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6.08.09

El Papa admira el cine, pero no a "ese"

Suena el teléfono con prisas. Es un lector de este blog, quien afirma que no ha encontrado a nadie que haya defendido al Papa ante las acusaciones de uno que dice que hace peliculas que son tan perfectas, que se siente “un dios” dentro de su mundo de variedades, de cartón de piedra, de mentiras y gordas, y de cejas y presupuestos monetarios regalados.

Según va la conversación me parece que se trata de un individuo que hace peliculas, que nació en la Mancha y cuyo nombre no quiero acordarme. Para vender alguna butaca más de gente que vaya a sus bodrios peliculeros ha tenido la osadía de irse a Alemanía, donde nació Benedicto XVI, y en una revista se ha permitido ofender al Papa, tildándolo de lo que él le ha venido a su boca de “lobo feroz".

Al parecer, le recomienda al Papa que no defienda su “tipo de familia", ya que las “familias que ese “dios” peliculero realiza son de otras formas, personas y moralidades varias". Y remata la faena llamando al Papa a que “pasee fuera de los muros del Vaticano", para que vea los “diferentes tipos de familias que existen” en la mente de ese fabricante de de “sueños” peliculeros.

Si este “manufacturero” de peliculas desea que el Papa vea alguna de sus “obras maestras” le recomiendo que, si es capaz, algo que dudo mucho, que ponga de los dineros que le caen a manos llenas del presupuesto del grupo de la “ceja” unos cuantos millones y haga una pelicula auténtica, donde los valores no sean cutres, sino limpios; no sean amorales, sino morales; no sean producto de mentes desquiciadas, sino de personas sensatas; no sean de monomanías devaluadas, sino con una trama que enseñe al público lo que es bello en este mundo. Si fuera capaz de no huir de sus propios fantasmas este ejecutor de peliculas, a lo mejor tendría más espectadores, incluido el mismo Papa.

Pero, como se siente solo y cada más solo, es por lo que tiene que vender entradas largando contra el Papa lo que le ha dado la gana. Que sepa esta persona que nació en la Mancha y de cuyo nombre no quiero acordarme que el Papa, caso de haberse enterado de sus ofensas, ya lo ha perdonado y habrá pensado que respete a todos los que no piensan como él, ni tampoco compran ni comprarán nunca una butaca para ver esos “bodrios peliculeros", entre los que me incluyo.

Tomás de la Torre Lendínez

Dios en las cartas de correos

Entre la correspondencia atrasada de unos días, encuentro una circular de la Cofradía de la Santísima Virgen de la Capilla, Patrona de la ciudad de Jaén, de la que soy miembro. Esto en sí no encierra ninguna novedad.

Lo que me ha llamado la atención es que acaba de la siguiente forma:

“Dios guarde a Vd. muchos años

Jaén….de julio de 2009

El Secretario General”

Hacía tiempo que no recibía una misiva con el final citado: el deseo que Dios guarde al destinatario de la misma. Se había perdido esta sencilla y elemental forma de despedirse de alguien usando correcta y fraternalmente el nombre de Dios, tan olvidado, tan escondido y tan vilipendiado por tanta gente.

Cuando se encuentra uno por la calle a alguien conocido, el decirle : !Adiós¡, supone que muchos vuelvan la cara como si hubiera hablado algún ser de ultratumba y miran con verdadero estupor.

Con el mundo de la informática se han perdido las formas cordiales y cristianas de despedirse con la presencia de Dios, en el recuerdo de Cristo, y con el amparo de la Santísima Virgen. Solamente con leer los correos electrónicos que se reciben se demuestra que en las lineas cibernéticas parece que Dios no tiene o no le buscamos su sitio.

Alguien, que esté leyendo estas líneas, pueden pensar que se supone que uno le desea a la otra persona que Dios le acompañe ahora y siempre. Pero es que la vida cristiana no se apoya en suposiciones sino en realidades, en deseos expresados con amor a Dios y los hermanos. Y la forma de expresarnos los seres humanos es por la palabra hablada o escrita, con la que comunicamos nuestros pensamientos, creencias y deseos.

En la sobremesa de un almuerzo con compañeros sacerdotes, uno dejó en el aire la siguiente situación: está sirviendo en una parroquia de expansión de la ciudad, hasta hace poco, los comerciantes que abrían un negocio, pasaban a invitar al cura a que bendijera su local comercial. Desde hace unos años esta pequeña actividad pastoral se ha perdido entre los humores de la crisis económica y el relativismo social y moral en el que vivimos.

¿Son importantes las formas? ¿o los contenidos?. Respuesta: ambas cosas. Las formas sin contenidos son convencionalismos sociales. Los contenidos sin formas son signos invisibles. La coherencia cristiana nos exige que no separemos formas y contenidos.

El refranero castellano es claro: “Obras son amores y no buenas razones". Dios debe ocupar entre las relaciones sociales de los cristianos su exclusivo sitio. Es un reto para demostrar nuestra valentía cristiana ante quien sea.

Tomás de la Torre Lendínez