Historias de los herejes y las herejías (I): Miguel Servet y la Inquisición calvinista

La poco conocida aventura de un gran ciéntifico y un mediocre teólogo

Todavía hoy son algunos los que, al tratar de la vida y la muerte de Miguel Servet (humanista, científico, teólogo, hombre de muchos concimientos y famoso en su época) confunden o parecen confundir aspectos tan importantes de su vida como quién le mandó matar y porqué se le perseguía, dando la impresión de que fue la Inquisición Católica la que lo ejecutó y que se le perseguía por ser científico de teorías nuevas. Nada más lejano a la realidad. La vida de Miguel Servet es interesantísima, sobre todo si lo que se busca es la verdad histórica.

Se coincide en general hoy en día en situar el lugar de nacimiento de Servet en Villanueva de Sigena, aunque hay investigadores que mantienen la opinión, de que nació en Tudela (Navarra), basándose en los documentos en que Servet se atribuía dicho origen mientras mantenía en Francia la falsa identidad de Michel de Villeneuve, que haría alusión a su localidad natal, Villanueva de Sigena, donde se conserva la casa familiar, hoy convertida en centro de interpretación. Fue hijo de Antón Serveto, noble infanzón y notario del Monasterio de Sigena, y de Catalina Conesa, que por línea materna descendía de la familia judeoconversa de los Zaporta. Tenía dos hermanos menores: Pedro, quien continuó con la notaría paterna, y Juan, que fue ordenado sacerdote.

Joven con dotes sobresalientes para las letras y gran conocedor del latín, griego y hebreo, Miguel abandonó su población de origen para ampliar estudios, probablemente en Lérida. Es aceptado como pupilo por fray Juan de Quintana, quien llegaría a ser confesor de Carlos I. Tras una estancia en Toulouse (Francia) para realizar estudios de Derecho, donde entra por primera vez en contacto con círculos próximos a la Reforma, viaja con Quintana por Italia y Alemania, como parte del séquito imperial, y presencia la coronación de Carlos V como emperador en Bolonia (1530). Posteriormente abandona a su mentor e inicia un periplo por varias ciudades de Centroeuropa afines al naciente protestantismo. Establece una relación cada vez más difícil y polémica con algunos líderes reformadores, como Ecolampadio de Basilea, y se dirige más tarde a Estrasburgo, donde se relaciona con Bucer, y a Hagenau (ciudad alsaciana entonces perteneciente al Sacro Imperio Romano Germánico).

En 1531 publica De Trinitatis Erroribus(De los errores acerca de la Trinidad), que produjo gran escándalo entre los reformadores alemanes y fue prohibido en Estrasburgo, Basilea y Barcelona. Tampoco caló bien en su patria, ya que Servet tuvo la osadía de enviar una copia al obispo de Zaragoza, quien no tardó en solicitar la intervención de la Inquisición. El año siguiente publicó Dialogorum de Trinitate (Diálogos sobre la Trinidad), acompañado de una obra suplementaria, De Iustitia Regni Christi (Sobre la Justicia del Reino de Dios). Otro opúsculo de esta misma época, aunque de datación imprecisa, es Declaratio Iesus Christi Filii Dei (Declaración de Jesucristo Hijo de Dios), también conocido como “Manuscrito de Stuttgart".

En su obra acerca de los errores acerca de la Trinidad, dividida en siete “Libros” o capítulos, Servet argumenta que el dogma de la Trinidad carece de base bíblica, ya que no se halla en las Escrituras sino que es fruto posterior de elucubraciones de “filósofos". Basándose en abundantes citas de la Biblia, Servet concluye que Jesús es hombre, hijo de Dios, y en definitiva Dios mismo. Es hombre en tanto que nacido de mujer, por más que su nacimiento fuese milagroso. A su vez, Jesús es hijo de Dios en tanto que su nacimiento es el fruto de la fecundación por el Logos divino de la Virgen María.

Niega así Servet, por tanto, que el Hijo sea eterno, ya que fue engendrado como tal en la encarnación, aunque es divino por gracia de Dios, su Padre. Tampoco es, pues, una Persona de la Trinidad, cuya existencia niega vehementemente definiéndola como “tres fantasmas” o “Perro Cerbero de tres cabezas". Asimismo califica a los que creen en tal doctrina como “ateos, es decir sin Dios” y “triteístas". A su vez, el Espíritu Santo no sería una tercera Persona trinitaria, sino la fuerza o manifestación del espíritu de Dios tal como actúa en el mundo a través de los hombres.

Obra de tamaño y ambición inferiores a Errores…, los Diálogos sobre la Trinidad, está estructurada en dos “Libros” como una conversación ficticia entre dos personajes: “Miguel” (el propio autor) y un tal Petrucho. Según Servet, la escribe para despejar las dudas e inquietudes sembradas por su obra anterior, que a su juicio se deben “a mi propia impericia y a la negligencia del tipógrafo". A diferencia de lo afirmado en Errores…, Servet dice que Jesús no es sólo divino por gracia, sino también por naturaleza, aunque aclara que sólo en tanto que participa de la sustancia divina de su Padre.

