InfoCatólica / Tomás de la Torre / Archivos para: Agosto 2008, 27

27.08.08

El santo del día

Es un hombre de su tiempo. Estudia las lenguas dominantes de entonces. Busca la verdad por tierra, mar y aire. No tiene miedo a equivocarse. Llama a todas las puertas. Reflexiona, y milita en las ideologias de la época. Se deja llevar por las flaquezas de los sentidos. Tiene una madre que reza mucho por él.

Posee muchos amigos. A uno de ellos le hace caso. Se retira en una casa de campo a buscar la verdad, que será el motivo vital de su existencia. Allí entre la reflexión, el diálogo, la lectura y la contemplación, encuentra la respuesta: “Toma y lee".

Se prepara con paciencia a recibir el bautismo. Lo hace en la noche de Pascua de Resurrección. A poco será ordenado sacerdote y despues será obispo de una ciudad del norte de Africa. Allí permanecerá hasta su muerte cuando las tropas de los bárbaros tenian cercada a la ciudad.

Durante su vida nos escribe su vida en Las Confesiones. Se introduce hondamente en los misterios de nuestra fe, de modo singular en la Santisima Trinidad. Mantiene una fluida correspondencia epistolar con pastores eclesiales y amigos, entre ellos con uno que estaba traduciendo la Biblia a la lengua latina.

Con los extraviados de la ortodoxia es claro y contundente. El tema de la gracia santificante lo estaban destozando los pelagianos. Él no permite juegos y mentiras. Siempre mira a Roma, sede de Pedro, Vicario de Cristo, a quien obedece con humildad.

Se preocupa de la vida de la ciudad de Dios y de la ciudad de los hombres. Por esto escribirá una magnifica obra, que nadie ha superado todavia. Es un inmensa carta a la humanidad de todos los tiempos.

Es un gran filósofo, base para ser un gran teólogo. Su teología la hace de rodillas orando intensamente ante el Señor. La escribe sentado dictando a los copistas. Y la vive en la practica pastoral como obispo de Hipona. Sus sermones son insuperables. Están llenos de una profunda doctrina, pero a la vez de un hondo conocimiento del ser humano y de la sociedad de la época cambiante que le tocó vivir.

Este hombre se llama Agustín. Es un gran padre de la Iglesia primitiva. Es uno de los cuatro doctores de occidente. Es el protector de muchos religiosos y religiosas que viven su carisma apostólico y contemplativo. Todo está sucediendo entre el 354 y el 430 despues de Cristo.

Cuando alguien dice que es teologo, le observo si tiene alguna sombra de virtud agustiniana. En caso afirmativo le leo y escucho. En caso negativo le invito a conocer e imitar a los maestros teologos que en la Iglesia han sido.

Tomás de la Torre Lendínez

Parada en Yuste

En estas fechas, sobre todo el 21 de septiembre, se celebra el cuatrocientos cincuenta aniversario de la muerte del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, que tuvo lugar en el Monasterio de Yuste. Con motivo de este acontecimiento se ha organizado una exposición dedicada a la vida y figura del emperador ensimismado con el paisaje de la comarca cacereña de la Vera, donde está enclavado el histórico recinto religioso regido por los frailes jerónimos.

Todas las piezas de la muestra pertenecen al Patrimonio Nacional, de modo especial pinturas y libros relativos a la persona de Carlos V, quien veía su retiro en aquel enclave, con un espíritu profundamente religioso, propio de la época que le tocó vivir, donde preparse a bien morir era lo más importante en un buen soldado y rey, que habia entregado su vida a la defensa de la Religión Católica, en un siglo, tan convulso para la unidad eclesial como fue el XVI.

Los visitantes de la exposicion pueden encontrar las razones de aquel retiro monástico para un emperador que habia sido dueño de Europa y toda América. Una de ellas destaca sobre las demás: la sencillez de espiritu y el desprendimiento de los asuntos temporales. Es lo que hoy diriamos de este modo: saber retirarse a tiempo y dejar paso a su hijo Felipe II.

La exposicion estará abierta durante todo todo el año. Se ha aprovechado la sacristia monacal para la instalación. El contenido abarca todas las dependencias que el emperador tuvo hasta su muerte. Es interesante una parada en el Monasterio de Yuste, donde menos de diez monjes jeronimos viven entregados a la vida contemplativa.

Tomás de la Torre Lendínez