Los ¿nuevos? aires del papa Francisco
Miren ustedes, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Pero es que además hay quien confunde sus sueños con la realidad y encima quien tiene hambre con pan sueña.
Fue salir a la logia de san Pedro el papa Francisco y un aluvión de perspicaces comentaristas, teólogos ilustrados, laicos comprometidos, sacerdotes insertos en la realidad y, en definitiva, ese ejército de nuevos profetas, más abundantes hoy que en toda la historia de Israel, diciéndonos que ya nos podíamos preparar porque venían “aires nuevos”.
Llevo años diciendo y predicando que, al menos que yo sepa, el credo es el mismo, los mandamientos no han cambiado, los sacramentos siguen siendo siete y con los mismos efectos, no hay ningún concilio derogado, el papa es el papa y cada obispo un sucesor de los apóstoles. Fuera de eso, que en la curia haya cinco dicasterios o siete, ocho pontificios consejos, las nunciaturas desaparezcan o se anuncie un año santo pues nada que objetar y adelante con los faroles.

En poco tiempo, dos casos. El primero, en vivo y en directo. Reunión de sacerdotes. Uno de ellos, hablando de su parroquia, con miles y miles de habitantes, nos dice que es una parroquia “con poco que hacer”. ¿La razón? Pues que entre los que se van a la parroquia de Santa Veneranda, los que acuden a la de San Serenín y los que tienen a sus hijos en el colegio de las madres gundisalvas, apenas hay unos cientos que acudan a su parroquia. Por tanto poco trabajo: las misas, algunos niños y poca cosa más.
Carmen, evidentemente nombre ficticio, lleva más de un año recibiendo comida de Cáritas. Dos niños y un marido que un día se largó y hasta el momento. Se le entrega lo que buenamente se puede: pasta, arroz, legumbres, leche, galletas para sus dos niños… y poco más. El día que le toca recibir comida deja a los niños con su madre, porque aunque no se separa de ellos por nada del mundo, no quiere que la vean pedir limosna. Ya se sabe lo que son las colas de Cáritas.
En las parroquias aparecen de cuando en cuando personajes, normalmente ociosos, pero con ganas de que trabajen los demás en cosas que básicamente sirven para poco, pero entretienen.