InfoCatólica / Germinans germinabit / Categoría: El Directorio de Mayo Floreal

16.06.09

Retiro trimestral de Germinans y Mensaje a los sacerdotes y a las vocaciones

El pasado lunes de Pentecostés, festivo en la mayoría de localidades de Cataluña, tuvo lugar la jornada de retiro anual de los miembros de Germinans en una modesta finca particular del Montseny (evidentemente no fue en el Casal de Sobrevía), paraje natural privilegiado donde los haya, lugar propicio para el descanso, la oración y la reflexión.

El tema que presidió el espacio de estudio y reflexión giró entorno al ejercicio ministerial del sacerdocio en el servicio de propagación de la fe.

Tras asumir postulados muy favorables a comprender la tarea de la Iglesia en el siglo XXI en una triple vertiente de pastoral, misión “ad gentes” y nueva evangelización, visión muy bien planteada últimamente por algunos pensadores cristianos de gran lucidez y de intrépido compromiso de testimonio de la fe y apostolado, Prudentius de Bárcino elaboró una breve ponencia sobre la figura del sacerdote en las alocuciones públicas de Benedicto XVI durante estos 4 años de pontificado.

Deseamos ofrecer un resumen de estas reflexiones a nuestros lectores, especialmente a aquellos jóvenes que sintiéndose llamados al sacerdocio, carecen de instrumentos de comprensión para dar concreción a su potencial llamada al seguimiento radical del Señor y el servicio ministerial en el seno de la realidad concreta de la Iglesia “hic et nunc” (aquí y ahora).

En primer lugar y constatando la falta de maestros del pensamiento y de personas que ejerzan una auténtica paternidad espiritual sobre los jóvenes, se puso en relieve la gran talla que a la luz de estas necesidades manifiesta Benedicto XVI en todos y cada uno de las alocuciones y encuentros en los que tiene la oportunidad de transmitir sus inquietudes y el planteamiento tan sumamente atractivo y contemporáneo que él realiza sobre la figura del sacerdocio y su ministerio.

Leer más... »

29.05.09

Audiencia del Papa con el cardenal Martínez Sistach

El pasado lunes día 25, y tras celebrar el funeral “corpore insepulto” del Dr. Jaume Riera, nuestro n.s.b.a Cardenal Arzobispo se trasladó a la Ciudad Eterna, en primer lugar para celebrar junto a sus compañeros de promoción del Colegio de la Inmaculada de los HH. Maristas, en el cual cursó sus estudios de Bachillerato, un encuentro jubilar de marcado carácter privado. Junto a esta cita personal, el Cardenal Martínez asistió a diversas consultas en los organismos curiales con los que colabora, y despachó asuntos oficiales en el “Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica” y del “Pontificio Consejo para los laicos” de los que es miembro cualificado.

Tales citas estaban concertadas en su agenda con mucha antelación y habían sido anunciadas personalmente por el Cardenal en las últimas reuniones y eventos diocesanos en los que se ha hecho presente, así como públicamente en el programa de TV3 “Els Matins” dirigido y presentado por Josep Cuní.

Lo que se nos había escapado de las previsiones era el encuentro personal que anteayer miércoles a primera hora de la tarde tuvo con el Santo Padre que lo recibió en audiencia privada.

Uno de los altos cargos curiales, con el cual mantenemos una comunión estable y fluida, nos manifestó el contenido absolutamente secreto de la reunión apostillando sin embargo un par de aspectos de altísimo interés.

En primer lugar que no existían temas de contenido curial a tratar en esa audiencia sino que esta poseía un carácter personal y en segundo lugar, y ante nuestra insistencia sobre algunos de los aspectos pastorales referentes a nuestra Archidiócesis que sí podían ser tratados, “il Monsignore” en cuestión destacó que en “Roma todo el mundo conocía todos los diversos papeles que hacía Sistach”.

Para nosotros tal afirmación es una confirmación clara de que los mensajes que hemos querido trasmitir a la Santa Sede a través de Germinans han llegado de manera nítida y se han asentado con consistencia.

