Un paisaje con dragones: La batalla por la mente de tu hijo

             
                              «Una pesada carga», óleo de Arthur Hacker (1858-1919).

 
  


«Todo lo que hacemos lo hacemos por los niños.
Y son los niños los que hacen que todo se haga.
Todo lo que hacemos
Como si nos guiaran de la mano.
Por lo tanto, todo lo que hacemos,
Todo lo que todos hacen
Se hace por el bien de la pequeña esperanza».

Charles Péguy

 

 

Michael O’Brien es un escritor, pintor, ensayista y orador católico canadiense. Autor prolífico de 23 libros publicados en 14 idiomas, el Sr. O’Brien es sobre todo conocido en nuestro país por su serie de novelas apocalípticas protagonizadas por el Padre Elías. Hasta ahora, solo se había traducido al castellano parte de su obra de ficción literaria, razón por la cual los lectores hispánicos no habíamos tenido la oportunidad de asomarnos a su obra ensayística. Para solventar esta carencia, la editorial Vita Brevis ha editado el libro del que quiero hablarles hoy: Paisaje con dragones: la batalla por la mente de tu hijo (1998), en una edición pulcra, manejable y atractiva, con una traducción excelente y una portada, ilustrada de forma encantadora y naif.

Probablemente, lo mas importante de este libro se concentre en sus primeros capítulos. En ellos el autor se explaya sobre varios conceptos básicos, en gran medida hoy olvidados. Conceptos sin cuyo conocimiento resulta difícil calibrar el verdadero alcance y trascendencia del tema tratado: el efecto que puede tener la moderna cultura pagana en la que estamos inmersos en la mente y el alma de nuestros hijos. Cierto que quizá sean (por razón de su necesaria abstracción) los capítulos más áridos de un libro en general entretenido e interesante, pero constituyen una parte fundamental que no puede pasarse por alto, por mucho que este fuera de toda duda el atractivo de la materia concreta y práctica que nos espera más allá (el comentario y análisis del moderno cine de Disney y de las obras de Tolkien, C. S. Lewis y George MacDonald).

Estos primeros y fundamentales capítulos nos hablan de la importancia de la fantasía en el desarrollo moral del niño y de la obligación de los padres de estar atentos a ello, con una atención entre perspicaz y prudente.

 

Es una idea muy antigua la que entiende la realidad de lo existente como constituida por varias capas o niveles. Más allá del nivel de la experiencia diaria estaría la realidad primera de las cosas. Es también parte de esa philosophia perennis, que la expresión en términos mundanos y materiales de esa realidad primera solo puede llevarse a cabo a través de símbolos. Los antiguos y los medievales estaban acostumbrados a pensar en términos simbólicos, creyendo en la existencia de un mundo invisible que podía expresarse en imágenes visibles. Hoy tenemos eso olvidado, pero su olvido no lo hace inexistente. Aunque no seamos conscientes de ello, sigue habiendo un mundo invisible que convive con nosotros aunque no podamos ya verlo o expresarlo, un mundo que, como nos recuerda el cardenal Newman, guarda «el poder y la virtud oculta en las cosas que se ven y que por la voluntad de Dios se manifiestan».

Y en esta labor de redescubrir ese valor sacramental del mundo, esa verdad íntima de las cosas, los artistas están para ayudarnos. Su trabajo es un intento de sacar a la luz la gloria que está enterrada y cautiva en la creación. Una gloria que no vemos, pero que ellos, a través del símbolo, pueden ayudarnos a vislumbrar.

«¿Qué es reconocer? Encontrar una sola raíz debajo de todas las ramas», escribió el poeta galés Waldo Williams. «El mundo está cargado con la grandeza de Dios» y «vive en lo hondo de las cosas la frescura más amada», versó el poeta jesuita Manley Hopkins. Esa frescura primera de la Creación inspira la creatividad artística; allí vive la más querida lozanía y brillantez, en el fondo de las cosas. Allí, en el cauce del «rio límpido de agua de vida, resplandeciente como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero» de que nos habla san Juan. Allí, en la «luz fluyente» (…) «que corría cual río, entre dos ribas,/pintadas de admirable primavera», que vislumbró Dante. Esa es la consistencia interna de la realidad.

