Las bases puestas en Manresa: Cataluña germina
Las Iglesias de Solsona y Vic ya hacían y programaban muchas cosas de manera conjunta. Ahora tocaba compartir más: el anhelo de hacer juntos el camino compartiendo el testimonio evangelizador y las nuevas experiencias que avivan el rescoldo cristiano y la aventura de la Nueva Evangelización transformados por el Espíritu Santo. Así dio el pistoletazo de salida Mons. Casanova, con referencia directa al pensamiento de Santo Toribio de Mogrovejo, primer obispo de Lima: “que nuestras Iglesias no sean esquivas a la aventura misionera”.
Acto seguido Novell recordó a Juan Pablo II y los tres ejes de la Nueva Evangelización por él auspiciada: nuevo ardor, nuevo lenguaje y nuevas formas. Nuevo ardor con fuerte componente orante y litúrgico y el aprendizaje de nuevos lenguajes y formas mediante el testimonio, no de un teórico de la Nueva Evangelización, sino de Mons. Rey un pastor misionero con 10 de años de experiencia como tal en la diócesis del Var.
Y todo ello aquí, en el corazón de Cataluña, ante la situación de perplejidad y desorientación, ante la secularización que ha vaciado nuestras iglesias y comunidades, ante la parálisis y la desmoralización provocadas (cito textualmente a Novell): “porque, digámoslo claramente, estos últimos 50 años no han traído el fruto esperado”. ¿Qué esperamos? Que nuestras parroquias y comunidades empiecen a apostar por la Nueva Evangelización con un ardiente deseo de buscar nuevas herramientas compartiendo experiencias, convicciones y relecturas…


Tras décadas de auto-odio católico en Cataluña por parte de muchos sacerdotes y seglares; después de lustros de hacer todos los esfuerzos por conseguir a toda costa un “aggiornamento” del catolicismo; luego de apartar años y años por todos los medios lo que significa la Tradición, y de esconder toda expresión visible de ella en la vida eclesial; después de todo eso, ahora resulta que es justamente lo más tradicional lo que golpea e interpela a aquellos que, después de un viaje vital por el desierto contemporáneo de una existencia sin Dios, sienten que hay un Alguien que desde mucho tiempo les espera en algún cruce de caminos; Alguien al que en lo mas íntimo añoran regresar.
Este año n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach acudió a Madrid, a la Misa de las Familias, sin ningún suspense, como algo normal, como tiene que ser. Quedan atrás los tiempos en que nuestro pastor diocesano se ausentaba con las excusas más inverosímiles o de mal pagador, como aquella de que estaba resfriado (cuando al día siguiente todo el mundo pudo verle sin ninguna secuela de aquel repentino y simulado catarro). O cuando el mismo cardenal organizaba en Barcelona un acto paralelo el mismo día y a la misma hora para tener la excusa perfecta para no ir al de Madrid. Eran tiempos distintos, en Cataluña se respiraba un ambiente crispado por parte del nacionalismo hacia sus eminencias los cardenales Rouco y Cañizares, y el cardenal Sistach no podía alinearse con semejantes personajes, sin el riesgo de quedar muy mal ante sus amigos políticos y ante su clero nacionalista.
No falla la semana en la que los medios de comunicación progre-eclesiales nos vengan a presentar al cardenal Ravasi, Presidente del pontificio consejo de la cultura, como su gran esperanza blanca en la curia vaticana. En Cataluña el martilleo todavía es más insistente, no en vano el llamado "ministro de cultura" fue el precursor del viaje papal a Barcelona y se muestra en perfecta sintonía con el cardenal Martínez Sistach. Pero aparte de los razonamientos, más o menos simplistas, de los informadores que dominan los espacios de religión, debemos profundizar en la figura de Ravasi, estudiarla detenidamente en sus orígenes y evolución posterior, para llegar a la conclusión de que no nos hallamos ni ante una personalidad tan aperturista ni ante un personaje de relumbrón en el actual círculo de poder vaticano. 