Sistach es una transformista eclesial como lo era su maestro y mentor el cardenal Jubany, que era capaz de predicar hasta emocionar, a los alumnos del Colegio Mayor Monterols (Opus Dei) sobre la santidad a través del cumplimiento de la vida ordinaria según las enseñanzas de Don Josemaría, como mantener una actitud tolerante y comprensiva con los curas comunistas de Santa Coloma. Que no pestañeaba si hoy predicaba sobre la necesidad del rezo del Rosario, cuyas tres partes confesaba rezar cada día, a los fieles reunidos en la Catedral para celebrar la Virgen de Lourdes y a la vez ponía todo el organigrama diocesano en las manos de la Unión Sacerdotal o se hacía la vista tonta con las enseñanzas claramente heterodoxas que se impartían en la Facultad de Teología de la cual él era Gran Canciller. Jubany era implacable con los débiles (la minoría) y débil con los fuertes (la mayoría progre-nacionalista). Aunque sabía ser condescendiente y cariñoso con los “blanditos” es decir con los “piadosines” que no se metían en nada ni abrían la boca para nada ni protestaban por nada. Les daba un rinconcito para que pudiesen pudrirse en paz y tranquilidad, siempre a condición que jamás le causasen un alboroto o un enfrentamiento con el poder progre que el mismo había establecido.

Sistach “igualico, igualico que el difunto de su agüelico…” como decía Doña Filomena, la abuela de la familia Ulises del recordado T.B.O

Hoy en día, las cosas podían no haber cambiado tanto. Sistach y todo el aparato del nacional-progresismo que lo aupó no pretendían otra cosa. Que tuviera contenida a la derecha, alejada del poder, maniatada y amordazada, y que les diera consolaciones puntuales a cambio de no hacer alborotos ni hacer oír la propia voz y que sobretodo pusiera completamente en sus manos todos y cada uno de los organismos diocesanos desde el Seminario hasta cada una de las delegaciones pastorales y consejos.

Sistach deseaba de esta manera ejercer un rol público de pacificador, bueno más adecuadamente de apaciguador de la izquierda nacional-progresista a fuerza de poner en sus manos el ejercicio del poder real.

En eso ha salido vencedor: ha apaciguado a la izquierda honrándola con el poder fáctico y real de la Archidiócesis.

También ha conseguido crear un grupito de moderados, “blanditos” llamamos nosotros, que van desde los curitas jóvenes que van a las reuniones del Opus o algún profesorcete de la Facultad o aspirante a ello, que mantienen o un carguito o aspiran a él, más alguna “parroquieta” de renombrado prestigio y mejor renta, neutralizando la reacción y evitando que se tiren al monte como nosotros.

Pero no le salió todo tan redondo. Lo que no creía tener que soportar era un grupo organizado y combativo como Germinans, formado por sacerdotes y laicos bien formados, tenaces en sus objetivos y metas, insobornables y además laboriosos como abejitas.

Y que además consiguiera hacer llegar su voz hasta las más altas instancias romanas hasta el punto de sacar a luz las vergüenzas, y con ellas, sacarle los colores.

Nosotros en Germinans nos sentimos profundamente satisfechos de haber podido conseguir que en la Santa Sede se haya conseguido tener una perspectiva real de la personalidad y del perfil de estos cinco años de pontificado de Sistach. Además, cosa muy importante para nosotros, conocen muy bien que nuestro n.s.b.a. Cardenal se benefició de dos largos años de paz y silencio de parte de nosotros.

Desde junio de 2004, momento de su llegada, hasta el inicio del “De Bello Pallico” en septiembre de 2006 tuvo dos años con infinitas ocasiones para demostrar el pluralismo con el que decía querer gobernar la diócesis.

Las desaprovechó con todos y cada uno de los actos de gobierno y nombramientos con los que fue modelando el futuro pastoral de la Diócesis.

Ahora no sabemos hasta qué punto el resto de su pontificado, probablemente otro quinquenio, va a quedar condicionado por el desarrollo de todos los acontecimientos de los que estamos siendo espectadores y en los cuales él desarrolla un estrellato muy particular.

Lo que si sabemos es que nosotros, sobre quien recaía la responsabilidad de demostrar los argumentos que hemos sostenido desde un principio, hemos cumplido nuestra misión con creces. Roma se ha dado por enterada.

