El sorpasso de Terrassa


Por primera vez, en su cortísima historia, el Seminario de Terrassa ya cuenta, en este curso, con más ingresos que el de Barcelona. Once nuevos seminaristas en Terrassa. Siete en el de Barcelona, con el añadido de que éste último abarca a dos diócesis: la barcelonense y la de Sant Feliu de Llobregat. Incluso, este año, han abierto tanto la veda en el de Barcelona que han admitido a un muchacho que proviene de la iglesia ucraniana (católica de rito oriental). Un seminarista sin celibato obligatorio. Ni por esas.

Si miramos los números globales, el de Terrassa, con solo dos años de existencia, cuenta ya con 31 seminaristas. El de Barcelona, con una antigüedad superior a quinientos años, tiene a 36. Y de esos 36, hay más de uno y más de dos, que siguen los cursos fuera del Seminario. Con toda seguridad, en el curso venidero habrá ya más seminaristas en la diócesis egarense que en la de Barcelona.

El hito es verdaderamente espectacular y tiene nombre y apellidos: José Angel Saiz Meneses. Este anterior obispo auxiliar de Barcelona, del que todos se reían y todos denostaban, cuyo pecado imperdonable era haber estudiado en el Seminario de Toledo, que tuvo que compatibilizar la cancillería con el obispado auxiliar, porque el Cardenal Carles no encontraba a quien se hiciese cargo de ella. Pues este obispo, que en su día fue el pim, pam, pum, de la progresía ha conseguido, en pleno siglo XXI (¡en la laica y agnóstica Cataluña del siglo XXI!) fundar un Seminario y conseguir más vocaciones que en el clásico Seminario de toda la vida: el de Barcelona. Obviamente, la respuesta de nuestras mentes bien pensantes y nuestros gobernantes -civiles y eclesiásticos- ante la epopeya ha sido la de mirar hacia otro lado. Pero los números cantan y ya no pueden seguir ciegos.

Tanto cantan los números y tan inenarrable es el éxito del Seminario de Terrassa, que el nuevo Obispo de Gerona, Monseñor Pardo (partícipe también de la gloria egarense), el pasado domingo, en su ordenación episcopal, no solo felicitó públicamente al que hasta ahora había sido su obispo, sino que haciendo gala del buen humor y campechanía que tiene, le dijo que “a ver si le dejaba algún seminarista para Gerona”.

Cuentan y no paran que esta observación sentó como cuerno quemado al Cardenal Martínez Sistach. Mentar el seminario de Terrassa descompone a nuestro arzobispo. Nadie osa tocar el tema ante su presencia. En tal caso, su mirada se transforma, su rostro se congestiona, le entra uno de esos ataques de ira que hacen temblar a todos los que tiene cerca. Y es que como dice la juventud: ¡Es muy fuerte! Dos años de seminario: 31 seminaristas. 4 más en este curso que en Barcelona. Un verdadero milagro. El milagro de Terrassa. Una novísima diócesis, que cuenta ya con seminario y con un nuevo obispo, el de Gerona, fruto también de la buena semilla plantada por Monseñor Saiz Meneses. Qué feliz se veía al obispo egarense en la ordenación episcopal de su hasta ahora colaborador. Y con qué finura se portó el nuevo prelado en el capítulo de agradecimientos y recordatorios: Nombró a Saiz Meneses, al Cardenal Carles, a Don MarceloDon Marcelo!), al doctor Jubany, a Monseñor Pujol Balcells, a los ya fallecidos Torrella, Capmany, Daumal y Carrera, a sus maestros, a Rovira Belloso. Y me dejo varios de una lista interminable. Interminable se le debió hacer también a nuestro Arzobispo Sistach: Venga a ver pasar nombres y el suyo que no aparecía. Y no llegó. Monseñor Pardo ni le nombró, ni le agradeció nada. Eso que, junto a Don Ricardo, era el otro Cardenal presente en la ceremonia. Y no será porque no mentase obispos. Hasta a Don Marcelo.

Pero el prodigio egarense no debe hacer mella en nuestra diócesis de Barcelona. Al revés, nos congratulamos enormemente de ello, sabedores que estos frutos redundaran en beneficio de todos. De ellos es el futuro, como lo es también de los excelentes sacerdotes barceloneses. Que los hay, aunque no estén –salvo alguna excepción- en los círculos de poder diocesano. Que en Barcelona también surgen hechos asombrosos: Iglesias que quedan pequeñas, parroquias que baten records de primera comunión y de confirmación. Incluso hay una, la de la Miraculosa, que tiene todo el día abierto. Han adaptado una capilla en el atrio y, aunque cierran el templo, esa capillita permanece abierta. Una iglesia que abre al mediodía, con la gente que ahora come fuera de casa y puede hacer unos instantes de oración. Pues siempre hay alguien rezando. Otra bendita iniciativa.

Caminos que llevan claramente al éxito y caminos que llevan inexorablemente al fracaso. ¿Por qué hay ciegos que no lo quieren ver?

Oriolt

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