Maniobras para intentar la rehabilitación de Taltavull


Por tres diferentes fuentes contrastadas nos llega desde Roma la confirmación de todo un conjunto de maniobras bien orquestadas para la promoción como obispo auxiliar de Barcelona de Mn. Sebastià Taltavull Anglada (Tià para los amigos).

Y aunque en un primer momento era el emérito obispo de Gerona Mons. Soler quién se enorgullecía de haber tenido éxito en la misión de la rehabilitación en Roma de la figura de Taltavull, es ciertamente el Cardenal Martínez Sistach quién públicamente se enorgullece ahora de ello, y pensamos que no sin argumentos.

Y es que en el expediente de Taltavull figuraba un capítulo oscuro: un artículo de fuerte coloración crítica contra Juan Pablo II. El artículo, aparecido primero en una revista de pastoral y luego en un “remix” del autor sobre temas de la misma índole, nos resulta actualmente de difícil localización. Bien agradeceríamos a nuestros amables lectores que llegado el caso de su concreta individualización nos hicieran llegar una copia escaneada.

Lo que de todos modos resulta ineludible es que tal toma de posición ideológica marcaba muy negativamente el currículo y la carrera de promoción de Taltavull al episcopado.

Los cardenales Rouco y Cañizares eran conscientes en todo momento de ello. Pero Sistach ha trabajado, y con mucho éxito por cierto, para desmontar esos argumentos negativos que ponían trabas a sus proyectos.

Argumentando en base a un hipotético cambio en el rumbo ideológico del menorquín, Sistach ha llegado a obtener el apoyo de Rouco y Cañizares para el pretendido nombramiento de Taltavull como auxiliar de Barcelona.

Jamás hay que desdeñar el buen encaje que los movimientos tácticos de Sistach llegan a tener en Roma, pues aunque el Cardenal de Barcelona es un hombre lento y dubitativo en sus decisiones y movimientos, cuando se decide a ellos lo hace normalmente sobre terreno seguro y con una más que probable posibilidad de éxito.

Hay que considerar también que no resulta no del todo cierto que la responsabilidad y el protagonismo de los nombramientos episcopales en Cataluña recaigan única y exclusivamente en manos del cardenal Carles. Y si bien es cierta su influencia en un nombramiento como el de Mons. Piris para Lérida, no así para otros casos como por ejemplo el de Mons. Pardo para Gerona.

El obispo de Terrassa Mons. Sainz Meneses no deseaba prescindir de Pardo en su cargo de Vicario General de Terrassa y muchos menos en la misión como negociador con Sistach de los bienes económicos resultantes de la partición de la Archidiócesis y consiguiente segregación de Terrassa.

El Cardenal Martínez Sistach, con el nombramiento de Pardo para Gerona se saca de encima un hueso duro de roer y se libra de un inamovible factor de resistencia ante los postulados económicos que él sustenta y que pasan por la negativa a ceder ni un ápice ante las más que justas pretensiones de Terrassa y Sant Feliu.

Ahora el Cardenal Sistach, con la promoción de Taltavull, con el que se pasea por Madrid y a quién presenta con un fervor inusual en un hombre con una personalidad poco dada a las efusiones, acabaría de redondear sus planes. Los ilerdenses Piris y Vives se mostrarían más que favorables a la promoción episcopal de Taltavull, especialmente contando con las pretensiones sucesorias del copríncipe de Andorra para la sede de Barcelona. Mons Francesc Pardo, el preconizado obispo de Gerona, caso de ser consultado, sin duda alguna se manifestaría favorable y de esta manera limpiaría la pelusilla que Taltavull le pudiera conservar tras el decantamiento de Roma hacia su persona para la sede de Gerona.

En este momento, al igual que no debe ser desdeñada la terna de nombres, Taltavull, Corts y Pardo, presentados entonces para Gerona, tampoco lo debe ser la que Sistach haga pasar para el auxiliar o auxiliares de Barcelona. Mucho nos tememos que junto al ahora predilecto Taltavull, Sistach siga colocando en la terna a nombres tan peregrinos como Salvador Pié o el mismísimo Josep María Turull.

Revisadas las posiciones en diferentes instancias podría dar resultados inesperados en cualquier momento, parecidos a los que pudieran preverse con Taltavull.

En cuanto a otras posturas nada podemos aventurar. El arzobispo de Tarragona Mons. Pujol debe seguir en su tarea pastoral. Por lo menos, como el valor en el ejército, queremos presuponerlo. Pero sin duda dispensado a sí mismo de otros servicios. También tomó una actitud muy parecida, aunque no del todo igual, nuestro n.s.b.a. Arzobispo Martínez durante su paso por Tarragona: inhibición total ante los nombramientos episcopales en Cataluña. Pero la causa era diversa: lo único que le importaba era su carrera sucesoria para Barcelona. Para desesperación de Mn. Barberà. Como siempre: él y su carrera por encima de todo. ¡Martinez über alles! En cambio Pujol parece bastante desasido de sí mismo.

Nuestra actitud ante la presente coyuntura es a la vez de decepción y de escaso optimismo ante lo que parece ser inminente. En primer lugar, decepción por la oscilante posición de los cardenal Rouco y Cañizares, que no han podido ni querido mantener una actitud más firme y exigente ante la rehabilitación de Taltavull operada por Sistach.

En segundo lugar, y tras el grave percance de salud de Mons. Carrera que lo inhabilita para continuar prolongando su ministerio, un más que escaso optimismo ante lo que se nos viene encima.

El Cardenal Sistach, obteniendo con los probables nombramientos de Taltavull y Turull un remate de sus jugadas maestras, acabaría con cualquier voz de disenso o desafección entre la izquierda progresista barcelonesa que vería consagradas sus posiciones con ambos candidatos y por otra parte, y desearía firmar así nuestra acta de defunción como grupo disidente del actual rumbo pastoral de la Archidiócesis de Barcelona. Esto último no lo conseguirá tan fácilmente.

La Nunciatura y Roma sabrán lo que se hacen. Nosotros lo acataremos y lo aceptaremos, ¡qué remedio, no nos vamos a suicidar! Pero no dejaremos de afirmar que, si es cierto que Rouco y Cañizares han contribuido a ello, han cometido un tremendo error que la Iglesia pagará a alto precio.

Y el rescate de Barcelona pueden darlo por olvidado. Quizá será cosa de otro siglo. Del presente sin duda no. No con una hipoteca de un lastre tan pesado.

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