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2.03.24

Diez cuentos cortos de tema religioso

           «Monjes en el patio de un monasterio». Franz Ludwig Catel (1778 – 1856).

   

  

     

   

«Hay algo en nosotros, como narradores y como oyentes de historias, que exige el acto redentor, que exige que a lo que cae se le ofrezca, al menos, la oportunidad de ser restaurado. El lector de hoy busca esta moción, y con razón, pero lo que ha olvidado es su coste».

Flannery O´Connor

    

    

 

SEMANA SANTA. Emilia Pardo Bazán. Breve relato de la escritora gallega en el que se narra la conversión de un pecador gracias a un sueño en el que se le representan los padecimientos de Jesús en su Pasión. La acción se desarrolla en una tarde de viernes santo. A partir de ahí se nos presenta a un anciano moribundo; a una indigna pareja que ha violado la confianza del enfermo y se nos hace testigos de un sueño inducido por un narcótico, que transporta a uno de los protagonistas hasta la Jerusalem del primer siglo y le hace participar vívidamente en el Vía Crucis de Nuestro Señor.

EL RIZO DEL NAZARENO. Emilia Pardo Bazán. La acción transcurre en el día de Jueves Santo. Un hombre, siguiendo a una atractiva mujer, entra en un templo donde queda encerrado accidentalmente. Duerme cerca de la capilla del Nazareno, y en el sueño, se ve convertido en uno de los sayones que atormentan a Jesús con consecuencias que adivinamos trascendentes para él. Un relato de un retorno a Dios a través de la compasión, que culmina con un efecto final sorpresivo que guarda relación con el título.

EL SEÑOR DOCTORAL. Emilia Pardo Bazán. Una historia sobre un sacerdote pobre e ignorante, pero bondadoso. La humildad, manifestada en la sencillez y bondad del cura, se ve ensalzada al final del cuento en un acto redentor, en el que la caridad y el sacrificio evangélico del sacerdote logra llevar a un moribundo impío a una conversión postrera. Un último episodio, lleno de humor, nos traslada al mismo Cielo.

EL VIERNES DE DOLORES. Luis Coloma. publicado en 1887 en un volumen de Lecturas recreativas, en cuya acción interviene una generosa anciana que resulta ser finalmente, Fernán Caballero, con la que Coloma mantuvo una estrecha y cálida relación. La habilidad narrativa de Coloma luce aquí, y le permite, como en casi toda su obra, destilar una enseñanza moral que pasa casi desapercibida en medio de un rico diálogo, una gran economía en las descripciones, y un agradecido dinamismo en la acción relatada.

EL ESTUDIANTE. Anton Chéjov. Esta es una historia brevísima publicada en 1894. De hecho, es una las historias más cortas del autor, de solo unas pocas páginas. Conforme al estilo del escritor ruso, sucede muy poco en cuanto al desarrollo de la trama, y lo poco que sucede, se desarrolla a lo largo de un viernes santo. El propio Chéjov consideró a El Estudiante el favorito de entre todos sus cuentos. En él nos habla al corazón desde la tristeza y amargura de la semana santa, pero para llevarnos a la esperanza y felicidad de la Pascua.

LA ESPALDA (O LA VUELTA) DE PARKER. Flannery O´Connor. Un nombre que marca un destino: Abdías Elías. Un tatuaje de Cristo en la espalda, que proclama ese destino y su vuelta él. El protagonista oculta sus nombres ya que le parecen ridículos. Abdías significa: «Siervo de Yahweh» y Elías significa «Yahweh es Dios» o «Él es Dios». Sin embargo, hay algo que le impulsa a recuperar el orgullo de esos nombres, aun cuando obtenga a cambio la burla de los demás y el maltrato de su esposa. Alegoría de que Dios nos sigue, nos persigue y nos termina atrapando a poco que nos volvamos hacia Él.

EL JUGLAR DE NUESTRA SEÑORA. Anatole France. Una vieja leyenda medieval sobre los pobres de María. Surgida a mediados del siglo XIII en Francia, era contada por los predicadores populares y fue transcrita por el escritor Anatole France con ese título: Le Jongleur de Notre Dame. Un relato recomendado por el Papa Juan Pablo I, que nos dice de él:

«Quien quisiera narrar el pequeño cuento de Anatole France, hoy, cuando la gente tiene sed de auténtica sencillez, debería subrayar que corresponde a la imagen más verdadera de María, que en su cántico dice: “Dios ha derribado a los poderosos de sus tronos y a los pequeños los ha ensalzado”».

LA LEYENDA DE SAN JULIAN EL HOSPITALARIO. Gustave Flaubert. Ambientada en el siglo XII, la historia comienza con el nacimiento de Julián y con las dos profecías que lo acompañan: Mientras que una proclama que Julián se convertirá un día en un santo, la otra predice un futuro de gran gloria relacionado con una estirpe real. Un matrimonio principesco, un parricidio, una peregrinación penitente y un encuentro providencial con un leproso (que resulta ser la encarnación de Jesús), conducen al protagonista a la santidad profetizada. La historia, explica el autor, recogida en la Leyenda áurea de Santiago de la Vorágine, se encuentra plasmada en las vidrieras de una iglesia que conoce bien (la catedral de Chartres).

Una esperanzadora respuesta a la vieja cuestión de la predeterminación y el libre albedrío, y a la relación entre la fe y las obras.

PECADO CONFESADO. Giovanni Guareschi. Uno de los cuentos del conocidísimo cura, Don Camilo. Guareschi se hizo internacionalmente famoso con las historias de ese Pequeño Mundo por el que deambulan, ya para siempre, el belicoso y apasionado sacerdote, y su antagonista, el alcalde comunista Don Pepone. Sin olvidarnos de Nuestro Señor y de la sencilla pero buena e impecable teología que se trasluce de sus páginas. Por supuesto, en este cuento –como en todos los demás de la serie–, Don Camilo termina ganando o empatando moralmente la mayoría de las disputas (y en las que no, termina corregido caritativamente por Nuestro Señor), dejando clara la posición cristiana y anticomunista del autor.

EL PESCADOR Y SU ALMA. Oscar Wilde. Incluido en el libro de cuentos Una caja de granadas, del que Wilde dijo una vez que no fue planeado ni para los niños británicos ni para el público británico. Como todos los relatos del autor, un poema en prosa por la belleza de su escritura. En él, Wilde, apuntando ya a su conversión final, nos habla del pecado y del sufrimiento redentor, que purifica y trae al hombre de vuelta a Dios.