Sobre la Santa Sede recae ahora la responsabilidad de lo que se haga de aquí en adelante. No hay muchas opciones. O encajan el “argumento Sistach” es decir, Barcelona es muy difícil y este es el único medio de gobernar la Diócesis o es necesario dar un golpe de timón y que Sistach ponga el futuro de la Diócesis en otras manos dando paso a otras alternativas por lo menos tan lícitas como las que hasta ahora han gobernado.

Nosotros estamos contentos de ver como el aforismo “gutta cavat lapidem non vi sed saepe cadendo” (la gota agujerea la piedra no por su fuerza sino por la constancia en su caída) ha dado su resultado.

¿Dará resultado ahora nuestra petición de cambio de rumbo? Sólo Dios lo sabe. Nosotros lucharemos por ello.

El Directorio

Germinans germinabit

22.05.09

La clave del lince

“NO A LA GUERRA”, “ACABEMOS CON LA PENA DE MUERTE”, “SALVEMOS AL LINCE y a las focas y a las ballenas”, “No hay peros ni explicaciones que valgan”, “Hay que ser intransigentes con esas formas de inmoralidad no contempladas en la moral tradicional”, gritan hoy los progresistas. Para desgañitarse luego gritando con todas sus fuerzas: “SÍ AL ABORTO”. SÍ hasta en sus formas más truculentas: basta que sepamos explicarlo, que se den determinados supuestos, que tengamos buenas razones; o a falta de éstas, buenos pretextos. ¿Para el aborto? No, que el aborto es un derecho humano de género, adoctrinan, que no necesita más pretexto que la voluntad de la embarazada. Las buenas razones son para las formas más horripilantes e inhumanas del aborto; son para abortar bebés que están ya en condiciones de nacer, envenenándolos o descuartizándolos previamente, para que no le den a la madre el disgusto de nacer vivos. He ahí la moral progresista: todo para el lince no nacido, nada para el niño no nacido.

Y todo ello en nombre del progreso de la humanidad. He ahí la mayor de las paradojas de nuestra civilización, que viene empeñándose desde hace unos siglos en erradicar las guerras y toda forma de violencia, incluso la legítima del Estado, para evitar la muerte provocada por la mano del hombre. Y actúan así para dejar asentado e inamovible que ninguna persona ni institución tienen legitimidad para disponer de la vida de un ser humano. La paradoja está en que los acérrimos enemigos de la guerra, de la pena de muerte y de cualquier forma de maltrato a los animales, sean tan amigos y defensoresde LA PENA DEL ABORTO.

Es igualmente paradójico que al mismo tiempo esta civilización del 0,7%, antropófila y filantrópica donde las haya, recorra el mundo del uno al otro confín buscando pobres y desvalidos en los que volcar su ideología y sus políticas de solidaridad: porque esta sociedad tan bondadosa se siente corresponsable de la muerte por violencia, enfermedad o pobreza de cualquier ser humano, dondequiera que ésta se produzca. Es la filantropía en estado puro, convertida en solidaridad universal. Es la gloria del progreso.

Sigue la paradoja de esta inexplicable e inexplicada sociedad en el despliegue científico, tecnológico y económico jamás igualado, para combatir el hambre, la enfermedad y la muerte en todo el mundo. El objetivo sigue siendo el mismo: alargar la vida de cada uno de los que han conseguido hacerse un hueco en esta poderosísima sociedad, y extender esos beneficios a todo el universo.

Y finalmente, para que no le falte la guinda a la paradoja, esta filantrópica sociedad ha proyectado su antropofilia a la Madre Tierra y a todas las especies tanto animales como vegetales que en ella se crían. Los corazones de esta sociedad dedican especial ternura a las especies en peligro de extinción y a sus crías, y sangran de dolor ante las prácticas de encarnizamiento a la hora de dar muerte a los animales. “No desratizarás con cepos por evitarles el estrés a las ratas”, reza la ética moderna. Por eso y por el agujero de ozono y por el cambio climático y por las especies en peligro de extinción, esta sociedad tan exquisitamente sensibilizada, está dispuesta a soportar altos niveles de represión y está decidida a renunciar a espacios de libertad. Porque según reza su progresista doctrina ecologista, donde empiezan los derechos de supervivencia del planeta Tierra y de las especies que lo habitan, justo ahí terminan los derechos del hombre.