A su vez, en el opúsculo De la Justicia del Reino de Dios incluido al final, explica entre otras cosas la complementariedad entre fe y caridad, pues, aunque la justificación del creyente es sólo por la fe, la caridad y las buenas obras son encomiables y complacen a Dios, aspecto en el que se diferencia claramente de Lutero y otros reformadores protestantes. Finalmente, al final se encuentra uno de los textos por los que Servet es considerado como adalid de la tolerancia y la libertad de conciencia, ya que afirma que “ni con estos ni con aquellos estoy de acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el error del otro, mas nadie el suyo… Fácil sería decidir todas las cuestiones si a todos les estuviera permitido hablar pacíficamente en la iglesia contendiendo en deseo de profetizar".

Miguel Servet se dirige a Lyon. Había estado brevemente en París, donde un encuentro previsto pero finalmente no efectuado con Calvino, se transforma en el inicio de una relación epistolar entre ambos. Servet llega a Lyon con una nueva identidad, Michel de Villeneuve, supuestamente originario de Tudela de Navarra, para evitar las persecuciones de la Inquisición española. Estuvo empleado en una imprenta, primero como corrector de pruebas. En 1535 le encargaron la publicación y anotación de la Geografía de Claudio Ptolomeo, lo que llevó a cabo dando pruebas de su gran erudición. En Lyon fue la etapa más feliz de su vida. Conoció al médico Symphorien Champier, quien le anima a estudiar Medicina y fue a París.

En 1537 se matricula en la Universidad de París para estudiar Medicina. Allí estudia junto a los grandes médicos de la época, enseñando Matemática y Medicina en la Universidad. Sin embargo, pronto se encuentra en dificultades, puesto que dicta un curso de Astrología, en el que defendía la influencia de las estrellas en los eventos futuros (astrología judiciaria), lo cual, junto con un opúsculo en el que describe el uso de jarabes para administrar los remedios de la época, le enfrenta con la comunidad universitaria.

Deja de nuevo París y reside en diversas localidades de Francia, hasta que en Lyon se encuentra con el arzobispo de Vienne (Viena del Delfinado), Pedro Paulmier, al que había conocido previamente en París. De esta forma entra a su servicio como médico personal (1541).

En Vienne, Servet se dedica a proseguir sus estudios y publicaciones y prepara en secreto la que será su obra cumbre. Prosigue su correspondencia con Calvino, a quien envía una primera versión de su libro, Christianismi Restitutio (Restitución del Cristianismo), de carácter fundamentalmente teológico, en espera de sus comentarios (1546). El concepto de cristianismo ahí expuesto es cercano al panteísmo. Cristo está en todas las cosas. El mundo está lleno con él. Se mostraba también contrario al bautismo de los niños, ya que el bautismo debe ser un acto maduro y consciente de discipulado cristiano, lo que le acerca a las posiciones anabaptistas. Sobre la edad adecuada para recibir el bautismo, sugirió seguir el ejemplo de Jesús: Jesucristo fue él mismo bautizado cerca de los treinta años.

Curiosamente el libro pasaría a la posteridad por contener en su «Libro V» la primera exposición en el Occidente cristiano de la función de la circulación pulmonar o menor: según Servet, la sangre es transmitida por la arteria pulmonar a la vena pulmonar por un paso prolongado a través de los pulmones, en cuyo curso se torna de color rojo y se libera de los vapores fuliginosos por el acto de la espiración. Servet sostenía que el alma era una emanación de la Divinidad y que tenía como sede a la sangre. Gracias a la sangre, el alma podía estar diseminada por todo el cuerpo, pudiendo asumir así el hombre su condición divina. Por tanto, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un impulso más religioso que científico. De ahí que la descripción de la circulación pulmonar esté dentro de una obra de teología y no de una de fisiología. Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, ya que todo obedecía a un mismo gran designio divino.

En respuesta, Calvino le conmina a leer su propio libro Institutio religionis Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicado en 1536. Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes del libro, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó enormemente al reformador, quien avisó que si Servet ponía los pies en Ginebra “no saldría vivo de ella".

Finalmente, Christianismi Restitutio es publicado anónimamente a principios de 1553, nuevamente con gran escándalo. Un calvinista de Ginebra escribe a un amigo católico revelándole que el autor del libro es el hereje Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de “Villeneuve". Se sospecha que detrás de esta denuncia podría estar el propio Calvino, quien había tenido acceso al texto gracias al propio Servet. La Inquisición de Lyon recibe parte de la correspondencia intercambiada entre ellos, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado en Vienne. El 7 de abril, sin embargo, logra evadirse y el 17 de junio es sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie.

