Martí Alanís, un aperturista outsider
El recientemente fallecido Monseñor Martí Alanís fue uno de los obispos catalanes que fueron nombrados a finales de los sesenta-principios de los setenta del siglo pasado. En cinco años, cambió la cuasi-totalidad de los prelados catalanes. Arriba y Castro, Modrego, Del Pino, Moll Salord e Iglesias Navarri - obispos designados casi todos en los años 40- fueron sustituidos por Pont i Gol, Marcelo González (después por Jubany, que estaba en Gerona y que, a la vez, fue remplazado por Camprodón), Malla, Carles y Martí Alanís. Menos Pont i Gol, que ya había sido elegido obispo de Segorbe en los años 50, todos ellos eran obispos muy jóvenes, entusiastas absolutos de los nuevos tiempos que debía marcar el Concilio Vaticano II y designados en la época del Nuncio Dadaglio.
Martí Alanís se incardinaba plenamente en este talante. Designado obispo de Urgel con 42 años recién cumplidos, había sido hombre de confianza del Cardenal de Tarragona, Monseñor Arriba y Castro, que le había encomendado la dirección del Colegio Episcopal Nuestra Señora de la Merced (1957-1966) y del Colegio Diocesano San Pablo (1966-1971), a la par que ostentaba la vicaría episcopal de enseñanza y doctrina de la fe.

Después de las declaraciones de Sor Teresa Forcades en TV3 defendiendo el aborto y la píldora del día después, muchos fuimos los que pedimos que alguien tenía que llamar al orden a esta religiosa díscola con el Magisterio de la Iglesia. Yo mismo indiqué en uno de mis artículos que ni su madre abadesa (que está encantada de la vida con ella) ni el obispo de Sant Feliu Don Agustín Cortés (los obispos no se meten en cuestiones de la vida religiosa) iban a mover un dedo en el asunto. Pero la gravedad del caso ha llegado muy arriba, concretamente hasta la Sagrada Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Instrumento de bendición: tres razones
El Concilio de Trento, finalizado en 1563, trajo consigo notables consecuencias para la evangelización de la Europa cristiana. En el ámbito hispánico asistimos a una extraordinaria exaltación de lo religioso. Los obispos promovieron toda clase de iniciativas ordenadas a la magnificencia y decoro del culto así como al fomento de la vida conventual. Frente a los postulados iconoclastas de la reforma protestante la imagen sagrada –con independencia de la cronología de su factura- se pondrá más que nunca al servicio del dogma católico. Este espíritu desarrollado en las centurias siguientes explica los proyectos destinados a modificar y cualificar los espacios arquitectónicos de los templos. Se trataba de introducir un lenguaje más cercano, comprensible y sensual; un lenguaje persuasivo que no fuera ajeno a la utilización de los recursos naturales tales como la luz, los textiles, elementos suntuarios… Como bien intuía E. Mâle no se había dado desde el periodo medieval una correlación tan estrecha entre religiosidad e imagen sagrada.
José Antich, el director de La Vanguardia y jefe del nefasto Oriol Domingo, el 21 de septiembre de 2003 publicaba la siguiente editorial titulado:´“La sustitución de Carles”: