Avances y retrocesos en el proceso de designación de Pié


La semana pasada se llevó a cabo con éxito un paso más de los que el protocolo prevé en el proceso de nombramiento y designación episcopal. La comisión de obispos “ad hoc” y en la que se encuentra el cardenal Antonio Cañizares como miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe dio su parecer positivo sobre el Dr. Salvador Pié i Ninot en lo referente a su preparación y cualificación teológica para desarrollar el “munus docendi” (el oficio de enseñar) propio del carácter episcopal.

La comisión no tiene el cometido de juzgar ningunos de los detalles específicos de su “opus theologicum” (obra teológica) ni siquiera esbozar las características generales de su pensamiento. Únicamente la preparación teológica de la persona designada en vistas a su ministerio. Y es evidente que el Dr. Pié posee esa cualificación, es más, si tuviéramos que subrayar algo inherente a su obra diríamos justamente que toda ella no es otra cosa que un “mix” sobre las tendencias y posturas que la teología del siglo XX ha ido planteando sobre las cuestiones que han estado sobre el tapete de las ideas contemporáneas. Tampoco se le puede negar un profundo conocimiento de las posturas teológicas, tanto de la Antigüedad cristiana como de las escuelas medievales, aunque se muestre sensiblemente distanciado de ellas tanto en planteamientos como en soluciones.

Todo ello hace de Pié un hombre al menos teóricamente apto. No podemos recriminar a la comisión que también ellos hayan dado el “pase” al Dr. Pié.

Su encargo y su labor no eran otros que los realizados.

Pero junto a este avance significativo ha surgido algún obstáculo digno de ser analizado.

Y ha surgido en la misma Congregación para los Obispos protagonizada por alguno de los miembros que ha tenido a bien subrayar algunos datos concretos de la personalidad sacerdotal del Dr. Pié que sin duda han hecho reflexionar al conjunto.

En primer lugar, esencialmente entre el episcopado catalán, más que grandes teóricos del pensamiento teológico es necesario alguien que como el obispo Carrera sea capaz de pensar y escribir las pastorales y las grandes líneas ideológicas de la Iglesia en Cataluña. Dato importante que nos llega de Roma: Cataluña está huérfana de un episcopado de una talla suficiente para afrontar los retos ideológicos del siglo XXI. A eso hay que añadir que hasta ahora no se ha puesto remedio a ello pues la dificultad en encajar el rompecabezas de estrategias en los nombramientos casi obliga a escoger hombres de talla media.

Sin duda el Dr. Pié no es ese personaje: carece de la concreción pastoral necesaria para ello, ni siquiera un buen equipo sería capaz de suplirle esas carencias. Además sus años de docencia universitaria le han imposibilitado un conocimiento real sea de las realidades parroquiales y del clero, como de los movimientos apostólicos. Su visión quedó exclusivizada a un movimiento, el MUEC que, además, ha acabado desapareciendo. Que haya una laguna tan enorme en la pastoral universitaria es algo preocupante. Y alguna responsabilidad recae sobre él.

En la Congregación se hecha a faltar también una preparación litúrgica que lo capacitase para el ejercicio concreto de su ministerio: el Dr. Pié carece de ella y esencialmente su ministerio, amén del encargo de Vicario General que pudiese recaer también sobre él como recayó sobre Mons. Carrera, se va a concretar en la administración sacramental y la substitución y representación de nuestro n.s.b.a. Arzobispo, cada vez más ocupado en sus responsabilidades cardenalicias o en responder a las múltiples invitaciones que recibe con el ánimo de plasmar esa “solicitud universal por todas las Iglesias” que en tan alta estima tiene.

Además no es visto con buenos ojos, ese carácter “aseglarado” del que siempre ha hecho gala Pié, sea en su manera de vestir (aunque ello como bien sabemos tiene rápida solución visitando la sastrería Gammarelli y haciendo acopio de todo un poco) como en el régimen ordinario de vida, muy independiente y hecho “à soi-même”.

Este es, queridos lectores, el estado de la cuestión a día de hoy. Nada más podemos añadir o cambiar de lo afirmado y sugerido.

Como decimos en catalán. “Que tot sigui a fi de bé!” (Que todo sea para buen fin).

El Directorio

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