Capítulo 42: Las oraciones de León XIII
Adición recientísima que dio lugar a una abundante literatura rubricista son las oraciones de Leon XIII también llamadas por esa razón “preces leoninas”.
En sí consideradas son el último brote de la tendencia, siempre viva en la Iglesia, a añadir en tiempos de aflicción nuevas súplicas, de suyo pasajeras, pero que luego adquieren carta de permanencia. Ya hemos ido enumerando al paso las más importantes en el curso de los siglos, por ejemplo, las que se añadieron al canon por el siglo V; las de los kyries en el siglo VII, las oraciones por la paz y Tierra Santa entre el Paternóster y el embolismo o después del “Libera nos” en diversas épocas de la Edad Media.

La amonestación de la que ha sido objeto Sor Teresa Forcades por parte de Su Eminencia el cardenal Rodé, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, a causa de sus posturas públicas favorables al aborto y al uso de la píldora abortiva, pone el dedo en la llaga del problema de fondo que subyace a esta lamentable cuestión: la pasividad de la autoridad episcopal. Problema grave, gravísimo, porque se trata de una verdadera y propia dejación de la misión que tiene todo obispo de enseñar: munus et potestas docendi, oficio y consiguiente poder, otorgado por Jesucristo a sus Apóstoles y a sus sucesores. Nos preguntamos si habría habido necesidad de la intervención de Roma si la televisiva hermana benedictina hubiera sido convenientemente interpelada por quienes tenían la autoridad y la obligación de hacerlo, es decir, el correspondiente Ordinario diocesano Mons. Agustín Cortés, obispo de Sant Feliu, así como también Su Eminencia el cardenal Martínez Sistach, en cuya jurisdicción, como metropolitano, no sólo se halla el monasterio de Sant Benet, al que pertenece la monja contestataria, sino también es en la que se han difundido sus opiniones. El palio arzobispal no sólo es de adorno y para lucimiento y la más que discutida y redicha “Conferencia Episcopal Tarraconense” para hablar de raíces e identidades nacionales…
En relación a la aclaración sobre la posición sobre el aborto de sor Forcades hacer unas breves consideraciones:
El recientemente fallecido Monseñor Martí Alanís fue uno de los obispos catalanes que fueron nombrados a finales de los sesenta-principios de los setenta del siglo pasado. En cinco años, cambió la cuasi-totalidad de los prelados catalanes. Arriba y Castro, Modrego, Del Pino, Moll Salord e Iglesias Navarri - obispos designados casi todos en los años 40- fueron sustituidos por Pont i Gol, Marcelo González (después por Jubany, que estaba en Gerona y que, a la vez, fue remplazado por Camprodón), Malla, Carles y Martí Alanís. Menos Pont i Gol, que ya había sido elegido obispo de Segorbe en los años 50, todos ellos eran obispos muy jóvenes, entusiastas absolutos de los nuevos tiempos que debía marcar el Concilio Vaticano II y designados en la época del Nuncio Dadaglio.
Después de las declaraciones de Sor Teresa Forcades en TV3 defendiendo el aborto y la píldora del día después, muchos fuimos los que pedimos que alguien tenía que llamar al orden a esta religiosa díscola con el Magisterio de la Iglesia. Yo mismo indiqué en uno de mis artículos que ni su madre abadesa (que está encantada de la vida con ella) ni el obispo de Sant Feliu Don Agustín Cortés (los obispos no se meten en cuestiones de la vida religiosa) iban a mover un dedo en el asunto. Pero la gravedad del caso ha llegado muy arriba, concretamente hasta la Sagrada Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.





