Los sacerdotes, el matrimonio y el celibato
En mis dos primeros años de ministerio recibí el encargo de ser profesor de religión en el instituto público. De entre las muchas experiencias desagradables que tuve, una que suelo recordar con frecuencia es la furibunda agresión verbal que me propinó un profesor de filosofía ante una atónita y repleta sala de profesores. Este compañero debió considerar que algo de lo que dije en una conversación de la que él no formaba parte era tan intolerable que ameritaba una reprensión pública. Entre gritos y tartamudeos expresó su odio hacia la Iglesia, los sacerdotes en general y hacia mí en particular, haciendo énfasis en lo detestable que consideraba la sotana que vestía. Una de las cosas en las que incidió fue en lo ofensivo que consideraba que personas célibes hablen sobre el matrimonio.

Les prometo que estoy harto de escribir sobre Amoris Laetitia. Para mí la cosa está clarísima y, además, ya está casi todo dicho. Sin embargo, parece que hay cierto interés en seguir insistiendo en una lectura de la controvertida exhortación que contradice claramente la doctrina y la praxis de la Iglesia. Y no se trata de un interés de un grupo particular dentro del panorama eclesial, sino del mismo diario del Vaticano, L’Osservatore Romano. En este diario
Hace algunos meses, cuando todavía no había iniciado este blog, escribí algunas palabras
Todo había acabado bien, la lucha había concluido. Se había vencido a sí mismo. Amaba al Hermano Mayor. (George Orwell, 1984)







