Esquizofrenia episcopal y curial
Hace algunos años, en el despacho de un alto cargo de la archidiócesis de Madrid, se me ocurrió decir que lo del papa era de locos, que no había por dónde coger lo que estaba pasando, y que la archidiócesis de Madrid era un caos. Evidentemente me cayó la del pulpo: el papa un regalo de Dios, el evangelio puro, y Madrid una diócesis modelo.
Pasan los años. El mismo que me dijo todo eso, hoy, en sus más íntimos círculos de confianza, sé que afirma que lo de este papa es un caos y que Madrid otro. No es el único, ni muchísimo menos.

Fue una buena idea que ayer se celebrase la mensual reunión de arciprestes de la Vicaría I de Madrid, a la que pertenezco, en Buitrago del Lozoya. Fue muy biena idea que nos invitaran a participar en la segunda parte del encuentro a los sacerdotes de estos pueblos.
Es lo que tenemos los curas de pueblo, que andamos como los almendreros, de fiesta en fiesta. Aquí, aunque parece que todo es lo mismo, cada día tiene su afán y cada afán es una nueva oportunidad de encuentro, celebración y anuncio del evangelio.
Es que, ya ven, hablando con una de esas personas que se dirigen a ti impostando la voz a la vez que mantienen un tono cálido y sugerente a la vez que pareciera propio de quien va a abrir para ti el último sello oculto de la gran revelación y te concede seas iniciado en los misterios de la fe, la vida y la esencia de tu propio yo.
Me he quedado tan patidifuso con el