Religiosas Germinantes: Hijas de Santa María del Corazón de Jesús
Pasan desapercibidas y son desconocidas por muchos. Su colegio en Valldoreix es una de las instituciones católicas más maravillosas y fecundas de la Iglesia en Cataluña: el Pinar de Nuestra Señora. Pegadita al Colegio, la Casa para Hermanas mayores y enfermas: los Alcázares de Santa María. Su fundadora, la santanderina Madre María de Jesús Velarde, se crió, estudió y conoció su vocación junto a nosotros. Aquí, en Sant Cugat comenzó su noviciado en las Hijas del Sagrado Corazón de Issoudun, la rama femenina de los Misioneros del Sagrado Corazón fundada por el P. Chevalier, y de allí salió para fundar el nuevo instituto religioso que en 1998 fue aprobado como de Derecho Pontificio.

Los que continuamente nos interrogamos no tanto sobre los hechos en sí sino sobre las causas y motivaciones de estos, repetidamente hemos intentado ponernos no sólo en la complicada mente del cardenal Sistach sino también el tortuoso mundo afectivo que lo mueve y sostiene.
El lector tendrá en estas líneas un ejemplo monstruoso del estado de espíritu actual en nuestra Archidiócesis de Barcelona y sus instituciones. Los responsables pastorales al frente de la mayoría de los centros e instituciones “de Iglesia” (así los llaman): Facultad de Teología, Delegaciones Diocesanas, Seminario, Centros de Estudios Pastorales y de Pastoral Litúrgica, Fundación Joan Maragall y demás, llevan a cabo un proceso dialéctico muy sutil. En ellos se encuentran mezclados, como en el marxismo, los objetivos desvelados y los fines últimos inconfesados. Los objetivos desvelados son: ir hacia los hombres, conocer la Palabra de Dios y hacerla vivir, hacer comprender la Liturgia, facilitar la práctica religiosa, establecer unos cauces de diálogo entre la sociedad civil y la Iglesia, contribuir al desarrollo integral de nuestro mundo con las aportaciones de la fe cristiana, potenciar unos lazos de fraternidad, hacer la unidad y propagar la paz. Con este lenguaje tal cual. 
Sería de una ceguera obtusa y letal para cualquier examen de la realidad que quisiera obviar ese dato incontestable, el negar cómo el saldo del conjunto de festejos del sábado 23 de enero, entorno a la beatificación, ha resultado ampliamente positivo para los fines y objetivos planificados por S.E. el cardenal Martínez Sistach.




