Dos años. 250.000 visitas

Cuando iniciamos esta web, jamás pudimos pensar que un ejercicio de ciberdisidencia eclesial, tan local y casi circunscrito a la archidiócesis de Barcelona, pudiera obtener tanta resonancia. Empezamos de forma humilde, 20.000 vistas en nuestros tres primeros meses. Al cumplir, un año teníamos 90.000. A finales de Junio de 2008, alcanzamos la mítica cifra de 100.000. Luego el crecimiento exponencial ha desbordado las expectativas más optimistas. Ese número se dobló en Febrero último (100.000 visitas en 8 meses), pero en solo tres meses –de Febrero a Mayo- ya hemos conseguido la mitad de esas 100.000. No hemos podido tener mejor regalo de aniversario: La visita número 250.000, al cumplir dos años de vida. Nunca mejor dicho: la popularidad ha sorprendido a la propia empresa.

¿Dónde radica el éxito de Germinans? Indudablemente en nuestros lectores. Ellos han hallado en esta web a un medio que canalizase un modo de entender la Iglesia, que hasta ahora se hallaba recluido y cuasi-clandestino. Especialmente, en Cataluña. No se trata solo de que expresemos –cada articulista con un estilo determinado- una corriente de opinión que no suele salir a la luz pública, sino que esa corriente de opinión goza de un nutrido predicamento. Muchas personas nos han hecho llegar su gratitud y su reconocimiento, por tener a mano un medio de comunicación que ocupase un hueco que hasta este momento se hallaba libre. Añádase a ello que se ha ejecutado gracias a la rapidez, limpieza, eficacia y gratuidad de esa magia que se llama Internet. Sin internet (y, por tanto, sin Germinans), los medios de comunicación se hallaban absolutamente dominados por una visión eclesialmente progre, sin fisura alguna. Una visión uniforme, gris y sin incentivos. En Cataluña, esta visión copa de una manera absoluta la información eclesial. Desde Germinans se ha suplido esta anomalía y, a lo que se ve, con un auge irrefutable y un acogimiento espectacular.

Cierto es que las innumerables campañas que hemos tenido que soportar desde nuestros más tiernos inicios, han contribuido enormemente a la divulgación de Germinans. Les estamos muy agradecidos. Tanto a los que hicieron correr cartas anónimas macarthystas, como a los que nos han dedicado webs ad hoc, como a Oriol Domingo que metió la pata en La Vanguardia y provocó que se abortara el cierre de Germinans. Sin embargo, a ninguno de nuestros numerosos perseguidores les ha interesado un debate dialéctico, al objeto de contrastar opiniones abiertas y francas. Solo nos han dedicado burdas calificaciones ”ad hominem” y el recurrente y consabido latiguillo que escribimos bajo pseudónimo. Su reacción ha sido tan torpe y desproporcionada, que han conseguido que nuestras tomas de posición conciten mayores simpatías. Tampoco han podido desmentir ni una sola información. Siempre las hemos expuesto con el respaldo de pruebas contrastadas.

Tampoco se nos puede escapar que el fuego se ha avivado notablemente desde la sede episcopal. Ya es público (porque así lo ha dejado por escrito su interlocutor) que el Cardenal Martínez Sistach presionó para que nuestra página desapareciera. También es público (porque así lo ha dejado escrito un párroco barcelonés) que nuestro arzobispo le obligó a entrar en esta página delante suyo. No son públicas –todavía- otras terribles coacciones que se han ejercido desde el Palacio Episcopal. Tarde o temprano se acabarán conociendo. Una de las cosas que más mal me sabe desde que participo en Germinans, son las presiones e insinuaciones que han padecido terceras personas, que no tenían nada que ver con nosotros. Desde aquí - sí les sirve-, solo puedo presentarles mis humildes disculpas. Obviamente, no estaba en nuestro ánimo.

Pero lo que se trasluce detrás de todo ello, es que ya sea en las esferas periodísticas como en las clericales, no soportan una voz crítica. Se han acostumbrado durante tantos años a considerarse genuinamente representantes y monopolizadores de la verdad y la bondad, que no toleran la más mínima disidencia. Han hecho gala de una intolerancia brutal y desaforada.

Por último, debo hacerles una confesión. En todos mis escritos en Germinans, jamás he mantenido una posición o escrito unas líneas que no pudiere sustentar con mi nombre y apellidos. El recurso literario del pseudónimo fue escogido, al inicio de esta web, para proteger, especialmente, a nuestros articulistas sacerdotes. Al inicio, yo no lo tenía claro. Vistas las presiones que hemos sufrido, reconozco que estaba equivocado. Sin pseudónimos, Germinans ya no existiría. Y nuestros numerosos lectores no nos lo habrían perdonado. Hoy en día ya nos debemos a ellos.

Oriolt

Germinans germinabit