Leer más... »

11.05.09

Germinans: Tercer año de singladura

Los actuales problemas de la comunión diocesana

Durante estos dos años de existencia de Germinans que hoy se cumplen, nuestro Cardenal Arzobispo ha invocado la necesidad de desaparición de nuestra página y ha trabajado activamente con este fin, en aras a la preservación de una comunión diocesana, “diocesaneidad” dice él, que se encuentra gravemente amenazada con nuestra presencia en los medios.

Deseando afirmar, sin equívocos, la exigencia de la comunión eclesial que se funda sobre los mismos sacramentos de los cuales el Obispo es el canal de transmisión y la fuente (Decr. Presbyterorum Ordinis nn. 2, 7 ) deseamos subrayar que esa comunión debe ser verdaderamente eclesial, es decir, fundada en la caridad, incluso cuando ésta implica la relación de autoridad y obediencia. Ambos términos de la relación deben inspirarse en la comunión.

La crisis de la relación surge, por una parte, cuando no se acepta la idea de la sumisión y se tiende a sustituir el poder jerárquico con nuevas formas de poder mucho más absolutistas y despóticas que aquel; y por otra, cuando se comete un abuso objetivo de poder, incluso cuando éste es legítimo y las intenciones son rectas. Es necesario que desde todas las posiciones eclesiales existentes en nuestra archidiócesis, se reconozca que el ejercicio de la autoridad por parte de Martínez Sistach adquiere una desproporcionada forma de absolutismo, monolitismo y monopolio, formas muy alejadas del espíritu de la comunión eclesial. La lejanía psico-sociológica entre clero y el Cardenal es absolutamente real.

Por otra parte, los sacerdotes, jóvenes y no tan jóvenes, sentimos la repercusión en nuestro ánimo de muchos trazos que son característicos de una mentalidad, de una psicología que se suelen atribuir al “hombre de hoy” (usamos esta expresión un tanto genérica por comodidad práctica) y que quizá encuentran en las condiciones psico-sociológicas del sacerdote el terreno para su expresión más pura, más ingenua, más significativa, como hemos podido constatar en los últimos años.

Nos enfrentamos pues aquí a la raíz de la crisis: la nueva actitud del hombre de hoy frente a las instituciones y especialmente frente a la autoridad.

Leer más... »

5.05.09

El aborto a la luz de la evidencia

El común de los mortales nos guiamos, ¡para qué vamos a negarlo!, por criterios de FE, es decir de adicción a uno u otro credo. También a la hora de posicionarnos respecto al aborto. Lo habitual es que no haya manera de producir trasvases del credo católico al credo progresista o viceversa, por citar los dos credos en que estamos inmersos. Y sin embargo, tras años y años de pensamiento único, es decir de silencio casi sepulcral del credo católico, se ha abierto por fin el debate.

Hay que decir en honor de la verdad que la marea roja que llaman (la de HO-DAV), nació de los católicos de a pie y fue secundada y reforzada posteriormente por la Conferencia Episcopal con la feliz campaña del LINCE. Ésa fue la que por fin hizo saltar el debate a los medios.

Ante este enfrentamiento de ideologías coram pópulo, la inmensa mayoría adscrita al nosabe/nocontesta, de la que forman parte los descreídos y los de fe tibia y acomodaticia de uno y otro bando, los que llaman la “mayoría silenciosa”, se ven forzados a adoptar una posición intelectual y a tomar partido cuando se pasa del comodísimo pensamiento único a la opción entre dos alternativas.

¿Cómo elegir? Los posicionados por razón de fe o ideología en una u otra trinchera, no es previsible que entren en razón ni en razones. No son éstos, por tanto, los destinatarios de esta reflexión, porque ni unos ni otros están dispuestos a consentir que se cuestionen sus dogmas ni a cambiar de fe. Pero bueno, también a éstos les puede servir esta disquisición epistemológica para calibrar la solidez intelectual de sus posiciones; y si más no, para conocer los puntos flacos propios y del adversario. Y en cualquier caso para establecer, previas a la discusión, las reglas del juego dialéctico. La prueba del algodón, que diría el anuncio.

