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28.10.16

El enojo

Por ser una persona todavía muy egoísta y por tanto inmadura, además de contar con que poseo un alto porcentaje de las características de una persona PAS (Persona Altamente Sensible) o, quizá sencillamente, debido a soy un simple ser humano, es que reconozco que puedo enojarme mucho.

¿Qué es el enojo?
Es una respuesta por lo regular irracional a determinada situación.

¿Es natural que determinadas situaciones nos enojen?
Sí, es natural enojarse tanto como lo es aprender a reaccionar ante dichas situaciones de manera razonable.  

¿Qué se esconde detrás del enojo?
Impotencia por no poder conseguir lo que tanto deseamos, tristeza por no sentirnos amados o amadas, dolor por las heridas del pasado, impaciencia por estar cansados o cansadas de esperar, miedo o tener a perder lo que tenemos, inseguridad por no creer en nosotros mismos, decepción por tener demasiadas expectativas y por último incomunicación por no saber expresar nuestras emociones” [1]

Impotencia, tristeza, dolor, impaciencia, miedo, inseguridad, decepción e incomunicación… son demasiadas cosas difíciles de manejar para cualquier ser humano como para no reconocer que resultaría mejor aprender a no enojarse o, lo que sería más razonable: aprender a enojarse menos cada vez.  

¿Cómo hacerlo?
Ciertamente no depende únicamente del propio esfuerzo sino principalmente de la gracia.
Por gracia se puede aprender a dar respuestas razonables a situaciones que producen enojo.

Sugiero lo siguiente:

  1. Has frecuente examen de conciencia y, si consigues reconocer que eres una persona enojona, busca un confesor y pide perdón pero no por ser persona enojona sino porque al serlo has lastimado a otros.
  2. Luego, comulga con frecuencia y ora en todo momento pidiendo la gracia necesaria para que, con el pasar del tiempo, te enojes cada vez menos.

Tras haberte cimentado en lo anterior, podrías hacer y tratar de responder estas o preguntas semejantes pensando siempre en que buscas respuestas razonables.

  1. ¿Mis deseos son míos, son los deseos de alguien diferente, los ha puesto Dios en mí? ¿Qué es lo que realmente deseo? ¿Son mis deseos razonables? ¿Es razonable sentirme impotente si no los consigo?
  2. ¿Cuál es mi noción del amor? ¿Relaciono el amor con la satisfacción de mis deseos? ¿Si alguien dice amarme tiene obligación de cumplir mis deseos? ¿Dios los cumple? Si, ni Dios ni las personas los cumplen, ¿es razonable sentirme triste?
  3. ¿Qué hago con las heridas del pasado? ¿Busco ayuda de Dios para sanarlas? ¿Pido perdón y perdono? ¿Es razonable vivir en el resentimiento?
  4. ¿Se ha sabido de alguien que pueda añadir un minuto de vida a su existencia? Por tanto ¿por qué me resulta imposible esperar todo el tiempo que sea necesario? ¿Es razonable la impaciencia?
  5. ¿Qué sucedería si (como de hecho le sucede a muchas personas) de un día para otro, pierdo todo lo que poseo: mis seres queridos, mi casa, mi ropa, el dinero, la comida, el trabajo…? ¿En qué pondré mi seguridad? ¿Quién o qué me la dará? ¿Moriré del miedo? ¿Cuál sería la respuesta razonable al perder toda seguridad?
  6. ¿Qué espero de mí mismo(a), de Dios, del Papa, de mi párroco, de quienes me rodean, del gobierno y de la sociedad en general? ¿Es razonable lo que espero de cada uno? ¿Están capacitados para cumplir mis expectativas? ¿Querrán o tienen la obligación de hacerlo? ¿Es razonable sentirme decepcionado si no las cumplen?
  7. Toda vez que me enojo rompo con un hilo más de la ya de por sí precaria comunicación que mantengo con los demás. ¿Es, por tanto, razonable ceder ante el enojo si deseo conservar la comunicación con mis semejantes?

He de advertir que todo lo anterior no responde a que soy psicólogo sino solo a la experiencia de una persona que, por diversas razones, ha debido luchar cara a cara contra el enojo con la ayuda de Dios. 