Pero esta acción artística, profética y visionaria, también puede perdernos, también puede arrastrarnos hacia abajo, al mal y la perdición.

En Paisaje con dragones se nos llama la atención sobre ello. Michael O´Brian ve en mucha de la producción audiovisual y escrita para los niños de hoy un grave peligro, y nos advierte sobre la confusión que nace del forzado apartamiento de ciertos símbolos de su significado original. El ejemplo de los dragones es prototípico. El dragón en la mayoría de las culturas, pero especialmente en la cristiana ––que es la que nos interesa aquí––, tiene un significado simbólico asociado al mal. Sin embargo hoy se presenta con frecuencia, sobre todo en la esfera infantil, como una criatura benevolente e inocente. Esta desviación de su significado primero puede causar confusión y puede llevar a la irreflexiva consideración de que todo aquello que está detrás de la imagen de un dragón es también bueno.

Sin duda esta es una advertencia importante, porque ya sabemos quien es el rey de la mentira, el gran engañador. Pero, de esta manipulación lingüística y conceptual que nos asola y acosa, de ese neo-lenguaje en el que se utilizan palabras sagradas y se tergiversa su sentido, o palabras comunes que se usan en sentido contrario del propio, hay que sacar otras enseñanzas.

Porque, si bien en términos generales es cierto lo que dice O´Brian (aunque yo no estaría tan seguro en algunas de sus conclusiones más extremas), lo cierto es que hoy día no solo se trata de hacer pasar lo malo por bueno, sino también lo bueno por malo. La corrupción y manipulación del lenguaje que sufrimos excede con creces la que se padecía a finales de los años 90, cuando se escribió el libro, aunque la intención sea la misma: crear una confusión lo suficientemente fuerte como para desviar del buen camino a las futuras generaciones y a las que ya están en marcha. Destruido así, a través de la confusión, el lenguaje simbólico, se perderá sin duda una de las vías principales de acceso a la realidad de las cosas.

Esta inversión entre el bien y el mal, no es más que una parte de esa poderosa y demoníaca «conspiración para protegernos de lo real» que constituye la cultura moderna. Encontrarnos con la realidad es parte esencial de lo humano y, en ese encuentro, hay algo esencialmente bueno que forma parte de nosotros, como entes reales que somos incursos en un mundo real, y cuya privación nos aleja de aquello que estamos llamados a ser. Esta confusión que tal inversión provoca puede generar frustración, extravío o desencanto; puede herir de muerte a la esperanza, la más pequeña de las tres virtudes teologales según el poeta francés Charles Péguy. Y si dejamos que esto suceda, si permitimos que la pequeña esperanza se debilite y se apague, las otras dos, la fe y la caridad, deambularán perdidas, porque, en palabras de Péguy, «es ella la que hace andar a las otras dos, y la que las arrastra, y la que hace andar al mundo entero y la que le arrastra», (…), «ella sola, guiará a las virtudes y a los mundos». Y el Maligno lo sabe, y por ello trabaja afanoso, con el orgullo humano como materia prima, para acabar con la esperanza y así perdernos.

La lectura de este libro nos ayudará a recordar la importancia de enseñar a los chicos a atender al contexto en el que son nominadas las cosas, a quiénes son aquellos que promueven esa nominación y cuales son sus intereses o intenciones, y por supuesto, a que deben ponerlo todo en relación con lo que las cosas mismas son por razón de su verdadera naturaleza. Lo que nos lleva a una cuestión, quizá obvia, pero que resulta necesario resaltar, y es que hoy parece más necesario que nunca el dar a nuestros hijos la formación religiosa y moral necesaria y suficiente para que, cuando ellos se enfrenten a estas cosas, tengan las armas adecuadas para poder defenderse.

En el fondo, el libro de Michael O´Brian viene a retomar algo sobre lo que, ya a finales del siglo IV, advertía san Juan Crisóstomo a los padres cristianos, en su opúsculo De la vanagloria y de la educación de los hijos (393): «educadles pues en la disciplina y en la enseñanza del Señor (Efesios, 6,4), pero dándoles ejemplo e instruyéndoles en las letras sagradas desde su más tierna edad». El autor canadiense llama nuestra atención sobre ello, sobre aquello de lo que ha de partir todo lo demás que he comentado, una precaución y atención primera sin la que no es posible llevar a cabo una verdadera educación cristiana. Ese es el punto de partida. Por eso este libro de Michael O´Brian, Paisaje con dragones, es bienvenido, y agradecemos a Vita brevis que lo haya traducido y lo haya puesto nuestra disposición. Un libro instructivo y estimulante que todo padre debería consultar.

12 comentarios

  
Chico
El homobre de hoy el español que es el que a mi me importa ahora tiene que hacer metanoia, convertirse, para volver a entender lo que entendieron nuestros Padres en la Fe catolica y nuestros padres de familia: Que a los chicos hay que educarlos desde la infancia en la Piedad y en las Letras. San Jose de Calasanz instituyo la Orden Escolapia por esto mismo.
11/12/20 6:33 PM
  
Scintilla
Yo no vería mal esa inversión siempre que se recordase que ese poder sólo es de Cristo, y eso sólo caracteriza su reino, el que gobierna como pastorcillo, y en el que por eso el lobo habita con el cordero, el leopardo se tiende con el cabrito, el león comparte mesa con el becerro, la vaca pace con la osa, el mamoncillo retoza ante la hura de la víbora y el infante mete la mano en la cueva del basilisco. A ese niño esperamos estos días, que con todos esté. Y si no está, lo encontremos cambiando nuestro corazón. Recordemos a nuestros hijos que ese es su poder, el único poder de veras, ante el cual todo otro poder no es más que puro engaño.
Y hagámoslo también recordando estos mismos pensamientos por aquellos que los dieron a nuestra lengua para enseñar a nuestros antepasados cuando todavía eran capaces de sostener una cruz y una espada:
"Tanto es dissimulado el mal, o tanto procura dissimularse para nuestro daño, o -por mejor dezir- tanta es la fuerça y excellencia del bien y tan general su prouecho que, aun el mal, para poder biuir y valer, se le allega y se viste dél y dessea tomar su color… Por donde todo lo semejante pide grande aduertencia para que el mal, dissimulado con el bien, no pueda engañarnos…"
11/12/20 9:39 PM
  
Tulkas
Una duda y una sugerencia.

La duda es si alguna editorial ha publicado en español las obras completas de san Juan Crisóstomo. Creo que la BAC no. Obviamente están en la red PEROleerlas en pantalla es incómodo. Nada como un libro de papel, de esos que se estropean del uso.

Sugerencia: echo de menos un post sobre Julio Verne. Estoy terminando de leer algunas cosas que dejé a medias al final de la adolescwncia (uh...) o cosas que no leí entonces y la verdad es que es un excelente novelista, un gran creador de perdonajes inolvidables, un sobresaliente escritor (nunca digo “grande” salvo que lea los originales, pero frances es una de las cosaa que nunca he estudiado) y en sus obras aparecen multitud de guiños cristianos e incluso netamente católicos (algunos muy sorprendentes). Sus obras, pese a los adelantos técnicos, no han envejecido. Es màs: han rejuvenecido porque el mar, la selva, la naturaleza siempre son jóvenes como los ángeles que los gobiernan. Sus “malos” no están peor dibujados que los de Dickens y además sus “buenos” siempre confían en la Pridencia benevolente de Dios, que es tratado fundamentalmente como Creador, con la gransversalidad que eso tiene.

Finalmente, su literatura no es “escapista” salvo que escapar a la Creación sea “escapismo”.



