Oí decir también: “Lástima de mujer metida en el convento". Les pedimos que nos permitieran recoger una muda de ropas, lo cual lo hicimos vigiladas constantemente. Antes de esto, viendo la situación cómo estaba, se habían consumido las especies sacramentales.

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10.12.09

Memoria histórica (y III): la explosión del odio hacia la Iglesia en 1936

TERCER PERÍODO: DE FEBRERO A AGOSTO DE 1936

Concluimos esta serie de artículos que ha tenido como objeto el describir el antriclericalismo de la Segunda República. De este tema se podría hablar mucho más, pero esta ha sido una exposición sencilla y, ojalá, también iluminadora. Con estos artículos no se termina el tema de la persecución religiosa en España, pues habrá que tratar más adelante de casos concretos. También trataremos de algún caso que podría parecer persecución religiosa y sin embargo no lo fue. Con el tiempo, Dios mediante, trataremos también otros casos de persecución religiosa del siglo XX, como el de México, Rusia, la Alemania nazi, la Italia fascista, China, etc.

El 7 de enero de 1936 quedaron disueltas las primeras Cortes ordinarias de la Segunda República y convocadas las elecciones generales que tuvieron lugar el 16 de febrero de 1936 y dieron la victoria al Frente Popular formado por republicanos, socialistas, comunistas, sindicalistas y el Partido Obrero de Unificación Marxista. De esta forma llegaron al poder algunos de los partidos más violentos y exaltados, creando una situación tan insostenible que los exponentes más moderados del ejecutivo fueron incapaces de controlar. Comenzó desde el 16 de febrero de 1936 una serie de huelgas salvajes, alteraciones del orden público, incendios y provocaciones de todo tipo que llenaban las páginas de los periódicos y los diarios de sesiones de las Cortes.

La complicidad de autoridades diversas en algunos de ellos fue a todas luces evidente. Se incrementó sensiblemente desde aquella fecha la prensa anticlerical y facciosa, que incitaba a la violencia, como La Libertad; El Liberal y El Socialista (V. CÁRCEL ORTÍ, o.c., pp. 71, 72.). Según datos oficiales recogidos por el Ministerio de la Gobernación completados con otros procedentes de las curias diocesanas, durante los cinco meses de gobierno del Frente Popular, varios centenares de iglesias fueron incendiadas, saqueadas, atentadas o afectadas por diversos asaltos; algunas quedaron incautadas por las autoridades civiles y registradas ilegalmente por los ayuntamientos.

Varias decenas de sacerdotes fueron amenazados y obligados a salir de sus respectivas parroquias; otros fueron expulsados de forma violenta; varias casas rectorales fueron incendiadas y saqueadas y otras pasaron a manos de las autoridades locales; la misma suerte corrieron algunos centros católicos y numerosas comunidades religiosas; en algunos pueblos de diversas provincias no dejaron celebrar el culto, prohibiendo el toque de campanas, la procesión con el Viático y otras manifestaciones religiosas; también fueron profanados algunos cementerios y sepulturas como la del obispo de Teruel, Antonio Ibáñez Galiano, enterrado en la iglesia de las Franciscanas Concepcionistas de Yecla (Murcia) y los cadáveres de las religiosas del mismo convento. Frecuentes fueron los robos del Santísimo Sacramento y la destrucción de las Formas Sagradas. Parodias de carnavales sacrílegos se hicieron en Badajoz y Málaga.

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