Benedicto XVI y el método histórico-crítico
Me escapo unos minutos de la abducción presupuestaria de estos días, para comentar las palabras del Papa en el Sínodo, sobre los riesgos de una exégesis basada únicamente en el método histórico-crítico.
La verdad es que hasta ayer, el Sínodo me estaba resultando bastante aburrido, probablemente por mis limitaciones y, quizá, porque el objetivo del Sínodo no sea divertirme. Aún así, las dos únicas intervenciones extraordinarias han corrido a cargo de los invitados: la salida de pata de banco del rabino de Haifa y el discurso del Archimandrita, más reseñable por quién lo dijo, un griego, que por lo que dijo.
El resto de intervenciones, pues de un interés limitado. Vamos que está bien que se diga que las homilías tienen que ser mejores y más bíblicas, articular medidas para el fomento de la lectura de las Escrituras, mencionar su encaje en el testimonio y en la acción del cristiano y un largo etcétera. Pero, desde mi modesto punto de vista, la mayoría de lo dicho es secundario. Es como empezar la casa por el tejado. Si la Biblia no es la Palabra de Dios, perfectamente engarzada en la Tradición y el Magisterio, si no es más que un libro, con cierto interés, el resto sobra. Sería conveniente leerla por temas culturales, pero como el Quijote, o las obras completas de Homero. Un ingrediente indispensable para entender la cultura occidental.
Si la Sagrada Escritura, pierde su carácter de sacro (como dicen los talibanes del método histórico-crítico). Si los milagros no existen (como dicen Pagola y cía.), si no que son más que un modo de decir, ¿qué más da que las homilías sean buenas? Puestos a releer o reescuchar un libro, tengo en cartera otros más interesantes. Del mismo modo que si un domingo, tengo que elegir entre la pantomima de don Perico de los Palotes, que se cree Aristófanes, o una buena película, no os quepa la menor duda de cual será mi elección. Si la Santa Misa, ya no es la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz, si se le despoja de los actos de adoración, reparación y comunión, si se le despoja de carácter divino, pues qué decir, o bien tengo planes mucho más atractivos o bien me busco ese encuentro con el Señor en otro sitio, ya sea en un templo evangélico o en el culto Wicca.
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