Bueno, eso es casi correcto. Es cierto que en Infocatólica no he dedicado ninguna entrada a hablar de Julio Verne, excepto una («¡Relatos de ciencia-ficción¡, ¿seguro?», -https://delibrospadresehijos.blogspot.com/2019/07/relatos-de-ciencia-ficcion-seguro.html-), pero en mi blog personal, «De libros, padres e hijos», tengo varias («Piratas, piratas y más piratas» - https://delibrospadresehijos.blogspot.com/2018/10/piratas-piratas-y-mas-piratas.html-, «Va de capitanes» - https://delibrospadresehijos.blogspot.com/2018/12/va-de-capitanes.html-, y «De libros, robinsones y chicos» - https://delibrospadresehijos.blogspot.com/2018/03/de-libros-robinsones-y-chicos.html-). Aunque también es verdad que no tengo ninguna dedicada exclusivamente al gran autor francés. Pero tiene usted razón, como Verne es inmenso a la par que interesante, tomo nota para futuras entradas. Gracias por la sugerencia.

Miguel Sanmartin Fenollera
13/12/20 11:36 AM
  
Scintilla
No conozco, Tulkas, ninguna edición en papel en lengua castellana de las obras completas del Crisóstomo. Pero, además de la BAC, está el trabajo de Ciudad nueva, donde publicaron unos 20 volúmenes. Así, a ojo, entre las dos editoriales habrá como la mitad, faltan las Homilías del Génesis, un montón de opúsculos, exhortaciones... Algo que ya podría consultar por internet, en la edición de clerus.org
13/12/20 6:58 PM
  
Tulkas
Scintilla:

Considera la mínima proporción de sacerdotes que pueden leerlo en griego y échate a temblar del conocimiento de los Padres que existe en Occidente.

Ninguna edición en castellano de la obra del MÁS GRANDE DE LOS PADRES.

Me entran sudores fríos...
13/12/20 10:16 PM
  
Scintilla
Usted siempre tan exagerado...
En latín lleva siglos traducido. Y nuestros sacerdotes, hasta no hace tanto, se las apañaban bastante bien con él. Y con el griego tardío. Aunque el Crisóstomo se las trae. En el resto de la cristiandad sucede lo mismo. En Francia lleva traducido desde el XIX.
13/12/20 11:12 PM
  
África Marteache
¡Qué gracioso! "Usted siempre tan exagerado", me ha encantado esa expresión porque lo mismo podía haber dicho desmesurado, desmedido o dramático y siempre habría acertado. El hecho de que no haya ninguna edición en castellano de toda la obra de San Juan Crisóstomo es el más pequeño de nuestros males, teniendo en cuenta que si todos los sacerdotes tuvieran que leérsela, dada su ingente producción, no podrían hacer otra cosa. Si hay algo que afecta a la mayor parte de los Padres de la Iglesia es que escribían mucho mojando el cálamo en tinta de chipirón, o sucedáneos, y a la luz de una mortecina vela, razón por la cual nunca he llegado a comprender cómo se las arreglaban. Se murió con 60 años y sufrió numerosas alteraciones en su vida debido a las posiciones que adoptó en el Imperio Bizantino, así que me imagino que tuvo que escribir en condiciones dificilísimas y nosotros por un coronavirus, que nos encierra cómodamente en casa, solo escribimos en Infocatólica. A semejante decadencia corresponde seguramente lo que nos está pasando. O tempora, o mores!
14/12/20 5:33 PM
  
África Marteache
La lucha por la mente de su hijo que cada familia tiene que llevar a cabo, que es el tema del post, no se refiere a algo tan complejo como que el mentado hijo lea la obra completa del Padre de la Iglesia, sino a algo mucho más simple que es el enfrentamiento de ese niño, cuando sea adulto, con la realidad. La posibilidad de que un niño de hoy, en un futuro, lea un libro escrito en castellano por un autor del Siglo de Oro ya es remota porque nos hemos ido alejando de tal forma de nuestra propia lengua que necesitaría un diccionario de arcaísmos para poder leérsela, más una serie de acotaciones explicativas al margen para que supiese a qué se refería y, después de todo eso, no le vería la gracia.
"Cierto poeta, en forma peregrina
cuanto devota, se metió a romero,
con quien pudiera bien todo barbero
lavar la más llagada disciplina".
Góngora (o atribuida a él metiéndose, como siempre, con su rival Quevedo).
Así que el griego empieza a quedarnos muy lejos y más si es un tratado de Teología. La pregunta es: ¿Cuántos sacerdotes de hoy en día entenderían este verso? Se entendió hasta 1960, aproximadamente, los nacidos con posterioridad lo dudo, a no ser que sean catedráticos de Lengua Española que necesariamente tienen que conocer a que se dedicaban los barberos en el Siglo de Oro.