1.10.16

Lo que la gracia ayuda a tratar con las propias "chocheras"

A lo largo de mi vida, con culpa o sin ella, he sufrido por ciertos aspectos de mi conducta que nunca me han parecido “normales” por lo que, tras prestar mucha atención he aprendido a conocerme y a estar en paz; cosa que no hubiese sucedido si el Señor no me hubiese dado su gracia.

Con su auxilio, es como con el paso de los años he mejorado en algunos aspectos aunque con otros, debido al natural deterioro del cuerpo, he debido hacer algunos ajustes.

Para qué tanta complicación con respecto uno mismo?

Para aprovechar la capacitación que da el Espíritu Santo y así amar al prójimo y a uno mismo por amor a Dios; aunque no solo por eso, sino también para tener la paz que solo da la gracia.

Y, vaya, si es necesaria esa paz cuando se tiene una alta sensibilidad; ya que, por ejemplo, ahora de vieja y como nunca antes, los ruidos fuertes me abruman asombrosamente rápido.

Me refiero al fuerte ruido que, por ejemplo, produce una comparsa o los parlantes de algunos coros durante la misa. Ese tipo de ruido, sencillamente, me hace sufrir enormemente no solo porque llegan a mi toda clase de pensamientos negativos sino porque mi cuerpo padece al punto que me sube la presión arterial, transpiro, respiro con dificultad, me mareo, siento náuseas y ganas de salir corriendo como una loca.  

Algunos se han de estar preguntando que, para qué me llego hasta ustedes con semejantes tonterías?

Pues bien, primero que todo, porque no son tonterías! Sentirse físicamente enfermo no lo es! Tampoco es cosa de “estar loco”! y, segundo, porque algunos podrían estar en la misma situación que yo por lo que, sería recomendable, para adelantar en el camino de fe y, por tanto, en nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y nuestros semejantes, tener en cuenta que los psicólogos han dado con que existe un tipo de personas a las que han llamado PAS (Personas Altamente Sensibles) de lo cual puede uno darse cuenta con un simple test; sin embargo, les adelanto que, como afirman los expertos, no existe un solo test que arroje un resultado definitivo ya que la propia vida es la mejor prueba de aquellos aspectos de nuestro ser que merecen nuestro cuidado.

Pues bien, el famoso test que sirvió para (partida de risa) darme cuenta de lo que ya sabía, ofrece afirmaciones a las se responde SI o  NO.

Les confieso que respondí afirmativamente al 99% por lo que no necesito ser un genio para conocer el resultado, sobre todo, cuando yo misma soy la prueba.

Todo lo anterior con la intención de ofrecerles la idea de que dar en el clavo respecto a nuestras “chocheras” lo único que indica es que hemos de seguir cuidando de nuestro cuerpo y alma lo que involucra el ejercicio, las distracciones, los hobbies pero también prestar atención a lo que sucede en lo más profundo, orar, recurrir a los sacramentos y pedir a todas horas y a grandes voces la gracia de Dios.

De tal forma que, revisa las afirmaciones que coloco de seguido y, si lo deseas, responde. Recomiendo hacerlo rápidamente, antes de que tengas oportunidad para justificarte o mentir.

Test

  • Me afecta el comportamiento de los demás.
  • Tengo la sensación de ser consciente de cosas muy sutiles en mi entorno.
  • Suelo ser muy sensible al dolor.
  • En los días ajetreados, suelo tener necesidad de retirarme, de echarme en la cama, buscar una habitación en penumbra o cualquier otro lugar donde pueda encontrar algo de tranquilidad y alivio frente a la estimulación.
  • Soy particularmente sensible a los efectos de la cafeína.
  • Me abruman fácilmente las cosas como las luces brillantes, los olores fuertes, los tejidos bastos o las sirenas de policía o ambulancias.
  • Los ruidos fuertes me hacen sentir incómodo/a.
  • Tengo una vida interior rica y compleja.
  • Me conmueven profundamente las artes o la música.
  • Soy muy concienzudo/a.
  • Me asusto con facilidad.
  • Me agobio cuando tengo muchas cosas que hacer en poco tiempo.
  • Cuando alguien se siente a disgusto en un entorno físico, suelo saber lo que hay que hacer para hacerle sentir más cómodo (como cambiar la luz o lo asientos).
  • Me molesta que los demás pretendan que haga demasiadas cosas a la vez.
  • Me esfuerzo mucho por no cometer errores u olvidarme de algo.
  • Suelo evitar las películas violentas y las series en la televisión.
  • Me resulta desagradable la activación que me provoca el ajetreo a mí alrededor.
  • Los cambios en la vida me conmocionan.
  • Suelo percibir y disfrutar de las buenas esencias, sabores, sonidos y obras de arte.
  • Para mí tiene mucha importancia disponer mi vida de modo que pueda evitarme situaciones perturbadoras o abrumadoras.
  • Cuando tengo que competir o ser observado/a en la ejecución de una tarea, me pongo tan nervioso/a e inseguro/a que termino haciéndolo peor de lo que podría hacerlo.
  • Cuando era niño/a, mis padres o mis profesores me solían ver como una persona sensible o tímido/a.

