Rebelión en la granja

                                         «El discurso de la tarde». Erin Mulligan.

                        

     

      

         

     «Todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros».

George Orwell. Rebelión en la granja

 

 

Rebelión en la granja (1945), es la obra más famosa de George Orwell. En la inicial intención del autor, una sátira ingeniosa sobre la Revolución rusa, pero, como veremos, con un rango de alcance mucho más amplio. Escrita con su característico estilo, llano y vívido, y de breve extensión, su lectura es placentera, pues, de entrada, es una novelita ligera que puede ser leída como una fábula olvidando la historia y la política, no en vano fue descrita modestamente por el propio Orwell como un cuento de hadas.

La historia se desarrolla en la Granja Manor, donde los animales, inspirados por las ideas del Viejo Mayor, un anciano y sabio cerdo, y liderados por otros dos cerdos, Snowball y Napoleón, deciden rebelarse contra sus dueños humanos para establecer un régimen basado en la libertad y la igualdad. Con el tiempo, los cerdos –auxiliados por los perros–, corrompen los ideales originales de la revolución, convirtiéndola en una dictadura similar –si no peor– a la que habían derrocado.

Como he dicho, la novela puede leerse desligada de su significado principal y originario. Goza de un atractivo elenco de personajes; posee suspense e intriga, patetismo y compasión, amor y sacrificio, abuso y violencia. Con un desarrollo y clímax convincente por sí mismo, Orwell describe un universo con su propio significado, en el que uno puede adentrarse sin conocer a fondo el mundo humano del que extrae sus esencias. Esta es quizá la naturaleza de la primera lectura, en temprana edad, del libro, ya que los niños captan con facilidad el mensaje sobre el abuso y el engaño, aunque no conozcan nada de historia o de política.

Pero, más pronto que tarde, emergerá el significado político que está en la génesis de la obra. Tras su publicación, en 1945, Julian Symons escribió: «Dentro de cien años, quizá “Rebelión en la granja” sea simplemente un cuento de hadas; hoy es una sátira política con mucho sentido». Probablemente Symons se quedó corto, y si bien aún no hemos llegado a los cien años de su publicación, creo que una lectura no excluye a la otra, y que ambas no tienen límite de tiempo.

Y así, aunque la obra fue concebida por Orwell como una sátira ingeniosa sobre la Revolución rusa, su aplicación es mucho más amplia, alcanzando al socialismo en general, al fascismo y nazismo y, también, al mismo liberalismo. Todos ellos regímenes e ideologías que nacen y se desarrollan sin ninguna consideración con el bien común, lo que les lleva, fatalmente, a la confusión y al desorden.

Sin embargo, Rebelión en la granja no ofrece ninguna solución o visión constructiva al problema político que parece abordar. Esta es una peculiaridad del libro, no necesariamente un defecto. De hecho, es, creo, su mayor acierto. Como escribió T. S. Eliot, «el efecto es simplemente de negación», de crítica. Poco importa que, lo que realmente quisiera Orwell fuera advertir a los laboristas británicos sobre sus “primos” soviéticos, como mal modelo de comunismo, a fin de que no se desviaran del, para él, verdadero movimiento socialista. Así lo expresó:

«Cada línea de trabajo serio que he escrito desde 1936 ha sido escrita, directa o indirectamente, contra el totalitarismo y para el socialismo democrático, como lo entiendo».

Pero, como he dicho, esto no importa. Al tratarse de una sátira alegórica, el libro permite ir más allá de las intenciones de su autor. Como esbocé antes, su crítica al autoritarismo no solo excede al régimen bolchevique de Stalin, incluyendo tanto el leninismo como el trotskismo, sino que alcanza igualmente al fascismo y al nacionalsocialismo, tocando, finalmente, como no, al liberalismo y algunas de sus desviaciones naturales, como el despotismo democrático anticipado por Tocqueville, y, por supuesto, todos los demás desmanes totalitarios que, originados en el culto a la libertad y a la igualdad, han surgido de las, cada vez más descaradas, exigencias de lo políticamente correcto. No otra cosa es el totalitarismo “liberal” de nuestros días, en feliz expresión del filósofo Robert Spaemann.

En la novela, vemos como los “líderes” de la revolución o rebelión, los zánganos que refiere Platón en su República, utilizan cebos seductores (la liberación de la tiranía humana, la promesa irrealizable y antinatural de la igualdad) y coartadas impostadas (una siempre prometida, siempre ausente, democracia; una búsqueda de confort, finalmente esclava), para hacer cristalizar el dominio de unos (los elegidos) sobre otros (todos los demás); el mal gobierno de los muchos por los pocos.

En la lectura  de la obra reconoceremos fácilmente muchas críticas y advertencias formuladas por algunas mentes preclaras. Por ejemplo, la degeneración de una sociedad que cae desde un régimen timocrático a uno tiránico, pasando antes por uno oligárquico y uno democrático de que nos habló Platón, representada en las intenciones y proclamas del Viejo Mayor (en quien Orwell quiso representar a Marx) de una sociedad rural sencilla y natural en la que todos los animales son libres e iguales, y en la de Snowball (Trotski, para Orwell), de un orden social en la que aquellos viven cómodamente, con la ayuda de máquinas impulsadas por el molino de viento, pero que terminan culminando –por la voluntad de poder autocrático de Napoleón (Stalin, según el autor)– en una sociedad donde la mayoría de los animales no son libres ni iguales, y viven en la miseria. Igualmente, la fórmula de Lord Acton de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, que podemos reconocer en la evolución de los cerdos dirigentes, quienes comienzan a deslizarse por esa pendiente en cuanto catan las cómodas camas de los humanos. O bien, el tóxico –y pecaminoso– liberalismo, denunciado, sobre todo, por Pío IX y León XIII, culminado por su natural desarrollo tiránico, ese que hoy reina en todo el mundo occidental, y del que han escrito, y bien, Spaemann y Negro Pavón, expresado en el ansia del hombre por construir una sociedad perfecta, de placer y comodidad, en la que la tecnología, simuladamente, nos sustituya por máquinas controladas por unos pocos, pero que realmente, esclaviza y vampiriza el espíritu y proscribe toda trascendencia.

En suma, un libro muy útil a la par que entretenido, tanto para ustedes, padres y educadores, como para sus jóvenes hijos y pupilos. Una historia en forma de fábula, que trata de revoluciones, idealismo, poder y corrupción, muy edificante para estos tiempos de desorden y confusión.

3 comentarios

  
Et tamen tota machina
Viendo la ilustración de Rebelión en la Granja, me acordé de mis días como humilde criador de cerdos vietnamitas en la meseta sur. Uno de mis cerdos era filolefebvrista, sermoneaba sobre la misa en latín mientras comía. Otro, pelagiano y semipelagiano al mismo tiempo, porque ¿por qué no? . Y luego estaba Panchito, el existencialista. Se pasaba las tardes mirando al horizonte, como si en cualquier momento fuera a resolver los grandes misterios del universo... o pedir más comida.
29/09/24 1:40 AM
  
Rafaelus
No se olvide a los cuervos de la granja.
29/09/24 10:56 PM
  
MarcusDem






02/10/24 9:25 AM

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