Los ateos 2.0 quieren construir templos
Buena la ha armado Alain de Botton. Escritor, presentador de TV, empresario. Suizo pero afincado en Inglaterra. Ateo, pero con buen gusto.
Se ha atrevido –¡oh!, cáspita– a reconocer que las religiones tienen cosas buenas. Quiere instaurar una nueva manera de ser ateo, el ateísmo 2.0, en la que partiendo de la creencia de que no hay dios ni deidades supremas, el ateo no tendría que renunciar a reconocer la belleza del arte, la arquitectura o la música religiosa. Dice que el mundo ateo está lleno de vacíos.
Dando un paso más, destaca que las «instituciones religiosas» son muy eficaces en eso que se llama «hacer la vida más fácil» y que no pasa nada por copiar sus ideas.
Así, para ponerle patas al asunto, propone que «ya es hora de que los ateos tengan su propia versión de las grandes iglesias y catedrales», tras preguntarse por qué los creyentes tienen los edificios más bellos de la tierra.
Le gustaría construir una torre de 150 pies (45,72 m, unos 15 pisos de altura) en el centro financiero de Londres para celebrar el ateísmo: el «Templo a la Perspectiva». Sería hueca, con una altura que correspondería a la edad de la Tierra –un centímetro por cada millón de años–, y bla, bla, bla. Rollo simbólico justificativo.
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