 

Una última cosa he de añadir y es que, descubrir que eres una persona con alta sensilidad no cambiará el hecho de que los demás son incomprensivos, lo único que cambiará con ayuda de Dios, es la manera que eliges para reaccionar ante la incomprensión. 

19.09.16

Ocuparse del alma

A lo largo de la Escritura el Señor nos muestra que lo más importante es ocuparse del alma antes que del cuerpo, sin embargo, nos resulta muy difícil, para algunos es completamente imposible.

Ocuparse del alma empieza por adentrarse en uno mismo para observar la conciencia y los estados de ánimo con el propósito de reflexionar sobre ellos bajo el criterio que Dios ha venido ofreciéndonos desde la creación del mundo: estamos hechos para Él y no descansaremos hasta que le pertenezcamos por completo.

Quiénes son los que hallan paz, conservan el amor y se mantienen cimentados en su fe y en la esperanza sino aquellos que buscan a Dios y lo prefieren a todo lo demás?

Pues, eso! Los santos!

Ahora bien, el mal dormir me ha llevado a rezar el Oficio de Lectura, lo que ha sido una bendición ya que del mismo he aprendido que la noche es el momento perfecto para hacer las lecturas y salmos que la Iglesia a esa hora nos propone.

No es por casualidad que el Oficio menciona el pecado como sinónimo de noche, oscuridad, persecución y enfermedad así como la Misericordia vinculada a la luz del día, al arrepentimiento, al perdón de Dios y a la salud del alma.

El Oficio, además, me ha ayudado a comprender la importancia de ocuparme del alma y de unirme a Cristo en la Santa Misa ya que es la forma suprema de la Liturgia con la que el Señor ha elegido zambullirse dentro nuestro de modo que ya no pidamos nada distinto de el. 

“No pedimos que nos des cosa distinta de ti. Porque tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salva­ción, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios. In­funde en nuestros corazones, Jesús querido, el soplo de tu Espíritu e inflama nuestras almas en tu amor, de modo que cada uno de nosotros pueda decir con verdad: Mués­trame al amado de mi alma, porque estoy herido de amor” San Columbano, Instrucción 13, sobre Cristo, fuente de vida 2-3

Ninguna otra cosa llega a preferir el alma, ni una vida cómoda, ni la riqueza, ni la belleza, ni una salud envidiable, ni ser persona exitosa o carismática, querida o importante en la comunidad; al contrario, halla su paz en verse la última, pecadora y necesitada del auxilio divino.

De la Sagrada Liturgia se sirve Dios para hacernos comprender que nuestra alma es lo más importante.

Así lo entiendo del Oficio de Lectura como de la Santa Misa, particularmente en su forma extraordinaria debido a que para mí, a diferencia del novus ordo, ha constituido un radical “cara a cara” ante Dios debido a la conciencia que tengo de mi desvalimiento. 

Dicho de otra manera, en la misa según el novus ordo me percibo como la atrevida hemorroisa; en cambio, con el vetus ordo, soy el paralítico quien, colgando del techo, en todo depende de Dios y de sus semejantes.   

El Señor, conociendo sus motivos y necesidades les concede la salud pero de diferente modo; en dos de los tantos modos que posee por el mero hecho de ser Dios.

Quiera el Señor nos ocupemos de nuestra alma haciendo el camino de introspección al que nos mueve la Sagrada Liturgia en lo que tiene de inabarcable.  

Amen

12.08.16

Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía

Pues, bien, a lo que vine fue a narrarles lo sucedido ayer que hizo que me reconociera infinitamente bendecida.

Resulta que en medio de un fuerte dolor en mi pierna, al final de una tarde lluviosa, haciendo mucho frío y con amenaza del recurrente aguacero, salí a caminar con mi perrita más grande debido a que por el mal clima había estado todo el día encerrada. 