Entre los muchos enemigos que tuvo Servet destacó Juan Calvino, quien fundó en Ginebra un estado autoritario de orientación protestante. Con referencia a este eclesiástico, el historiador Will Durant comenta: “La suya no fue una dictadura de derecho o fuerza, sino de voluntad y carácter”. Agrega que fue “tan severo como cualquier papa en rechazar el individualismo en las creencias”.

Es probable que Calvino y Servet se conocieran en París cuando ambos eran jóvenes. Lo cierto es que no tardaron en chocar. Calvino se volvió su enemigo más implacable. Tanto es así que, pese a ser este eclesiástico uno de los cabezas de la Reforma, terminó denunciando a Servet ante la Inquisición católica. A duras penas, el perseguido logró escapar de Francia, donde lo quemaron en efigie. Sin embargo, fue reconocido y detenido en la ciudad fronteriza de Ginebra, donde la palabra de Calvino era ley.

Calvino lo maltrató con crueldad en la cárcel. Durante el juicio, sostuvo con él un debate. Servet aceptó modificar sus opiniones si Calvino lo convencía con argumentos bíblicos, algo que éste no logró hacer. Concluido el proceso, el acusado fue condenado a morir en la hoguera. De acuerdo con diversos historiadores, fue el único disidente religioso al que los católicos quemaron en efigie y los protestantes en persona.

Posiblemente mientras iba rumbo a Italia, por alguna razón Servet acaba haciendo una estancia en Ginebra, donde fue reconocido en la iglesia donde predicaba el propio Calvino (13 de agosto). Tras ser detenido y juzgado por hereje (por su negación de la Trinidad y por su defensa del bautismo a la edad adulta), fue condenado a morir en la hoguera (26 de octubre de 1553).

La sentencia dictada en su contra por el Consejo (Petit Counseil) de Ginebra dice: Contra Miguel Servet del Reino de Aragón, en España: “Porque su libro llama a la Trinidad demonio y monstruo de tres cabezas; porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería, y por muchos otros puntos y artículos y execrables blasfemias con las que el libro está así dirigido contra Dios y la sagrada doctrina evangélica, para seducir y defraudar a los pobres ignorantes. Por estas y otras razones te condenamos, M. Servet, a que te aten y lleven al lugar de Champel, que allí te sujeten a una estaca y te quemen vivo, junto a tu libro manuscrito e Impreso, hasta que tu cuerpo quede reducido a cenizas, y así termines tus días para que quedes como ejemplo para otros que quieran cometer lo mismo". El día siguiente, 27 de octubre de 1553, Miguel Servet muere en la hoguera de los calvinistas.

4 comentarios

  
S
Entre estos dos grandes herejes no puedo negar que Servet me resulta agradable y Calvino extremadamente repugnante.

En Servet hay una suerte de irreflexión, de impulso pasional hacia el error, de vitalidad que se percibe incluso en el extremo de sus errores. Cabe la posibilidad de que este hombre, demasiado joven y demasiado fogoso, demasiado sanguíneo y humano se hubiera convertido a la verdad pues aunque por caminos erróneos, la buscaba con pasión.

El otro, a su lado, tiene la palidez y frialdad cérea de un cadáver y todo en él se me presenta demoníaco. Calvino es la negación de todo lo humano y la blasfemia en sí misma. Puede que Servet, negando a la Trinidad la denominara "demonio de tres cabezas", pero Calvino, afirmándola, predicó al Dios Trino loco, autor del mal y ciego en su soberanía.
22/08/09 2:59 PM
  
asun
Total, ¿cómo la habría ido a Servet con la inquisición católica? Peor que a san Lefebvre, sin duda. Y es que al final el deprotestantizador que deprotestantice a nuestros papas buen deprotestantizador será. Todos a la nueva secta lefebvrista!
29/08/09 12:49 PM
  
pedro aridio acosta tejada
bendito sea Dios,aleluya,,santo,santo,santo
28/06/10 8:29 PM
  
Jose Lopez
Ciertamente el siglo XVI está lleno de novedades: el Renacimiento,nuevos descubrimientos científicos, descubrimientos de nuevos mundos, pero la más importante es la División del cristianismo que había logrado sobrevivir a las herejias que prontamente desaparecían. Cierta revista dice que en Europa de siglo XVI era evidente por su foco de división religiosa. Servet es uno de tantos que apostataron de la Fe católica y de su Ortodoxa doctrina y no lo culpo, pues las situaciones que ocurrian en su entorno lo animaron a buscar la verdad, su verdad, y nadie niega que el haya sido el mejor de los médicos de su época con sus nuevos descubrimientos, pero de ahí a que Calvino cometiera tan aberrante crimen contra él es algo que todavia se recuerda..(Génesis 4:10)
10/07/11 5:25 PM

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