El camino hacia la fe católica
El rey Leovigildo, que profesaba el arrianismo, fue empujado a posturas más radicales contra los católicos por su mujer Gosvintha, viuda del anterior rey Atanagildo.
Las dos hijas del matrimonio entre Gosvintha y Atanagildo se habían casado con reyes francos católicos, por lo que antes de sus bodas abrazaron la fe de sus nuevos reinos. El hecho de que la hija mayor fuera maltratada y asesinada por su marido causó un profundo dolor a la reina visigoda y, posiblemente, fuera la causa de ese resentimiento visceral contra el catolicismo que la acompañó hasta la muerte.
Leovigildo quería conseguir la unidad política de sus territorios y de su población (formada por los propios visigodos, los hispano-romanos y los suevos, cuyo reino había ido conquistando progresivamente). La unidad religiosa era una buena herramienta para lograr esa unificación, y él consideraba la opción arriana como la mejor, puesto que eran católicos todos sus enemigos: francos del norte, suevos del oeste y bizantinos del levante peninsular. Para facilitar las cosas promovieron un semiarrianismo que pudiera resultar más aceptable a la población católica.
Pero los católicos no estaban dispuestos a renunciar a sus creencias, a sus costumbres y ritos, y a sus iglesias. Empezando por los obispos, y unido a ellos todo el pueblo fiel, plantaron cara a los arrianos. Los obispos Masona de Mérida y Leandro de Sevilla no se dejaron atraer ni por los halagos ni por las amenazas del rey. Participaron estos venerables prelados en discusiones públicas acerca de la verdadera fe, en las cuales reforzaron la fe del pueblo, y con sus escritos y predicaciones contribuyeron a frenar el proyecto de Leovigildo.
La guerra civil entre el rey y su propio hijo Hermenegildo también estuvo teñida del enfrentamiento religioso, puesto que tanto el heredero como su esposa Ingunda eran católicos convencidos. Durante cinco años se prolongó la guerra entre el padre y el hijo, autoproclamado rey de la Bética en el sur peninsular. Derrotado y hecho prisionero en el año 584, el rebelde fue ejecutado por su carcelero al año siguiente en Tarragona, y es venerado como santo mártir por la Iglesia, celebrándose su fiesta el 13 de abril.
Al final de su vida, Leovigildo levantó la pena de destierro a los obispos católicos y encargó a Leandro de Sevilla que guiara y aconsejara a su hijo Recaredo en las tareas de gobierno. Parece ser que el anciano rey, en su amplia visión política, descubría al final de su vida que la deseada unidad religiosa solo era posible en el catolicismo. Diez meses después de subir al trono, Recaredo fue bautizado católico. Aunque hubo alguna oposición y al menos tres conjuras contra el joven rey por este motivo, no se forzó el cambio de fe. Muchos arrianos, con sus obispos, fueron convencidos para pasar a la fe católica más por la razón que por la fuerza.
El Concilio III de Toledo —convocado en el año 589 por el propio rey— reunió a todos los obispos de España y también a varios obispos y nobles arrianos. Recaredo exhortó a los padres conciliares a dar gracias a Dios por la superación del error arriano, así como a la oración y el ayuno para poder regenerar la vida y las instituciones de la Iglesia.
3 comentarios
Por eso España es una nación católica o no es nada. Por eso cuando damos la espalda a la única religión verdadera, sencillamente no queda nada que nos una lo suficiente como para mantener un mínimo de cohesión nacional.
Por eso el omnipresente e invasivo estado moderno aconfesional fracasa siempre en España.
"...martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas."
Y eso estamos.
Por no hablar de los obispos católicos de nuestros días, que tan poco se parecen a San Leandro...
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Buenos días:
En el post https://www.infocatolica.com/blog/hispaniavisigotica.php/2206270719-la-religion-de-los-godos se hacía una breve explicación del arrianismo, y vienen enlaces a artículos más extensos del P. Iraburu sobre el mismo tema.
Gracias!!!!
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