Mes de mayo, mes de la Virgen. Sería impresentable que en el primer post tras una corta ausencia no hiciese referencia alguna. Quien más quien menos tiene especial cariño por una advocación concreta, que no dejan de ser como «instantáneas» de Nuestra Madre a las que nos unen circunstancias personales: «mamá en la montaña», «mamá en tal sitio», «cuando mamá nos regaló…», «el día que yo no podía pero mamá hizo…», «aquí está mamá el día que me estaba ahogando y me rescató». Cada uno tiene las suyas.
Reconozco que disfruto escuchando las historias que hay detrás de cada «estampa», son historias de mi Madre. Historias prodigiosas de cariño, de conversión, de acercarse al Señor de su mano.
De unos años para acá se está extendiendo la devoción a una advocación de origen alemán, María Desatanudos, Maria Knotenlöserin, en especial –y desconozco los motivos– en Argentina. Es una representación barroca de la Inmaculada Concepción de la iglesia de «San Peter am Perlach». Cargada de simbolismo y que conecta muy bien con la situación actual.
La Virgen está rodeada de su cortejo de ángeles y bajo la acción del Espíritu Santo en la tradicional forma de paloma. Sostiene en sus manos una cuerda con nudos que va deshaciendo y, como Inmaculada, reposa sobre la Luna aplastando «con el calcañar a la serpiente» dando a entender que no sólo desata el nudo, también destroza el motivo que lo causó.
Según los eruditos, la cinta o cíngulo es el cinturón de la Virgen, reliquia que quedó en la Tierra en la Asunción, y que en la iconografía oriental desempeña el mismo papel que el «manto de la Virgen» en las representaciones renacentistas.
Pero el pueblo lo interpretó de otro modo, vio en esos nudos y líos son lo que son: nudos y líos, y más nudos y líos cuando se refieren al matrimonio. Eso es lo que está «desatando» la Virgen. La parte inferior del cuadro también remite a esta interpretación: se puede observar al arcángel San Rafael con Tobías, clara referencia al matrimonio.
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