Cuáles serían algunos de los beneficios que obtendríamos de que en todas las misas del novus ordo se siguieran las rúbricas del misal romano?

Vamos a ver, esto no pretende ser un análisis exhaustivo sino un esbozo de lo que a vuelo de pájaro se me va ocurriendo.

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¡Qué mal nos estamos plantando ante todo esto! Y, digo que está mal, porque desde donde estamos no veo la salida. ¡No la veo!

El que no la vea, no significa que desconfíe de la Providencia Divina, es que –si existe una salida- ésta tendría que ser, además de un acto de fe, uno de la razón; por lo que, por más que miro y miro, la salida desde la razón no la veo. Muy probablemente porque todavía no estamos plantados de su lado.

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Los cambios no serían tan difíciles si no fuera porque por años hemos hecho las cosas de la misma forma a tal punto que juzgamos como signo de estabilidad emocional y espiritual tener una vida firme, sólida y estructurada. Estas cualidades signo son de todo ello, es cierto, pero estamos equivocados si pensamos que por poseerlas nuestra vida será así para siempre.

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Días atrás, conversando y más que conversando desahogándome con Juan el joven que me ayuda a atender a mi padre, le contaba mientras se me salían las lágrimas que mi madre había muerto sola en el hospital.

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El Señor me ha deparado una gracia muy grande como es estar experimentando la maternidad a los 52 años a través de los cuidados que demanda la edad y la salud de mi padre.

Qué puedo añadir a eso? Poco, en realidad, pero significativo para cualquier hija que se sabe amada en primera instancia por su padre Dios.

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