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25.08.09

La liturgia no es un teatro

Desde hace unos días en InfoCatólica, de modo singular en el blog de Luis Fernando, se ha ido tratando de una posible “reforma de la reforma” de la liturgia eclesial, de modo especial, en la celebración de la Misa.

Los numerosos comentarios escritos por un fuerte número de lectores ha creado un amplio campo de diálogo y de intercambios de opiniones y pareceres. Voy a aportar mi grano de arena.

Cuando la Iglesia camina, en su historia, una vez que Cristo ha ascendido a los cielos, inicia su liturgia, de modo singular, la Acción de Gracias, la Eucaritía. No en todos los casos las celebraciones gozaban de una “pureza” esencial para celebrar el sacramento. San Pablo a los ciudadanos de Corinto les echa en cara los “juegos, inventos y comilonas” que montaban en torno a la celebración del sacramento esencial de nuestra fe.

Cristo lo había anunciando, citando al profeta Isaías: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Creo que aquí está el núcleo central de la cuestión: cuando ni el celebrante y los participantes en la Eucaristía tienen sus corazones conectados con sus labios, el sacramento es una farsa. Es un teatro.

Tanto, cuando se usa el latín o el castellano, el misal de Pio V, el misal de Pablo VI, o lo que pueda venir. Celebrar un sacramento, lo digo como sacerdote, es una integración tan plena con Cristo y su Iglesia en la acción sagrada que se preside acompañado por la comunidad de hermanos en la misma fe, que si no existe unidad entre la fe conocida, la fe celebrada, y la fe compartida, no puede haber coherencia entre el corazón y los labios de las personas que están allí, celebrando el sacramento esencial de nuestra fe.

La agencia Aciprensa nos trae hoy un escrito del Papa Benedicto XVI dirigido a la 60 semana litúrgica nacional de Italia, que terminará el día 28, donde se está tratando sobre el sacramento de la Penitencia.

El Papa alaba la continuidad de estas reuniones a lo largo del tiempo “en constante adhesión a la doctrina y a las indicaciones de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, en sabia obediencia al Episcopado y a la Santa Sede, para presentar el Misterio de la fe".

Su Santidad sigue “invitando a proseguir en esta senda, con la misma fidelidad y el mismo espíritu, “ayudando a infundir nueva valentía y nueva perseverancia, en los obreros de la viña del Señor". Benedicto XVI remarca que estas Semanas Litúrgicas ofrecen a obispos, sacerdotes, personas consagradas, y fieles “preciosas ocasiones de profundización, siempre en una perspectiva de servicio eclesial".

Seguidamente el Pontífice resalta que “hay que tener muy en cuenta la plena y activa participación de todo el pueblo en la Liturgia, porque es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano".

Desde este espíritu del corazón papal, volvemos a la realidad de España. ¿Cuando la Iglesia española ha organizado una semana litúrgica abierta a todos: desde obispos hasta el último bautizado?. ¿Cuales son los motivos de la ignorancia litúrgica de nuestro pueblo?.

Necesitamos, todos los cristianos, darnos cuenta que la vida litúrgica, para que no sea un teatro o un campo de inventos de curas dislocados y laicos palmeros, acudir a los sacramentos teniendo clara la coherencia de vida entre nuestros labios y nuestros corazones, ya lo denunciaba el profeta Isaías en el Antiguo Testamento, y Cristo en el Nuevo Testamento.

Tomás de la Torre Lendínez