Lo que va de Godayol a su sucesor

Joan Godayol ha sido uno de los obispos-iconos del progresismo catalán. Como Pere Casaldáliga, es el modelo de lo que tiene que ser para algunos un obispo, y encima si son catalanes pues ya perfecto. Esos mismos que admiraban a Godayol, Casaldáliga y otros, luego ven fatal que vengan a Cataluña obispos que no son catalanes, aunque incluso hablen el catalán (lean sino el artículo de nuestro amigo Albert Manent, como deja a nuestros obispos valencianos). Por suerte una jugada maestra de la Santa Sede devolvió a Godayol a su casita, donde sigue haciendo de las suyas mientras el titular de su actual diócesis, el cardenal Martínez Sistach mira para otro lado (como casi siempre) sin llamarle la atención. Afortunadamente nuestro Santo Padre Benedicto XVI no está por la labor de que se repitan estos específemes en ninguna diócesis y va nombrando obispos de otro calado, de los que convienen en cualquier diócesis, y de los que convendrían por ejemplo en Barcelona.

Ante el cúmulo de injurias y disparates que se han dicho sobre nuestro querido Pontífice la mayoría de obispos han reaccionado con muestras de apoyo y solidaridad, algunas tibias y flojitas como la de nuestro cardenal (aunque menos da una piedra). Otras mucho más contundentes, valientes y amplias como la que reproducimos ahora precisamente del actual obispo de Ayaviri, Kay Martín Schmalhausen (en la foto de la izquierda) el sucersor de Godayol, a la que nos sumamos desde Germinans Germinabit.

Mi orgullo de ser católico

Al lector algo enterado, le podrá parecer - sobre todo en estos días - una provocación este título; y en parte lo es. Sin embargo, el titular responde, por encima de todo, a una verdad que no tengo por qué ocultar.

Es bien sabido que las últimas semanas han sido muy malas para la Santa Sede y tanto más dolorosas para el Papa Benedicto XVI. Han saltado a la luz del día los escándalos de abuso sexual; ya algo de esto se había visto en los primeros años del nuevo milenio, cuando lo de algunos clérigos católicos de Estados Unidos. Ahora los de Irlanda. El asunto viene de años atrás. No podemos negar que la estamos pasando mal. ¿Somos los únicos? Ya verán que no. Pero mal de muchos, consuelo de tontos. El horror de siquiera una de estas faltas es totalmente condenable.

Sin embargo en medio de todo esto tengo mis razones para sentir el orgullo de ser católico. Y aquí va mi alegato a favor de mi Iglesia y del Papa:

-Mi orgullo por un Papa que ha dado cara al asunto, sin subterfugios, ni ambigüedades.
-Mi orgullo por un Papa que lo ha hecho públicamente, llamando a una necesaria purificación.
-Mi orgullo por un Papa que con serenidad y firmeza ha llamado la atención a los Obispos.
-Mi orgullo por un Papa que habla claro de las causas externas e internas del problema.
-Mi orgullo por un Papa que ante falsas acusaciones, calumnias y mentiras sobre su persona ha sabido guardar la calma y perdonar.
-Igualmente mi orgullo por una Iglesia que sabe pedir perdón por sus sacerdotes que fallaron.
-Mi orgullo por una Iglesia que corrige allí donde sus Obispos no lo supieron hacer.
-Mi orgullo por una Iglesia pronta a enmendar sus errores.
-Mi orgullo por una Iglesia que desea reparar el daño causado.
-Mi orgullo por una Iglesia solidaria afectiva y efectivamente con las victimas
-Mi orgullo por una Iglesia que odiando el pecado comprende y perdona al pecador.
-Mi orgullo por una Iglesia que sabe aplicar penas cuando es necesario.

Como verán, tengo mis razones. No son todas; hay muchas más. No todas gustarán. Algunas serán poco comprensibles para quienes no hayan seguido con lectura atenta la denodada labor de purificación, renovación y puesta en orden de Benedicto XVI en sus pocos años de pontificado. Solo me queda un último pendiente; una curiosidad: ¿y harán la misma labor los que hasta ahora tanto vociferan y critican?

S.E.R. Mons Kay Martín Schmalhausen Panizo SCV
Obispo Prelado de Ayaviri


El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit