¡Vives, semper Vivas!

Hablar hoy de la Cerdaña parece implicar hablar de turismo de alto nivel, de segundas residencias de alto standing, en una palabra del hipermundo “pijo”. Y nótese que digo “hipermundo” y no submundo, concepto que sería del todo inadecuado. Contraponiendo los dos neologismos, entiendo deslindar ese “saloncito de gente bien” en el que algunos se empeñaron y se empeñan en convertir nuestra comarca de la Baja Cerdaña.

Todo comenzó con la construcción de la línea de ferrocarril Barcelona-La Tor de Carol a principios del siglo pasado, y con ella el desembarco de la burguesía catalana en la comarca pirenaica, antaño olvidada y abandonada a su suerte. Tan olvidada que la mitad de la comarca, la Alta Cerdaña, fue entregada a Francia en el siglo XVII como contrapartida a una paz, que con  un Tratado, el de Fuenterrabía, cercenaría nuestro territorio histórico.

Sea como fuere, la “gente de orden” fue encargando a los grandes arquitectos modernistas del momento sus grandes torres-chalet, empezó a esquiar en La Molina, a dar golpes a la pelotita con el bastón en el Real Club de Golf de Puigcerdá, ideando un estanque dorado artificial, l´Estany, para que sus criadas pudieran pasear los carritos con sus bebés en las tardes de veraneo. ¡Qué bucólico! Casi la Arcadia félix.

Mientras tanto, los hombres y mujeres de aquellos pueblos olvidados y cubiertos medio año por la nieve, debían abandonar las masías y las tierras con que sus ancestros habían establecido el baluarte defensivo de España ante el gabacho, y bajar a Barcelona a ganarse el pan para sus hijos; tenían que  contribuir con su sudor en las grandes obras del “cap i casal”, que con el Metro y la Exposición Universal del 29, darían nacimiento a la moderna Barcelona; o quizá se veían obligados a enrolarse en las fábricas y fundiciones de Pueblonuevo, en mezcolanza con la abigarrada masa de murcianos y aragoneses, primera levadura de la próspera industria catalana del siglo XX.

Ese Pueblonuevo, Poblenou decimos en catalán, que vio nacer a don Joan-Enric Vives Sicilia, arzobispo ad personam de Urgel y co-príncipe de Andorra.

El pijerío siempre busca lugares selectos; y cuando no los inventa, los absorbe o recicla. Eso es lo que ha sucedido con la Festa del Trinxat de Puigcerdà. Empezó hace 17 años siendo una fiesta popular en medio del riguroso invierno. El plato no tiene otros secretos que una buena patata de las tierras altas de la comarca, dialectalmente trumfos; los brotes más tiernos de las coles rizadas llamadas por nosotros de paperina o de olla; y unos buenos torreznos de tocino salteados con ajitos; aderezado con un buen aceite de oliva, claro está. Con un acompañamiento de aceituna arbequina de baja acidez. Todo bien simple y popular, para que todo el pueblo participe y sienta suya la fiesta. Como de hecho comenzó siendo.

Pero no. Tenían que chafarla. Se acabaron los peroles de cobre y entraron los altos tenedores. Desapareció el mundo de las camisas de franela y los pantalones de pana y llegaron las corbatas, las pajaritas y las señoras enjoyadas. Entradas a precios astronómicos para cribar al personal de manera que sólo quedasen los invitados de gala, a costa del erario municipal: 25000 euracos, más de cuatro millones de pesetas. Así organizan las fiestas selectas en Puigcerdá.

Feria del Caballo Hispano-BretónFeria del Caballo Hispano-bretón en Puigcerdá

Y conste que no estamos sugiriendo que la Festa del Trinxat se convierta en la Feria del Caballo hispano-bretón ni mucho menos. Pero en estos tiempos de crisis se requiere si no decencia moral, al menos discreción.

Y se convierte en exigencia para políticos y cargos públicos. Especialmente  para un pastor de la Iglesia, más cuando éste proviene de una familia humilde, de extracción social obrera. Más cuando uno es fill del Poblenou, como a veces él mismo ha afirmado orgullosamente: sólo cuando está entre los progres de izquierda, claro.
Y mientras, vengan tablas de embutidos, ensaladas de bacalao y romesco, trinxat amb rostes de cansalada, estofado de potro ceretano, buenos vinos del país y mejor cassís de Viella.  

¡Y en la misma mesa del portavoz de CiU Jordi Turull, el primo del canónigo y pertinaz rector del Seminario; y de otras “bellezas” y lindezas advenedizas de la clase política local!
No es moquen amb mitja màniga!. ¡No se mocan con media manga! (= no son gente de medio pelo).
Ecce homo. He ahí al personaje, que no va ni mucho menos de eccehomo. Ahí tienen los del reducto progresaurio eclesial a su candidato a arzobispo de Barcelona. Y es que no olvidemos que el nacional-progresismo eclesial barcelonés nace y se desarrolla en una granja de la calle Madrazo, olvida la casa pairal de Premiá y se instala por encima de la Diagonal. Sólo unos pocos son de barrio. Lástima de Pueblonuevo: perdió un hijo, pero lo ganó Andorra. Y Puigcerdá, claro está.



Prudentius de Bárcino