¡Otra iglesia abierta todo el día! El mejor mensaje en tiempos difíciles
Desde el inicio de mi colaboración con Germinans he tenido especial interés en destacar a aquellas iglesias barcelonesas que se han decidido a no cerrar sus puertas en todo el día. La verdad es que hacía tres años no había ni una. En anteriores columnas pude señalar la Parroquia de la Miraculosa o la de Sant Isidre en Hospitalet de Llobregat. Aunque cierre el templo principal, también debo traer a colación la Parroquia de la Concepción, que mantiene la capilla contigua de la Virgen de Montserrat abierta al mediodía. Mi satisfacción ha sido enorme al comprobar que otra parroquia se añade a la lista: la de Nuestra Señora de Núria, sita en la Calle Bon Pastor 7-9, justo detrás de la intersección entre la Diagonal y la Calle Aribau. De libre acceso de 9 a 21 horas.

El relativismo moral, la moral que desprecia la moral y que entroniza la tolerancia, juzga con inusitada dureza y subjetividad impúdica, los delitos de unos pocos sacerdotes con el fin de atacar con prejuicio a la Iglesia y demonizar el celibato, ocultando la gravedad de un serio problema como la pederastia, drama que sufre nuestra sociedad y afecta a notables profesiones e incluso a los mismos padres. 

Como ya se informaba en estas páginas la semana pasada, el inefable Albert Manent ha escrito en La Vanguardia (constituido en el vocero del catolicismo catalán de café) un articulito que se las trae, pero no porque por enésima vez se diga que el grupo que dirige el “integrismo de extrema derecha” sueñe con tener poder eclesiástico y recuperar lo perdido”, sino porque es un cúmulo de disparates. En su afán por atacarnos, cae en el ridículo más risible y sonrojante. El poder no nos ha interesado ni nos interesa y no lo decimos por quedar bien, sino sencillamente por la papeleta que conlleva para el que tiene que ejercerlo. ¡Menuda responsabilidad! No, no: que se lo queden los que lo detentan… y que arreglen lo que han arruinado, que ésa es su obligación y no ir cargando el muerto al que venga detrás. Faltaría más que los responsables del desastre de la Iglesia catalana se vayan de rositas, bien prebendados y pensionados, y que los entuertos los arreglen otros: ¡pues no, señor! No queremos sus cargos ni regalados, pero sí exigimos, como católicos de base que somos, que hagan honor a ellos y que se desempeñen en ellos como Dios manda, como pastores y no como lobos rapaces.





