También proclamo el juramento antimodernista

“Yo, Maricruz Tasies Riba, abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.

En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.

En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.

En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.

En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.

En quinto lugar: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades del subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la voluntad moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica Pascendi y en el decreto Lamentabili, especialmente aquellas concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.

Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión más realista de los orígenes de la religión cristiana.

Condeno y rechazo la opinión de aquellos que dicen que un cristiano bien educado asume una doble personalidad, la de un creyente y al mismo tiempo la de un historiador, como si fuera permisible para una historiador sostener cosas que contradigan la fe del creyente, o establecer premisas las cuales, provisto que no haya una negación directa de los dogmas, llevarían a la conclusión de que los dogmas son o bien falsos, o bien dudosos.

Repruebo también el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura que, apartándose de la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe, y las normas de la Sede Apostólica, abraza los errores de los racionalistas y licenciosamiente y sin prudencia abrazan la crítica textual como la única y suprema norma.

Rechazo también la opinión de aquellos que sostienen que un profesor enseñando o escribiendo acerca de una materia histórico-teológica debiera primero poner a un costado cualquier opinión preconcebida acerca del origen sobrenatural de la tradición católica o acerca de la promesa divina de preservar por siempre toda la verdad revelada; y de que deberían interpretar los escritos de cada uno de los Padres solamente por medio de principios científicos, excluyendo toda autoridad sagrada, y con la misma libertad de juicio que es común en la investigación de todos los documentos históricos ordinarios.

Declaro estar completamente opuesto al error de los modernistas que sostienen que no hay nada divino en la sagrada tradición; o, lo que es mucho peor, decir que la hay, pero en un sentido panteísta, con el resultado de que no quedaría nada más que este simple hecho—uno a ser puesto a la par con los hechos ordinarios de la historia, a saber, el hecho de que un grupo de hombres por su propia labor, capacidad y talento han continuado durante las edades subsecuentes una escuela comenzada por Cristo y sus apóstoles.

Prometo que he de sostener todos estos artículos fiel, entera y sinceramente, y que he de guardarlos inviolados, sin desviarme de ellos en la enseñanza o en ninguna otra manera de escrito o de palabra. Esto prometo, esto juro, así me ayude Dios, y estos santos Evangelios".

Para quienes deseen enterarse de qué viene la cosa lean la entrada de Bruno Moreno en su blog “El juramento antimodernista”

9 comentarios

  
Martin Ellingham
"...me someto y adhiero con todo mi corazón a las condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la encíclica Pascendi...", que incluye en su n. 23 condena de la separación Iglesia-Estado.

Y si algún lector de esta web viene a decir que Costa Rica no debe ser un Estado confesional católico, que no suscriba este juramento.

Saludos.
29/06/12 5:52 PM
  
Pato Acevedo
Pascendi, en su número 23 señala, como doctrina modernista a rechazar que:

"todo católico, al ser también ciudadano, tiene el derecho y la obligación, sin cuidarse de la autoridad de la Iglesia, pospuestos los deseos, consejos y preceptos de ésta, y aun despreciadas sus reprensiones, de hacer lo que juzgue más conveniente para utilidad de la patria."

Si esa es la condena de la separación de Iglesia y Estado, ningún católico podría estar en desacuerdo, creo yo.
29/06/12 9:27 PM
  
Martin Ellingham
No, Pato Acevedo, la condena a la separación de la Iglesia y el Estado está antes, cuando el n. 23 considera erróneo sostener:

"...Fue ciertamente licito en otra época subordinar lo temporal a lo espiritual y hablar de cuestiones mixtas, en las que la Iglesia intervenía cual reina y señora (...) el Estado se debe separar de la Iglesia"

Cosa que Maricruz no ha dicho, pero sí algunos de los que comentaron la noticia acerca de la desconfesionalización de Costa Rica.

Saludos.
29/06/12 9:51 PM
  
Martin Ellingham
Y luego agrega en el n. 24: Mas no le satisface a la escuela de los modernistas que el Estado sea separado de la Iglesia...
29/06/12 9:53 PM
  
Juan
Adhiero
29/06/12 10:27 PM
  
trento
Que bueno, ahora seguro van a volver a Trento y van a dejar de atacar a la Iglesia preconciliar ¡¡¡que bien!!! endlich bitte.
29/06/12 10:45 PM
  
Bruno
Martin:

"Y si algún lector de esta web viene a decir que Costa Rica no debe ser un Estado confesional católico, que no suscriba este juramento."

En realidad, el asunto es un poco más complicado. La doctrina católica establece que la confesionalidad católica del Estado es la consecuencia lógica del Reinado Social de Cristo a la que debe tender el Estado. Sin embargo, eso no implica que la confesionalidad sea oportuna en todos los casos concretos, porque en ocasiones puede ser causa de un mal mayor (por ejemplo, cuando la gran mayoría del país no sea católica, imponer esa confesionalidad sin duda crearía problemas muy graves y sería contraproducente). Por lo tanto, en principio es legítima la postura de un católico que piensa que, por alguna razón, no es oportuna la confesionalidad en el caso concreto de Costa Rica en el momento actual.

Dicho eso, yo estoy convencido de que la confesionalidad es apropiadísima para el caso de Costa Rica hoy, máxime cuando es el único país americano que la mantiene, y que debe ser defendida sin complejos ni miedos por los católicos, como una gloria de los costarricenses.
30/06/12 9:24 AM
  
Martin Ellingham
Bruno, perfecta distinción, en todo de acuerdo.

Pero he leído aquí a personas que afirman que la confesionalidad es ilegítima porque "la religión no debe confundirse con la política".

Dudo que, por ejemplo, Martin Rhonheimer, teólogo asesor de la CDF, piense que la confesionalidad católica del Estado es legítima.

Saludos.
01/07/12 4:57 PM
  
Bruno
Martin:

Sí, hace poco tuve la misma discusión con un sacerdote.
01/07/12 8:26 PM

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