El caso es que de lejos observé el templo abierto e iluminado; en seguida recordé que era jueves y que estaría a punto de iniciar la Hora Santa. 

Salí soplada obligando a mi perrita a darse prisa en oler cuanta cosa huele por el camino no solo para resguardarnos sino para quedarnos un ratito en adoración en comunidad.  

Poquito después de que llegáramos, apareció el padre con el “reguero de maritates” [1]: sus libros, sus chuicas [2], micrófono y no sé qué más.

Ahí se le veía, yendo y viniendo hasta que, finalmente, apareció revestido y con su guitarra.

Si, su guitarra. No se crispen ni tampoco se quejen porque el padre conoce muchos más cantos litúrgicos que cualquiera, sabe cantar a “capella” [3] y, como si fuera poco, también en latín; de tal forma que, no se adelanten, porque el hombre pone gran esmero en lo suyo.

El caso es que, ahí estaba yo, desde atrás mirando y rabiando por el dolor aunque tranquila y solo aguardando; en eso, empezó a cantar.

No ha de haber sido por el canto ya que ni siquiera lo estaba entendiendo, fue a causa del embeleso del padre que mi alma quedó prendada mirando como sumergida en el corazón de a Quien tan lleno de amor mi párroco miraba.

A partir de este momento no escuché otra cosa que a mi párroco que alternaba canto y oración y, a pesar de que entendía muy poco ya que el sonido es pésimo y sorda como una tapia la hija de mi madre, el resto de mi ser todo lo entendía. Todo.

Es glorioso tener un párroco amante de Cristo Eucaristía.

Definitivamente, lo es.

Y no es que otros párrocos no amen es solo que mi párroco lo expresa muy bien. 

¡Deo omnis gloria!

 

Una sola cosa basta para colocar en el lugar que le corresponde el dolor, las preocupaciones acerca del mundo, de la Iglesia y de la propia vida.

- Una sola basta. María eligió la mejor parte.

- Cuál María?

- Pues, quién va’ser? Pues, yo, María de la Cruz. 

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[1] Muchos artículos de uso personal.

[2] Artículos de vestir

[3] Del italiano y significa “Como en la capilla” 

8.08.16

"No temas, pequeño Rebaño"

“No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino” Lucas 12, 32

Una señora respondió espantada que es imposible que Dios permita que lleguemos a experimentar con híbridos de seres humanos y animales tal como anunció que haría la administración de Obama.

Pues no, no es imposible; es realista juzgar que sucederá tal como ante nuestras narices suceden tantos hechos espeluznantes: el aborto, la eutanasia, el divorcio, la adicción a las drogas y a la tecnología, la persecución y el martirio de los cristianos, etc.

Es un hecho, Dios lo permite; pero, para qué permite Dios que el género humano llegue, una vez más, a un tan alto nivel de depravación?

Pues, para lo mismo por lo que siempre lo ha permitido: para apretarnos en cintura y ¡ver si acaso! aprendemos a elegir entre el Bien y el Mal ya que, de todos modos es la elección a la que se ve enfrentado cada ser humano llegado a la existencia; es lo que, entre rabietas y pataleos, nos hemos estado negando hacer desde la creación del mundo; de tal manera que nada nos espante sino perder la gracia ya que únicamente ella nos capacita para decir a Dios como directamente le ha dicho Fray Nelson Medina: “Dios: me niego a vivir como si Tú no existieras”.

Negarse a vivir sin Dios es lo que, al fin y al cabo, ha hecho Abrahám, Sara, Isaac, Jacob así como cada co-heredero que ha muerto “sin alcanzar las promesas: las vieron y las saludaron de lejos, reconociendo que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.

Los que hablan así demuestran claramente que buscan una patria; y si hubieran pensado en aquella de la que habían salido [su patria terrena] habrían tenido oportunidad de regresar. Pero aspiraban a una patria mejor, nada menos que la celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de llamarse «su Dios» y, de hecho, les ha preparado una Ciudad” Hebreos 11, 13-16

Que por gracia el sentido de tu peregrino viaje por esta tierra sea servir de ejemplo, servir de mártir e interceder por las almas al modo de Cristo; no solo para que recuerdes a la presente generación cómo vivieron nuestros antepasados sino para que en ello descubran sentido al dolor y al sufrimiento que provoca el nivel de depravación al que ha llegado el género humano.