InfoCatólica / Santiago de Gobiendes / Archivos para: Julio 2019, 21

21.07.19

Yo no soy digno

 El hombre moderno se siente tremendamente digno y sujeto de todos los derechos habidos y por haber. El hombre moderno se cree el centro del universo. El hombre moderno, como nuestros primeros padres, quiere ser como Dios y determinar por sí mismo el bien y el mal. “No hay más Dios que el ser humano”, piensa el hombre moderno. Y si Dios ha muerto, no hay ley eterna, no hay mandamientos. “Yo escribiré mis propios mandamientos”, decide el necio. Pero Dios desbarata los planes de los malvados. Dios tolera que la cizaña crezca entre el trigo. Pero llegará el tiempo de la siega.

La soberbia del hombre moderno se combate con humildad: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme”. Soy pecador y pecador me parió mi madre, como expresa el salmo 51:

1 Por tu amor, oh Dios, ten compasión de mí;
por tu gran ternura, borra mis culpas.
2 ¡Lávame de mi maldad!
¡Límpiame de mi pecado!
3 Reconozco que he sido rebelde;
mi pecado no se borra de mi mente.
4 Contra ti he pecado, solo contra ti,
haciendo lo malo, lo que tú condenas.
Por eso tu sentencia es justa,
irreprochable tu juicio.c
 
5 En verdad, soy malo desde que nací;
soy pecador desde el seno de mi madre.d
6 En verdad, tú amas al corazón sincero,
y en lo íntimo me has dado sabiduría.
7 Purifícame con hisopo,e y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.f
8 Lléname de gozo y alegría;
alégrame de nuevo, aunque me has quebrantado.
9 Aleja de tu vista mis pecados
y borra todas mis maldades.
 
10 Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!,
¡dame un espíritu nuevo y fiel!g
11 No me apartes de tu presencia
ni me quites tu santo espíritu.
12 Hazme sentir de nuevo el gozo de tu salvación;
sostenme con tu espíritu generoso,
13 para que yo enseñe a los rebeldes tus caminos
y los pecadores se vuelvan a ti.
14 Líbrame de cometer homicidios,h
oh Dios, Dios de mi salvación,
y anunciaré con cantos que tú eres justo.
 
15 Señor, abre mis labios,
y con mi boca te cantaré alabanzas.
16 Pues tú no quieres ofrendas ni holocaustos;
yo te los daría, pero no es lo que te agrada.
17 Las ofrendas a Dios son el espíritu dolido;
¡tú no desprecias, oh Dios, al corazón hecho pedazos!

Leer más... »