¿Cuál es la herramienta intelectual que emplearán el resto, la pléyade inmensa del n/s - n/c, la multitud de los no adoctrinados, que da y quita mayorías? La herramienta es obviamente LA EVIDENCIA, la que se ha empleado desde que el hombre tiene razón y razones. La del contra factum non valet argumentum que definieron los escolásticos: “contra el hecho, no vale el argumento”. Es que a pesar del suicida “sólo sé que no sé nada” (muy buena para el suicidio, la cicuta) la evidencia sigue siendo al razonamiento, lo que las manos son a la habilidad. Es la herramienta intelectual de los que no exhiben el título nobiliario de “intelectuales”.

¿Y de qué lado está LA EVIDENCIA? ¿Por quién se inclina? ¿Por los abortistas o por los antiabortistas, que han conseguido -primera gran victoria- hacerse llamar “PRO VIDA”?

Asentado el análisis de la herramienta con la que vamos a trabajar, vayamos directos al núcleo de la EVIDENCIA: sabemos desde hace algunos miles de años, gracias a los sietemesinos que ahí están a miles para certificarlo, que con toda seguridad durante el tercer y último trimestre del embarazo, la mujer gestante lleva en su seno un ser humano vivo y con capacidad de seguir viviendo si nace o se le hace nacer en cualquier momento de ese trimestre.

Obsérvese que por razón metodológica he dividido el embarazo en tres trimestres. Esta división la hago exclusivamente en orden a examinar el valor de la EVIDENCIA, que se basa obviamente en el “fenómeno” que diría Kant, es decir en la apariencia de las cosas que se someten a nuestro raciocinio.

Situándonos en el tercer trimestre del embarazo, es inevitable que cualquiera que tenga sangre en las venas y ojos en la cara, perciba como un INFANTICIDIO la expulsión forzada de ese feto, es decir el ABORTO de esa criatura. Esa percepción se intensifica cuando en vez de sólo razones, tiene uno a la vista las fotos y vídeos del feto antes del aborto, y sus despojos una vez abortado, en el momento de ser arrojados a la trituradora para hacerlos desaparecer en la cloaca.

En el plano de las EVIDENCIAS estamos ante una realidad incontrovertible. Sólo desde la cerrazón intelectual y el talibanismo más integrista, se puede cuestionar y discutir esa evidencia. Es el hecho ante el cual no vale el argumento. Para cualquiera con uso de razón, incluso en los niveles de analfabetismo funcional y total, la eliminación de ese feto mediante la violencia del aborto, no es cosa únicamente de la madre, sino también del feto-hijo, que es evidentemente un sujeto distinto de la madre. Para estas inteligencias primarias, la liquidación de esa criatura es un infanticidio o un homicidio (si conocen estos términos tan benignos) o un asesinato si operan con un vocabulario más limitado. Ahí está el cuerpo. No hay que buscarlo como el de Marta del Castillo.

Ésa es la razón por la cual los abortistas lo tienen crudo. Porque, claro, como la doctrina abortista se sustenta en que mientras está el feto dentro de la madre es “cosa” de ésta, que además tiene todo el derecho a disponer de esa “cosa” que afecta a su salud sexual y reproductiva, suya y nada más que suya mientras esté ahí dentro; como ésa es la doctrina en que se basa el derecho de la mujer al aborto, este derecho alcanza hasta el final del embarazo, ya sea natural, ya violento. El resultado inevitable de esos principios es que no se puede ni se debe privar a la mujer del derecho a su propio cuerpo, es decir a ABORTAR a la cosa esa que está ocupando su cuerpo, durante todo el tiempo que lo ocupa. Es lo que tiene la fidelidad a los principios: ABORTO HASTA EL ÚLTIMO DÍA DEL EMBARAZO. Sería, en el plano del homicidio, el derecho de uno a matar al ladrón que se ha colado en su casa e incluso al ocupa. “En mi casa mando yo; y como está en mi casa, me lo cargo”.

Es cierto que luego, en el bando de los abortistas hay diferencias de opinión: los hay radicales y coherentes con los principios en que se sustenta la doctrina abortista, que quieren ABORTO LIBRE desde el primero al último día del embarazo, sin necesidad de supuestos ni pretextos. ¡Ah!, y pagado con cargo a los impuestos de toda la ciudadanía. Los moderados en cambio matizan diciendo que para llegar a esos extremos han de darse determinados supuestos. Ése es el mayor torpedo en la línea de flotación de la doctrina abortista, su auténtico talón de Aquiles; porque a la luz de la EVIDENCIA más común para la inmensa mayoría de los mortales, esa doctrina reivindica (en el mejor de los casos, sólo excepcionalmente) el DERECHO DE LA MUJER AL INFANTICIDIO de su hijo. Es así: a la mayoría, LA EVIDENCIA NOS MUESTRA UN HIJO, no una cosa.

