InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Mayo 2021

23.05.21

Libertad, Igualdad, Fraternidad

 

Todas las ideologías de todos los partidos políticos del arco parlamentario – y la mayoría de los que están fuera de las instituciones, lo mismo – se fundan en el lema de la Revolución Francesa y de la masonería: libertad, igualdad y fraternidad. Casi nadie cuestiona ya estos tres principios, que son las tres columnas que sustentan los modernos “Estados de Derecho”.

Los únicos contrarrevolucionarios que quedamos somos los católicos que, por pura gracia de Dios, hemos visto lo que se esconde detrás de esas palabras tan bonitas y seductoras (y no se engañen: no se puede ser católico y liberal. El liberalismo es pecado).

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10.05.21

Protesto

Ante la noticia - no por esperada y anunciada, menos indignante - de que un importante grupo de sacerdotes “católicos” alemanes ha procedido a bendecir uniones homosexuales, en un claro desafío a la Santa Sede, quiero manifestar públicamente mi rechazo, mi oposición y mi protesta por este tipo de actos que suponen una burla a Dios, a la Escritura, a la Tradición y a toda la Iglesia. 

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6.05.21

Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor

¡Qué raro suena a los oidos modernos eso de que Cristo es mi Amo, mi Dueño y mi Señor! ¡Pero lo es! A los modernos, oír hablar de obediencia, sumisión, etc, les chirría. El hombre moderno quiere ser amo y señor y no quiere servir a nadie, porque los conceptos de la Revolución de libertad e igualdad chocan contra cualquier tipo de dependencia o desigualdad. Y, paradójicamente, solo quien tiene a Cristo como Dueño puede ser realmente libre. Y quienes se creen libres, despreciando a Cristo, en realidad son esclavos del Príncipe de este Mundo.

Como hemos señalado en artículos anteriores, aquí hay dos bandos, dos banderas, dos ciudades: hay trigo y hay cizaña.

El mundo moderno ha hecho suyo el pecado de nuestros primeros padres: quieren ser como Dios, quieren cumplir su propia voluntad, hacer lo que les dé la gana y no obedecer a Dios, a quien desprecian hasta odiarlo.

Y unos pocos queremos dejar claro que no queremos hacer nuestra voluntad, sino la de Dios (“hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, rezamos cada día); que no queremos autodeterminarnos, sino cumplir los Mandamientos; que no queremos ser señores de nosotros mismos (“autoposeernos”, dicen los modernos), sino simples siervos de Dios. No es que ya seamos santos – somos pobres pecadores – pero queremos ser santos y rogamos al Señor que nos dé su gracia y nos cuente entre sus elegidos: como dice San Pablo, “estoy firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús.” (Filipenses 1, 6)

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