Religión Digital: pagar para que te insulten
Hay gente que me tiene dicho que no lea ciertas cosas. Pero los que escribimos en la blogosfera estamos condenados a mantenernos al día de lo que se dice por ahí.
Estos últimos días previos a la beatificación de los mártires en Tarragona bien sabía yo que me iba a encontrar auténticos panfletos. Contaba con ello.
He llegado a leer, por ejemplo, que el grito de “Viva Cristo rey” era un grito reaccionario y político y que los auténticos verdugos eran los obispos. Nos hemos tragado las soflamas de un grupo tan eclesial y sensato como el foro de curas de Vizcaya, esos, recuerdan, que se referían a la adoración del Santísimo como una “práctica de piedad” preconciliar y nada ecuménica. Hemos tenido que aguantar eso de que “bajo la capa de un acto religioso, la jerarquía está haciendo un acto político de afirmación franquista“. Naturalmente que no ha faltado la voz de todas las salsas, sor Teresa Forcades, que nos viene con que si la iglesia era la delatora, a la vez que se lamente de que no hemos pedido perdón por “nuestra asociación con un régimen violento y antidemocrático que asesinó a centenares de miles de personas", mientras sufre en silencio que sus hermanos benedictinos celebren cada día misas por Franco en el Valle de los Caídos.

Esta tarde retomamos el camino de la catequesis de adultos en la parroquia. Utilizaremos el segundo libro del proceso catecumenal de adultos de la diócesis de Madrid que comienza por el credo.
Día glorioso para la Iglesia en España. 522 de sus hijos hoy son elevados a los altares. 522 mártires de la persecución religiosa sistemática en España en los años treinta. Su delito: ser católicos, y en la mayoría de los casos, sacerdotes y religiosos.
Esta mañana he estado con un grupo de directivos de banca explicando lo que es Cáritas y la exclusión social por motivos que no vienen ahora a cuento y que tal vez pueda aclarar un día. Receptivos, interesados, atentos a cada palabra. Pero ha habido un momento en que me he dado cuenta de que han sentido un vuelco en el corazón. Y es cuando les he dicho que ellos, Dios no lo quiera, podrían ser un día usuarios de Cáritas.