Ahora le toca el turno, en el plano dialéctico, al primer trimestre del embarazo, el que la ley pretende como plazo indiscutible para el aborto sin supuestos ni pretextos. Y aquí es donde la EVIDENCIA no está decidida en favor del movimiento PRO VIDA, ni mucho menos en las primerísimas semanas. En el extremo inicial del embarazo (igual que para los abortistas en el extremo final) es donde la doctrina se sobrepone a la evidencia. Donde no alcanzan los ojos, alcanza la argumentación de carácter científico-jurídico; y donde ésta no llega, suple la fe, es decir la adscripción doctrinal.

¿Y qué ocurre con la DOCTRINA PRO VIDA? Pues en el plano doctrinal el fenómeno es milimétricamente el mismo que en el bando abortista: LOS PRINCIPIOS son los que mandan, AUNQUE LA EVIDENCIA NO AYUDE; incluso aunque la evidencia se opusiese. Y así, del mismo modo que los abortistas se empecinan en sostener que el feto es una “cosa”, sin derechos por tanto, desde el primero al último día del embarazo, así los PRO VIDA sostienen que el embrión y el feto son un ser humano, con derechos por tanto (el primero de todos, el DERECHO A LA VIDA) desde el primero al último día del embarazo. Así de sencillo.

Es que los PRINCIPIOS no dejan más alternativa. Y si nos regimos por PRINCIPIOS, no puede ser de otro modo: el abortista coherente ha de serlo desde el primero al último día del embarazo; y el antiabortista coherente también ha de serlo desde el primero al último día del embarazo. No hay más. ¿Que luego vendrán los que en catalán llaman “setciències” (los siete ciencias) de uno y otro bando y sesudos, con voz grave y sabihonda estirarán y retorcerán los principios como si fuesen de plastilina? ¡Pues claro! Sobre todo los que en uno y otro bando no son gente de principios sino dialogantes, de conveniencias y acomodaciones.

Volviendo, pues, al examen de las EVIDENCIAS de los PRO VIDA, está claro que para ver un ser humano en las dos o tres primeras semanas, se necesita mucha FE. La evidencia no ayuda, hay que recurrir a los principios y a sus argumentos. Pero en cuanto el embrión empieza a tomar forma, y ahí si, la tecnología de la imagen está posicionada a favor de los PRO VIDA ya desde el primer mes del embarazo, y más en el segundo y en el tercero; en cuanto el embrión empieza a tomar forma, hay que tener problemas, y no precisamente de vista, para no reconocer en las fotos y vídeos que se trata de un embrión HUMANO.

Digamos en resumen que a la luz de la EVIDENCIA los PRO VIDA lo tienen difícil en el primer trimestre del embarazo, pero ni siquiera durante todo él. El primer mes (el más latente, puesto que aún no se ha producido ningún signo externo del embarazo y por tanto tampoco se ha podido plantear el aborto), del que ni te enteras; ése es el más cuesta arriba. Pero a partir de ahí la EVIDENCIA se impone cada vez con más fuerza.

En cualquier caso, no son nada las dificultades de los PRO VIDA, comparadas con las tremendas de los abortistas. Es que entre RESPETAR Y PROTEGER LA VIDA humana “incluso” durante el primer trimestre del embarazo, o CARGÁRSELA “incluso” en el tercer trimestre, ¡¡¡no hay color!!! Realmente no es nada difícil optar por uno u otro bando, guiándose sólo por los ojos que tiene uno en la cara y la sangre que circula por sus venas.

Pero al final de los finales, a los abortistas siempre les queda en la recámara el argumento de fe: ser abortista es progre (cuanto más abortista = del primer al último día, más progre); mientras que ser antiabortista es carca, o peor todavía, católico. Y si tiene uno la osadía de defender la vida desde la concepción, es acusado además de integrista católico. En esos términos está el debate.

El Directorio

Germinans germinabit