14/12/20 6:25 PM
  
Tulkas
Scintilla y Palas:

Creo que sois mujeres ambas, por lo menos lo de Palas lo tengo claro. Me encanta hablar con mujeres. Ah, que soy un exagerado...

A ver, Scintilla, querida mía, los curas que manejan el latín con soltura tienen ahora más de OCHENTA AÑOS, y entre los menores de OCHENTA AÑOS será milagro que puedan leer al Crisóstomo traducido al latín o al griego tardío. ¿Tú te crees que tres años de latín (asignatura maría) que se da en los seminarios sirve para leer a un autor clásico? Y de griego ni te cuento.

Yo, para mi desgracia puedo decir que lo que sé de latín me da para leer los sermones de san Agustín, pero claro, los sermones son sermones y están en un estilo difecrente, yo creo que más accesible que el de los tratados. Pero es que Crisóstomo se las trae incluso traducido al latín (basta mirar los fragmentos del Breviario antiguo).

Por supuesto que el desconocimiento de los Padres es el gran problema de Occidente. Éste es uno. El otro es filtrar a los padres por el tamiz de Agustín. El tercero es filtrar a los Padres por el tamiz de santo Tomás.

Quitando algún experto, profesor de patrística o así el desconocimiento de los Padres en Occidente es el problema.

Lo pruebo: si te lees nueve o diez veces la obra completa de Agustín terminas hereje, véase Bayo (que presumía de habérsela leído 9 veces) o Jansenio (que presumía de haberla leído 10 veces).
20/12/20 3:29 PM
  
Scintilla
Varón, y no miento, querido Tulkas. Que ser hombre es cosa más seria.
Su manía antiagustiniana es digna de mejor objetivo. La fortuna de san Juan Crisóstomo es que no ha cogido a ningún Bayo o Jansenio. No le eche la culpa al de Tagaste.
Usted dice el desconocimiento de los PAdres, otros de la Biblia, otros la Liturgia. Esto no es un puzzle. La armonía del conjunto es lo que salva. El biblismo sin el alma de la tradición y la fe, Liturgia sin caridad, padres sin Biblia ni razón...
20/12/20 6:15 PM
  
Tulkas
Scintilla:

Nada más que falta ya que digas que eres sacerdote.
Yo ya hace tiempo que me caí del burro, eso de que Bayo, Jansenio y Calvino no conocían a Agustín "al dedillo", vamos, vaaaamosss, que no cuela, que no y que no.
Ellos son los verdaderos intérpretes del de Tagaste, guste o no guste.

Ahora, que para caerse del burro tampoco hace falta tanto, basta con leerle, leerle no en extractos favorables, sino leerle.

En Occidente hay un cáncer, y ese cáncer sólo tiene un tratamiento: los Padres.
20/12/20 8:55 PM
  
Scintilla
Querido Tulkas: no lo soy, ¿pero qué delito habría cometido de ser sacerdote?
No he dicho que Jansenio no conociera a san Agustín (de Calvino y Bayo ni he hablado). Tiene usted tendencia a argumentar con la falacia del hombre de paja que no demuestra rectitud en el pensar, y dudo que detrás de eso pueda haber rectitud en el obrar.
De hecho, usted pone la salvación de occidente en la lectura de los Padres cuando es incapaz de demostrar en su comportamiento algo para lo que no es necesario su lectura para mantenerse dentro de lo que un cristiano reconoce como propio: la cortesía y la gratitud.
21/12/20 8:26 AM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.