Anécdotas de verano (II) No hay libros en castellano
Mi segunda anécdota corresponde a otra parroquia en la que fui a hacer una suplencia en este verano en una misa diaria. En esta ocasión tuve la agradable sorpresa de encontrarme con una sacristana andaluza muy simpática y resalada. Rápidamente conectamos y nos echamos unas risas antes de iniciarse la celebración.
Le pregunto si alguien leía las lecturas y la sacristana me contesta que estos días de vacaciones, las lectoras habituales están de vacaciones por lo que las lecturas las tiene que hacer todas el sacerdote. Pregunto extrañado si nadie de los asistentes es capaz de leer la Palabra de Dios, a lo que ella me responde que por supuesto que muchas leerían pero en castellano. Le digo que por mi parte no hay ningún problema, que saquen los libros de las lecturas en castellano y que el Evangelio y el resto de la misa ya lo haré en catalán.