Elecciones europeas: nos está bien por bobos
Tras las elecciones europeas de ayer supongo que habrá muchos católicos felices. Yo para nada. Más aún, no solo no me siento feliz, sino que estoy muy preocupado. Las razones son evidentes. Me preocupa que entre la extrema izquierda (IU y adyacentes) y la extremísima izquierda que es “Podemos” hayan cosechado nada menos que 2.800.000 votos. Me preocupa que en el País Vasco Bildu (Eta) se haya alzado con más de 177.000 o que en Cataluña la fuerza política más votada sea Esquerra.
Habrá católicos encantadísimos pensando que el triunfo de la izquierda y de los partidos más separatistas significa que avanzamos por las sendas evangélicas de una mayor justicia social mientras se consolida el ansia de libertad de los pueblos. Bien, esto es como proclamar que las naciones más fieles a Jesucristo son Cuba y Venezuela y que lo que pasó en los Balcanes es el triunfo de la libertad y la solidaridad entre naciones. Como bien suele decirse, a otro perro con ese hueso.

En las revistas de humor, las viñetas son chistes. En los medios de información serios o que pretendan serlo, las viñetas son editoriales. Más aún, son los más cuidados editoriales. La razón es simple: leerse un artículo de opinión más o menos largo supone un esfuerzo. Una viñeta es algo mucho más inmediato, directo, desenfadado que permite soltar todo lo que se lleva dentro y quizá no fuera conveniente expresar con palabras.
Nada de volver a cantar aquello del “romano imperialista, puñetero y desalmado”. Bah, el romano imperialista es una hermanita de la caridad al lado de las hemerotecas, profundamente fascistas y reaccionarias, empeñadas en fomentar el odio, la violencia y la permanente división entre las dos Españas.
Qué quieren que les diga. Para un servidor hay palabras que hace tiempo dejaron de tener significado. En cosas de nuestra santa madre la Iglesia escuchar de una parroquia, un monasterio, una comunidad o el grupo de X que son conservadores, progresistas, rancios, insertados en el mundo o espiritualistas desencarnados la verdad es que no me produce ninguna emoción.
Ayer, en la inauguración de la primera fase del I Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, que se celebra hasta el jueves en el Seminario Conciliar de Barcelona, el cardenal Martínez Sistach ha apostado por “transformar todo lo que sea necesario en la Iglesia” con el objetivo de ganar fieles en las grandes ciudades y facilitar la evangelización.